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Por: Jaime González Rueda
Ilustración: Jaime G. Rueda

¿El arte como negocio rentable?, ¿por qué no? Detrás de lienzos, arcillas, mármoles y demás objetos de exposiciones puede haber una enorme alcancía para quien se atreva a invertir en cultura y arte. Este sector puede ser un verdadero toque de Midas (aquel que todo lo vuelve oro), basta con mirar a ciudades como París, Roma o Nueva York, que se han vuelto verdaderos “emporios del arte”, capaces de atraer a miles de turistas año con año.

La idea de un museo, como un pesado gasto para el gobierno, con meras visitas escolares (por cierto, obligatorias y con niños a medio dormir), es, como lo demuestran las cifras, para mentes estrechas, o la consecuencia de museos mal planeados y poco atractivos. Francia, según cifras de la Organización Internacional de Turismo encabeza el ranking de países más turísticos del mundo, con 84 millones de viajeros anuales, con una derrama nada despreciable de 55 mil millones de dólares. Mucho de este éxito se lo debe a sus museos, siendo el Louvre el más visitado del mundo con 35 mil obras y ¡9.6 millones de visitantes al año!, seguido en otras latitudes del mundo por el Museo Nacional de China y los Museos Vaticanos con 7.3 y 6.8 millones de visitantes respectivamente.

Por supuesto que un museo de la envergadura de los ya mencionados no se podría montar de manera “fast track”. Hacerse de esas colecciones no es como preparar sopa instantánea, pues son el resultado de siglos y siglos de acumulaciones de piezas artísticas y arqueológicas (por cierto, algunas discutidas en cuanto a su legalidad), pero su éxito también lo es de elaboradas campañas de marketing, de crear “marcas” en torno al arte.

Pongamos una lupa en las celebridades del mundo del arte. ¿Qué hace tan visitado al Louvre, al Museo Británico, a los Museos Vaticanos, o más local a la Casa Azul de Frida Kahlo en CDMX?, obviamente sus colecciones son impresionantes, pero, otros museos del mundo cuentan con colecciones tan interesantes como estas y no con la misma afluencia de visitas. Bueno, pues aquí entra el marketing y la capacidad de los gobiernos y museos por hacer de sus respectivos cuadros y esculturas unas celebridades que atraigan a miles de personas, como moscos fascinados por la luz.

A la Mona Lisa la hemos visto en cajetillas de cigarros, postales, llaveros, películas, tazas y cualquier otro objeto mundano. Mismo caso es “La noche estrellada” de Van Gogh, “El Beso” de Gustav Klimnt o “El David” de Miguel Ángel. Las fotografías de cientos de personas arremolinadas con celulares en mano apuntando a este pequeño cuadro de sólo 53 por 77 cm, para conseguir por lo menos una foto, son una postal bien conocida, pero… ¿qué hace tan famosa a la Gioconda?, ¿es realmente la mejor pintura de la historia?

Lo que hizo famosa a la Mona Lisa es su robo en 1911, cuando Vincenzo Peruggia cortó el lienzo y lo enrolló para sustraerlo del museo. ¿Peruggia robó ese cuadro por ser una pintura excepcional?, pues no, hasta ese momento el cuadro era considerada una obra menor de Da Vinci, su elección fue por su pequeño formato, fácil de transportar, ¡ni modo que se robara “La coronación de Napoleón” de Jacques Louis David que mide casi 10 metros! Luego del robo, la Mona Lisa apareció en todos los periódicos del mundo, lo que incrementó su fama. Al recobrarla, ¡el Louvre tenía una “rockstar” en su colección!, desde entonces una campaña incesante de marketing ha incrementado su leyenda.

Fridas aquí y Fridas allá. Hasta en la sopa se puede ver a la artista de la uniceja. Desde un par de décadas, la “Fridamanía” ha invadido cada rincón de México, resultado de un “culto” que une la obra de la artista con su vida personal, retratos autobiográficos que muestran mucho dolor y que además de ser altamente identificables, generan fácil empatía con el espectador, además del concepto de “mexicanidad” (muy colorido y folclórico), ideal para los extranjeros, ¿cómo no aprovechar eso?

Los rankings son lo de hoy, nos gusta saber quién es quién en esta existencia. No es muy claro qué ciudad en el mundo cuenta con la mayor cantidad de museos y galerías, a pesar de que en el país se difunde que la Ciudad de México ostenta tal récord. Según el Observatoire du Tourisme et des Congrès de Paris (Observatorio de Turismo y Congresos de París) la capital gala cuenta con 206 museos, por su parte la Fundación UNAM afirma que hay 170 museos y 43 galerías en la Ciudad de México, además de Londres y Los Ángeles donde diversas fuentes ubican más de 200 recintos en cada una.

Los números no mienten, ¡la cultura y el arte son una buena inversión! El turismo cultural en México representa una derrama económica por más de 184 mil millones de pesos, según la Secretaría de Turismo (Sectur) del Gobierno Federal, dato muy superior a los 500 millones de dólares que dejará, según la Federación Internacional de Futbol (FIFA) el próximo mundial para nuestro país. Durante 2021, los museos reportaron una afluencia de 16.4 millones de visitantes, siendo el Museo Nacional de Historia, mejor conocido como El Castillo de Chapultepec, el más visitado, con 2 millones 661 mil visitantes.

Invertir en cultura, además del aspecto económico, es invertir en espacios que permitan la sensibilización y el aprendizaje de una sociedad, además de crear las condiciones para preservar objetos patrimoniales de incalculable valor histórico y artístico. El reto es desempolvar la idea de un museo aburrido y poco rentable, y generar una estrategia que haga rentables a estos centros culturales, tanto a nivel económico como social.

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