¿Apreciación o apropiación? – Del Halloween a la internalización del Día de Muertos

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Por Camila Fernández Aguilar

¿Alguna vez notaste cómo de repente festividades y vestuarios tradicionales se hicieron celebraciones famosas alrededor del mundo? ¿Cómo se volvió tan popular que empresas enormes y poderosas intentaron conseguir los derechos? Esto es exactamente lo que pasó con el Día de Muertos.

Halloween es originario de una tradición irlandesa céltica llamada Samhain, que significa fin de verano. Ancestros paganos consideraban que el 31 de octubre, los espíritus de los muertos volvían al mundo de los vivos. Se creía que los espíritus, las sombras, fantasmas, duendes y hadas (que representan luz, oscuridad, cambio y travesura), venían al mundo a atormentar a los irlandeses en esas fechas. Se volvió tradición el vestirse como ellos, el usar máscaras y capas de todo tipo para camuflarse y que ninguna de estas criaturas los molestara.

Cuando los inmigrantes irlandeses se mudaron a Estados Unidos, Samhain se volvió Halloween; un día festivo en el que las personas se vestían de espíritus, sombras, fantasmas, duendes, hadas y criaturas míticas.

Los muertos se supone que vuelven a hacerle picardías a los vivos por una noche. Una ironía porque los vivos se disfrazaban de estos para confundirlos.

Los disfraces de Halloween han evolucionado a lo largo de la historia. Pasaron de ser disfraces de criaturas mitológicas, fantasmas, ángeles, brujas y el diablo, a vestirse de un estereotipo de alguna nacionalidad. Las personas solían disfrazarse para hacer a estas criaturas parecer menos horrorosas y temerosas. En algún nivel, para burlarse. Entonces, ¿cuándo se volvió aceptable el empezar a disfrazarse de Geishas y de negros estereotipados, de personas con ponchos y sombreros o de Catrinas?

Los días de muertos y Halloween son alrededor de las mismas fechas y ambas festividades se enfocan en celebrar el regreso de nuestros seres queridos fallecidos. De una manera diferente.

El Día de los muertos es una tradición prehispánica que trascendió en el tiempo y ahora es celebrada cada primero y segundo de noviembre. Todo comenzó con los Mexicas, quienes veneraban a la muerte. Mictecacíhuatl y Mictlantecuhtli eran los dioses de Mictlán, también conocido como el lugar de los muertos. 

Según el Códice Florentino (una enciclopedia de 12 volúmenes que explica todos los aspectos de la vida y la cultura de los mexicanos en la prehistoria. Fue escrito por Bernardino de Sahagún, un misionero español entre 1540 y 1585), Mictlán se divide según la manera en la que las personas mueren; si alguien murió en el campo de batalla, con motivos acuáticos o si alguien murió en la infancia.

Cuando alguien moría, las ancianas de las comunidades gritaban y lloraban su partida. El cuerpo se acompañaba con todas las pertenencias del difunto y simbólicamente se le alimentaba con manjares.

Después de 4 días, el cuerpo era cremado o incinerado. Después de este proceso, el alma embarca su camino hacía Mictlán.

Durante 4 años seguidos, se celebraban grandes ceremonias en los lugares en dónde se esparcieron las cenizas o dónde se encontraba el cuerpo. Se dice que esto ayuda a las almas a descansar y a las familias a tener un duelo óptimo. La celebración anual duraba 40 días. Los primeros 20 días eran en honor a los niños que fallecieron y los últimos 20 eran para los adultos.

Los españoles invadieron México en 1519 y con la colonización, la celebración mutó. El primer gran cambio que los mexicanos sufrieron fue un genocidio religioso, que enfocó la celebración a un enfoque cristiano y católico. El día de todos los santos (1ro de noviembre), comenzó en el siglo XI por iniciativa de la Abadía de Cluny en Francia para honrar la muerte de los primeros cristianos. En el siglo XIII, la iglesia romana añadió la celebración al calendario litúrgico (un calendario utilizado para conocer los diferentes periodos espirituales de la vida de Cristo).

En algunos reinos católicos, el día de Todos los Santos es celebrado con dulces y panes que recrean los huesos que pertenecían a los santos. España e Italia usaban almendras para darle forma a los esqueletos, cráneos, huesos, etc.

Estos alimentos eran bendecidos por la iglesia, para después ser colocados en una mesa con una foto del santo. El 2do de noviembre, se volvió una fecha establecida en el siglo XIV por la mortandad causada por las epidemias que sucedieron en Europa. Mejor conocido como el día de los fieles difuntos.

Una evolución muy importante de la celebración fue la comida que se consume en estos días. En la prehistoria, el pan era hecho con maíz.

El origen del fantástico pan de muerto sucedió cuando los españoles se alarmaron con los sacrificios humanos que se ofrecían a los dioses. Arrancaban el corazón y lo ponían en una olla con amaranto. Así que sugirieron hacer un pan de harina de trigo cubierto con azúcar roja. La forma del pan es de un cráneo con huesos. Mientras que el estilo del pan es brioche, un pan proveniente de Francia.

Tanto la colonización, como la globalización, llevaron a la evolución de las celebraciones a ser como las conocemos el día de hoy. En 2020, la población estimada de mexicanos en el mundo era de 127,8 millones de personas. Esa es la cantidad de personas que sabe y celebra el día de muertos, tanto en México, como en el extranjero.

Es una fiesta enorme, llena de colores, trajes tradicionales, comida y rituales. Una festividad que es celebrada por 127. 8 millones de personas, atrae atención.

En 2017, Disney Pixar estrenó su película Coco. La historia de Miguel, un niño que accidentalmente entra a la tierra de los muertos y embarca en una aventura para salir de ahí. Está llena de folklore mexicano, música y colores. Ganó un Oscar a mejor película animada y recaudó más de 800 millones de dólares a nivel global.

Disney obtuvo tantas ganancias que intentaron conseguir los derechos del día de los muertos. La petición sugería comprar todo lo relacionado a la frase “Día de muertos” para que nadie más pudiera vender nada con esa frase. Afortunadamente no sucedió, gracias al descontento mostrado por la comunidad latina en Estados Unidos. 

Disney es una empresa masiva, poderosa, rica y blanca que intentó comprar y robar una de las celebraciones más importantes de la cultura mexicana. Lo que parecía apreciación, se volvió un intento de apropiación bastante cínico. 

La apropiación cultural, muchas veces viene con la globalización.

Esto sucede porque las culturas dominantes (en su mayoría caucásicas), pueden tomar los elementos que quieran de culturas minoritarias, sin tener que siquiera entender las dificultades que vienen con ser parte de esa cultura.

Una minoría no significa que un grupo tenga pocas personas, sino que sufren de opresión política, social, racial, cultural, sexual y religiosa de grupos privilegiados.

Halloween se volvió un tema bastante polémico en cuanto a apropiación, porque muchos de los disfraces son racistas o de elementos tradicionales de otras culturas, subculturas, minorías, etc. Utilizar elementos culturales, historia, tono de piel de una minoría, como disfraz es apropiación y es racista. Significa que uno no es consciente de sus luchas e historia, así como también es una forma irrespetuosa de burlarse y banalizar su cultura.

Si vas a usar un disfraz de Catrina, conoce que surgió en 1912, cuando José Guadalupe Posadas hizo una caricatura para burlarse de las clases sociales pobres que pretendían verse más ricos o europeos. La Catrina surgió como una sátira social y se convirtió en un traje tradicional para celebrar el regreso de nuestros seres queridos.

La apreciación cultural surge cuando uno se toma el tiempo para aprender el significado de los símbolos y la importancia de estos en un grupo. Y que si se decide usar, no viene de un lugar banal o de burla.

El Día de muertos es una celebración icónica que ofrece al mundo mucha alegría y que tiene una mezcla mágica de diferentes partes del mundo. La importancia de conocer el origen y la evolución de las festividades, radica en realmente reconocer el pasado de las personas que estamos celebrando y de un ritual del que anualmente formamos parte. Todos los países tienen una historia, una cultura y el derecho a que sus símbolos culturales sean respetados.

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