Hogar o el sueño imposible de la juventud

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Por: Rolando Morales Flores
Ilustración: Jaime G. Rueda

Dentro de un esquema tradicional de vida, nuestros planes son más o menos parecidos. Estudiar para incursionar en el mundo laboral, obtener un empleo, obtener un capital medianamente estable para finalmente obtener una casa propia. Un sueño que si bien era difícil en tiempos de nuestros abuelos y padres no se compara con el calvario al que nuestra generación se va a enfrentar en los años venideros.

Pero, ¿qué es lo que ha cambiado?

Los remanentes de la pandemia, la guerra entre Ucrania y Rusia, los niveles alcanzados en México y la falta de trabajos son los principales retos a los que se enfrentan las nuevas generaciones, de acuerdo con los resultados de una encuesta realizada por la inmobiliaria digital Neximo.

Este nuevo panorama es la combinación de una serie de factores tanto internos como externos que afectan al país de diversas maneras. Además de no ser una situación que apenas está surgiendo, sino que se lleva arrastrando desde hace algunos años.

De acuerdo con el “Estudio Diagnóstico del Derecho a la Vivienda Digna y Decorosa”, hecho por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) en 2018, la compra de una vivienda nueva sólo es accesible para quienes ganan mensualmente más de cinco salarios mínimos.

“Acceder a un crédito para comprar casa es muy difícil, la verdad me siento desanimada cuando veo los precios de más de un millón de pesos, y pues mi sueldo es apenas de 10 mil pesos mensuales, eso sin contar los intereses bancarios”

Alejandra, joven recién integrada al campo laboral, egresada como licenciada en administración de empresas.

Si hablamos únicamente de la población joven, es decir aquellas personas menores de 29 años, solo 2.6% cuenta con el ingreso necesario para acceder a una vivienda siguiendo las condiciones mostradas en el estudio del CONEVAL, por lo tanto, 97.4% se verían excluidos de poseer una casa. En añadidura, hay que mencionar que menos de la mitad de este grupo no cuentan con los ingresos suficientes para cubrir los gastos de una canasta alimentaria, bienes y servicios básicos, cultura y recreación, cuidados de la salud, entre otros bienes esenciales.

De los jóvenes entre 18 y 24 años, el 50% vive actualmente con sus padres.

La crisis económica del 2008 fungió como una antesala de lo que estamos viviendo actualmente. Es definitivo que México está viviendo una crisis de vivienda, pues, en todos los estados de la República han reportado un aumento en sus precios.

El costo de un inmueble en el segundo trimestre de 2022 fue de 1 millón 502 mil pesos, lo que representa un aumento del 7.8% a su valor respecto al mismo trimestre del año anterior de acuerdo con los datos extraídos del índice del Sistema Hipotecario Federal (SHF).

En México la población ronda los 126 millones de personas, según los propios datos del INEGI, de los cuales solo 23.9 millones cuentan con viviendas propias liquidadas o en proceso de pago, según la Encuesta Nacional de Vivienda (ENVI).

Ante esta situación, muchos optan por vivir en casa de sus familiares o rentar durante años.

Sin embargo, no es la única alternativa, muchas personas recurren a la vivienda informal, esto se refiere a la invasión de predios o a la autoconstrucción. Si bien puede ser una respuesta ante una desesperada situación, puede traer más problemas que beneficios, puesto que las personas que recurren a esta vía podrían enfrentarse con los daños estructurales consecuencia de un diseño que no se realizó de la forma correcta.

En 2014, la organización Suma Urbana afirmó que hay alrededor de 4,000 edificios ilegales construidos en distintos puntos de la CDMX a raíz de la Norma 26, que “favorecía” la supuesta construcción viviendas de interés social, pero que terminó generando 200 mil millones de pesos para desarrolladores irregulares, según un reportaje de Proceso.

Según el Sistema Nacional de Información e Indicadores de Vivienda, las generaciones jóvenes mexicanas representan el 50% de solicitudes de créditos necesarios para acceder a un hogar.

“Busqué un crédito hace poco más de un año, con una institución bancaria, pero resulta que con mi salario era casi imposible acceder a una vivienda bien ubicada, y si optaba por una vivienda en la periferias de la ciudad el crédito absorbería hasta el 50 % de mi salario”

Alfonso, un joven de 29 años, ingeniero trabajador en zona industrial.

En el pasado 2021, las personas de este rango de edad únicamente lograron adquirir 232,198 unidades, mientras que los de 30 a 59 años compraron más de 750,000 casas en el mismo período de tiempo.

De acuerdo con el estudio “Enfrentar el Desafío de la Vivienda en América Latina”, realizado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) existen tres principales problemas íntimamente relacionados con la brecha inmobiliaria:

El primero es el elevado precio de las unidades disponibles, es decir, de las casas que se encuentran en venta. Para las personas con un bajo nivel de ingreso, las viviendas son demasiado costosas, además de que muchas de estas ofertas se encuentran emplazadas en las zonas metropolitanas donde tienen acceso a mejores empleos, servicios y oportunidades de promoción laboral. Por lo tanto, en este tipo de zonas los precios aumentan y las vuelves inaccesibles.

El segundo son los productos financieros insuficientes, las tasas de interés no son asequibles para un gran sector de la población y los plazos y costos acentúan este paradigma.

Finalmente, el tercero, son los enganches que se encuentran fuera del alcance y que tiene mucho que ver con la falta de una cultura de ahorro en la sociedad mexicana, puesto que al elevarse los costos de las viviendas, el enganche se vuelve el protagonista a la hora de buscar adquirir un hogar sin que las ofertas de crédito den apoyo en ese sentido.

De acuerdo con el último informe en materia de vivienda realizado por la Cámara de la Industria de Desarrollo y promoción de vivienda (Canadevi), en San Luis Potosí hay un déficit aproximado de 27 mil viviendas para la población. Es por esto que se ha reportado un repunte en los precios del metro cuadrado.

La población media de San Luis Potosí cuenta con salario mensual promedio de 7 mil 670 pesos al cierre del año 2020, así lo marcan las cifras proporcionadas por el perfil de ingresos y gastos efectuado por la casa bancaria BBVA, siendo San Luis Potosí uno de los estados que se encuentra por debajo de la media nacional.

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