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Por: Rogelio Vega
Fotografía: Amisaday Ramírez

Desde que somos pequeños escuchamos por todos lados hablar del amor. Mientras vamos creciendo, vamos entendiendo cada vez más a lo que la gente hace referencia con la frase “algún día encontrarás el amor”. Creemos que el amor verdadero es aquella persona con la que tendremos encuentros sociales e íntimos, en fin, con la que compartiremos nuestra vida. Pero nadie nos enseña que nuestro verdadero amor debemos ser nosotros mismos. Nadie lo cuenta porque, en realidad, muy pocos conocemos ese amor.

El amor propio está ligado a la autoestima, pues es un cúmulo de percepciones, ideas y sentimientos de uno mismo que se manifiestan en cuánto nos aceptamos y valoramos. Es importante resaltar que la terapeuta Andrea Brandt menciona que lo primordial del amor propio es el respeto por tu propio bienestar y felicidad. Y, sobre todo, cuidar de tus propias necesidades y no sacrificar tu bienestar para complacer a los demás, incluyendo la acción de no conformarse con menos de lo que das.

Cuando nos encontramos en una relación amorosa, es más frecuente escuchar frases como “quiérete tantito” o “valórate”. Dentro de las situaciones adversas que hacen que nuestro amor propio vaya desapareciendo se encuentra aquellas en las que nuestra pareja toma acciones negativas, como la de compararnos con alguna persona, haciéndonos sentir menos. O esas ocasiones en las que nos pide que dejemos de hacer algo que nos gusta, o cambiar alguno de nuestros ideales con tal de que él o ella se sientan felices, poniendo en juego la felicidad propia.

Sin embargo, normalmente esto también viene por parte de nuestra familia. Claro, parece sorprendente pero así es. Personas como nuestros padres, tíos, etc. logran herirnos mediante comentarios despectivos hacia nuestra persona. Si, esos simples comentarios como: “esa ropa no se te ve bien”, “tu primo pudo, no entiendo por qué tú no”. Y nuestro cerebro comienza a trabajar de manera negativa, llevándonos incluso a sentir esto que comúnmente se le llama “crisis existencial”. No dejemos de lado que la pérdida de un ser querido o el presenciar problemas intrafamiliares en el hogar son también un factor muy importante en la construcción de nuestro amor propio.

Pero ¿cómo sabemos que estamos pasando por una crisis de pérdida de amor propio?

Esta falta de amor propio se pone en evidencia en las personas cuando sus conductas se basan en fuertes sentimientos de inseguridad, miedo vergüenza, soledad, enojo y/o culpa. Cuando el amor propio deja de existir en nuestra persona, dejamos de ser suficientes para nosotros mismos. Factores como disculparnos al aceptar humillaciones por parte de otras personas, sobre todo aquellas a quienes consideramos que tienen razón, o incluso pensar que nosotros tuvimos la culpa de que lo hicieran, también son una señal de la falta de amor propio.

A veces, vivimos comparándonos con los demás, queremos llamar la atención por todo, porque creemos que es la mejor manera de destacar. Vivimos preocupados por demostrar que nuestra vida es perfecta, aun cuando es más que claro que no lo es. 

En el peor de los casos, esta falta de amor propio la vemos reflejada en una caída en el mundo de las drogas, en el descuido de nuestro aseo personal, el desinterés por la vida, y hasta en los pensamientos suicidas.

Afortunadamente existen muchas maneras de generar ese regreso del amor propio. Que lo hayas perdido no quiere decir que estés desecho y listo, que ahí todo acabo. Solo es cuestión de trabajar en nuestros hábitos diarios. Debemos aprender a perdonarnos a nosotros mismos, afrontar las situaciones que nos generan un daño y evitar caer en ellas, eliminar todos esos pensamientos negativos sobre nuestra persona, pues tenerlos solo nos podría generar una especie de ansiedad. Es posible que hayas escuchado que tener amor propio es ser egoísta, pero nada de eso es cierto pues no es nada egoísta el preocuparse por uno mismo. Recuerda, la terapia nunca está de más. 

En fin, después de todo, debemos saber que el amor propio es lo más fundamental. La única persona con la que vamos a convivir toda nuestra vida somos nosotros mismos.

Tú eres y serás tu propio refugio cuando algo salga mal. Solo estarás tú para abrazarte cuando alguna relación no funcione como lo esperabas. Ese primer aplauso que escuches cuando logres tus metas vendrá de ti.

No lo olvides, la primera relación en la vida es contigo. Cuando logras este amor incondicional podrás sentirte completo, y para eso es importante un trabajo diario.

Fuente: 
Entrevista con Psic. María Fernanda Tristán Ramírez
Enamórate de ti – autor: Walter Riso.

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