¿Maricón y misógino? Hay luchas que no nos necesitan

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Resulta lógico creer que los grupos vulnerados por el sistema, como lo son las mujeres y la comunidad LGBT, comparten su lucha, ya que ambos movimientos son víctimas del “patriarcado”. Sin embargo, no es así. Muchas veces, los hombres gay, al haber sido criados bajo todo el espectro de la masculinidad, reproducen, sin darse cuenta, conductas altamente misóginas.

El #8M, es una fecha que, desde sus inicios, tuvo un sentido político, de lucha y reivindicación, mas no el de celebración como algunas personas lo han hecho ver. Muchos de nosotros queremos apoyar esta lucha desde nuestras trincheras, no obstante, entender que los hombres no tienen cabida en ella resulta fundamental. Gran parte de la comunidad LGBT, en específico hombres homosexuales, al ser parte de un grupo que también es vulnerado, muestran cierta empatía con el feminismo, pero muchos no se dan cuenta de que continúan replicando conductas misóginas que, desde su construcción como varones, parecen correctas.

La misoginia trae consigo un sinfín de conductas violentas que afectan de manera sistémica a todas las mujeres y son infringidas por todos los hombres, los homosexuales no son la excepción. Yocelin Cámara, psicóloga y educadora en sexualidad integral, nos explica “Por más estereotipos considerados <> repita un hombre, de pronto se olvida que siempre han tenido una construcción de cierta manera. A veces son muy notorias estas actitudes misóginas por volver, de repente, a la conquista de la feminidad. Entonces se vuelve un quiebre violento, donde no nos percatamos que el problema sigue siendo el mismo, la estructura patriarcal”.

Estas conductas misóginas, han sido señaladas constantemente en la comunidad LGBT, desde el alquiler de vientres hasta la falta de representación de otras disidencias, como son las lesbianas. Sin embargo, la misoginia permea desde las acciones más cotidianas, que muchas veces pasan desapercibidas, y son las que dan pauta a las situaciones estructurales que permiten la violencia. Es importante considerar que no existe como tal la violencia en niveles, sino que se presenta como una cadena, en donde una acción lleva a otra. Minimizar la violencia es solo permitir que siga existiendo.

Conductas específicas como los comentarios acerca de los cuerpos de las mujeres, el imponer estereotipos de la “feminidad” como un ideal de belleza o considerar a las mujeres como prestadoras de un servicio para reconocer su existencia, son algunas de las acciones cotidianas que los hombres replican, independientemente de su orientación sexual.

Cámara afirma: “Es necesario que los hombres hagan un propio planteamiento de lo que consideran que son las conductas violentas. De pronto creemos que porque somos personas vulneradas, no vulneramos a alguien más. Quedarnos con esa idea ocasiona no poder llevar a cabo ese trabajo de introspección”.

Así mismo, Cámara señala que la mejor manera de erradicar las conductas misóginas es a través de la introspección que “es muy compleja, es un trabajo diario y doloroso pero increíble. Ya sea acompañado por un especialista o llevado a cabo por tu propia iniciativa de pensar, se vuelve muy relevante para identificar las conductas violentas que tenemos en general”. Practicar el silencio, “muchas veces se vuelve mejor compañero que levantar una bandera a la que no pertenezco. Se vuelve más empático un silencio que un comentario de algo que yo no vivo”. Confrontarte y cuestionarte todo el tiempo con preguntas básicas como “¿por qué hago lo que hago? ¿Desde dónde lo hago? y ¿para qué lo hago?”. Finalmente, señalar violencias cuando estén pasando frente a nosotros, “si yo tengo ya un trabajo introspectivo de mis propias vivencias, es parte importante para erradicarlas que yo verbalice y señale las conductas misóginas de los demás”.

Es mucho el trabajo que aún queda en la erradicación de la violencia hacia las mujeres. Como hombres, el ejercicio de la propia identificación de conductas misóginas resulta indispensable para el ejercicio de la equidad. No obstante, en una lucha que es ajena a nosotros y no nos corresponde, lo mejor que podemos hacer es guardar silencio. Muchas veces, cuando buscamos brindar apoyo, ponemos nuestra voz de por medio y únicamente caemos en el protagonismo. Guardar silencio es el mejor acompañamiento por parte de algo que no vives.

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