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Del Halloween al Día de Muertos

Damiana Cisneros, en Pedro Páramo, nos dice que “cada suspiro es como un sorbo de vida del que uno se deshace”.

La muerte, como fenómeno fisiológico, es una cuestión simple, que ocurre en un par de segundos; lo que no lo es tanto, es lo que hay detrás de ella. Viajar en dirección al más allá nunca será tan fascinante como su versión inversa: los muertos que visitan el mundo de los vivos.

En México la muerte es omnipresente. Las civilizaciones precolombinas veneraban la muerte, no en torno a un día, como ocurre actualmente, sino como una serie de rituales ofrecidos a los difuntos en su cruce al más allá, guiados por los ​​xoloitzcuintles y el copal. El destino de las “almas” nada tenía que ver con aspectos morales de su vida (no iban al infierno ante una vida viciosa), sino con la forma de morir.

El actual “Día de muertos” es un sincretismo, que recupera la tradición prehispánica y la funde con las celebraciones cristianas del día de todos los santos. En ese entendido, querido lector, dedicamos esta edición de Galería 7C’s, como un pequeño tributo a las diversas tradiciones que nacen, se reinventan y surgen en torno a la muerte.

Celebrar Halloween no significa rechazar el Día de Muertos, ni viceversa. Una nacional y otra, venida de las tierras de Irlanda, son tradiciones preciadas e interesantes.  Halloween, cuyo significado es la víspera de todos los santos (All Hallow’s Eve), no es solo la idea difundida por la mercadotecnia de las últimas décadas; sus orígenes se encuentran en la fiesta celta de Samhain, cuyas raíces se rastrean en el siglo I, cuya celebración marcaba el fin del sol de verano; el inicio de días más oscuros y la visita de los muertos. 

No queda más que desearle, querido lector, un feliz viaje a través de nuestras páginas. Le invitamos a celebrar y preservar nuestras tradiciones, y, por qué no, a inmiscuirse en nuevas. 

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