Un dolor de cabeza llamado plusvalía

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Por: Rogelio Vega
Ilustración: Jaime G. Rueda

Cuando éramos pequeños soñábamos con tener esa casa de princesas con elevador y múltiples artículos dentro, después anhelamos esa “casa del árbol” para ser igual que los afamados “Chicos del barrio” y mientras la adolescencia pasaba por nosotros, queríamos una casa de campaña para salir a la aventura con los amigos. En el transcurso de estos años todo giraba en torno a una casa, pequeña, grande, de madera o de cartón, nuestra mente mantenía esa idea. La adultez no cambió mucho ese objetivo, ¿quién no sueña con comprar esa casa enorme con jardín?, lamentablemente el reto no es fácil.

La adquisición de vivienda para la juventud actual puede ser muy difícil, pues el aumento del valor económico de las propiedades va por los cielos, es decir, esto que conocemos como plusvalía ¡se ha descontrolado! La plusvalía beneficia a los dueños y a los vendedores, pero los jóvenes que buscan una independencia se ven afectados enormemente, al ser casi imposible comprar una casa o simplemente se adquiere una deuda eterna.

La plusvalía depende de un gran número factores como la ubicación del inmueble, la accesibilidad carretera, instalación de servicios, urbanización de la zona, hasta la vista que se deja ver por las ventanas es un aspecto favorable o trágico, y entre más aspectos favorables haya, más aumenta el costo del inmueble.

La plusvalía arrastra un fenómeno llamado Gentrificación, para entenderlo mejor, el ingeniero civil Fernán Vega lo explica como la llegada de una sociedad a un lugar con estándares y calidades de vida más elevados que los ya existentes, subiendo el estilo de vida de una zona gracias a comercios y plazas comerciales, afectando a los vecinos originales, quienes se ven presionados por el aumento en los costes de vida.

Por estas razones los jóvenes buscan alternativas a la adquisición de una casa, y no, un departamento tampoco es opción, ya que estos también andan por los cielos, y no precisamente por ser edificios de altura. Vivir debajo de un puente, aunque a veces vemos en redes sociales con el fenómeno de los “hombres rata” que si es posible; pero no, nada de eso, una de las alternativas más usadas es vivir dentro de tu propio coche, y es que según datos tomados del medio “Los Ángeles Times”, ¡más de 16 mil personas viven en sus carros debido a los altos costos de las rentas!, y esto puede ser desde un auto Van hasta un tipo sedán; en México tenemos a Jesús Artiaga Macías, en el Estado de México quien lleva 24 años viviendo en su automóvil, esto dado a conocer en redes sociales por el influencer “Yulay”.

Como todo en la vida, la plusvalía tiene su hermana malvada llamada la minusvalía, el temor de muchos inversionistas ante la depresión de inversiones, un riesgo que siempre existe debido a factores externos que puedan interferir, como las construcciones de plantas industriales dañinas o el deterioro de la infraestructura de una zona. Claramente también hay los factores internos como el descuido de las propiedades, el mal uso de las mismas y el daño de las redes de servicio básico.

La plusvalía tiene, como todo, un lado malo y uno bueno. Es cuestión de verlo desde la perspectiva y circunstancias de cada persona. A la hora de comprar una propiedad es importante poner los ojos en el futuro, como joven no compres pensando en cómo se ve la propiedad hoy, ¡sino cómo se verá en 20 años!, esto, seguramente garantizará una inversión a largo plazo.

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