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Por Sebastián Jorgenson
Ilustración de Jaime G. Rueda

La curiosidad por los temas que nos erizan la piel pareciera estar escrita en nuestro ADN, no importa quien seas, seguramente en algún momento te ha llamado la atención el mundo del crimen. Ya sea que solo pienses en algún caso, consumas contenido relacionado o si eres más atrevido, pensado en “tu crimen perfecto”, pero ¿por qué lo hacemos? Debe de haber una respuesta clara, ¿no? Puede ser por la misma curiosidad o el llamado del misterio, pero tiene que haber algo más, no es casualidad que haya tanto contenido alusivo a este mundo, ya sean series, libros, documentales, música, pinturas, etc., esto se ha expresado de mil y un formas que casi todos hemos consumido alguna vez.

Quizás sea que nosotros mismos no nos atrevemos a cometer algún acto criminal y buscamos sentir esa sensación de maldad dentro de nosotros sin tener que hacer algo necesariamente malo, o tal vez estamos tan encerrados en nuestro mundo, que ver la realidad de otros nos trae emoción.

Hay tantas series y películas que hablan sobre asesinos seriales, crímenes sin resolver y misterios que es imposible contarlas. Pero eso es precisamente lo interesante, hay tantas de donde escoger que resulta imposible que no nos llame la atención y es que a pesar de lo crudo y terrible que pueda ser, todos queremos enterarnos de la vida íntima de Ted Bundy o Jeffrey Dahmer, de sus crímenes y de cómo pensaban, nos llama la atención quizá por ser un golpe de realidad en la que a cualquiera en cualquier lugar le puede pasar, cómo ya lo mencioné, vivimos tan encerrados en nuestro mundo que conocer acerca de estas personas nos da cierta tranquilidad de que no somos como ellos, ¿o sí lo somos?

Pregúntate lo siguiente: ¿Has pensado en robar una tienda? ¿Has planeado cómo robarías un banco? ¿Has estado tan enojado con alguien que, aunque sea por un segundo, piensas en “desaparecer” a esa persona? ¿Sí? Bueno, no te preocupes, no es que estés loco o seas un psicópata en potencia, simplemente eres un ser humano que piensa, siente. Pero sobre todo, se controla, controla esos impulsos macabros de cometer un crimen y puede que ahí encontremos la respuesta, consumimos tanto y estamos tan enamorados del crimen porque nos vemos en una especie de espejo en el cual reflejamos lo que no haríamos, saciamos nuestras ganas de maldad viendo a otros hacer lo que nosotros no, y eso nos engancha.

Por eso mismo siempre, aunque no queramos, terminamos viendo un accidente, aunque nos reprimamos de voltear a ver, lo hacemos por morbosidad, porque como sociedad hemos creado una barrera en la que está mal visto hablar de eso o siquiera pensarlo, nos hace sentir malas personas, pero no lo somos, la gran mayoría de nosotros no somos asesinos, ni asaltantes, ni psicópatas, ni sociópatas, ni siquiera nos atreveríamos a robarnos un chicle, pero sí nos gustaría saber qué se siente, qué sensaciones provoca o como nos marcaría.

Creamos historias que cuenten esto, que nos hagan sentir como si nosotros fuéramos el cuerpo del delito pero al final del día somos humanos, siempre vamos a buscar algo de adrenalina hasta en lo más turbio de nuestra imaginación y hasta donde nos lo permitamos.

Que no nos dé miedo hablar o pensar en cosas delictivas o “malvadas”, no es nuestra culpa que el mundo esté tan lleno de esto, deberíamos de abrir esa plática, esa que nos incomoda, hablar sobre el mundo criminal, informarnos y conocer sobre este para así evitar caer en el o detectar a alguien en esas circunstancias. Desafortunadamente no podemos impedir el siguiente gran robo de diamantes de Amberes o al siguiente gran psicópata al que le harán una serie 5 años después del delito, pero sí podemos dejar de actuar como si no pasara.

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