Por Rolando Morales Flores
Como parte del Ciclo de cine de Clint Eastwood, organizado por el Cine Club de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, se proyectó el pasado martes en el auditorio Rafael Nieto la película Los Puentes de Madison, dirigida por el mismo Eastwood.
El guion de la película, cuya autoría recae en Richard LaGravenese, se encuentra basado en la novela del mismo título escrita por Robert James Waller. Este largometraje, que se lanzó el 2 de junio de 1995, representa un aclamado clásico que continúa conmoviendo a los espectadores de todas partes del mundo. Francesca Johnson (Meryl Streep), de origen italiano, vive en el condado de Madison (Iowa) junto con sus dos hijos y su marido. Cuando los tres acuden a una feria durante cuatro días, dejando a Francesca sola en casa, aparece un exótico fotógrafo de la revista National Geographic, Robert Kincaid (Clint Eastwood), que la conquistará. Ambos vivirán un breve pero intenso amor imposible.
Meryl Streep demuestra una vez más su excepcional habilidad actoral, al llevar a cabo una interpretación exquisita. Cada mirada y gesto capturan magistralmente la profunda falta de confianza de una ama de casa subestimada. Por otro lado, Clint Eastwood, reconocido por su habitual imagen de hombre dominante, sorprende con su notable sensibilidad y romanticismo en esta película.
A pesar de que los actores puedan no parecer una pareja natural, su profesionalismo les permite crear una química convincente entre sus personajes. La historia es conmovedora desde el inicio y está narrada de manera excelente. Además, el vestuario y los escenarios rurales aportan un toque melancólico y romántico que enriquece aún más la trama.
Dentro de la metodología del director Eastwood, y con una seguridad total para favorecer su interpretación y la química entre él y Streep, la película fue rodada en continuidad, un enfoque poco común. El trabajo de dirección de Eastwood es impecable, al lograr plasmar brillantemente la personalidad reprimida de Francesca y su anhelo de escapar, por un breve instante, de la prisión emocional impuesta en Iowa.
La película se centra en la conmovedora historia de dos corazones que finalmente se unen en uno solo. Esta situación es expresada de manera magnífica por Robert durante una conversación desesperada con Francesca, donde lucha por convencerla plenamente de la historia que están viviendo. Su vida se ve enriquecida por la ilusión que despiertan, mutuamente, una fuerza que seguramente perdurará como un recuerdo eterno más que como una historia compartida físicamente durante el resto de sus días.
La esencia de esta poderosa obra sigue siendo tan relevante como siempre. En cada hogar donde haya una mujer insatisfecha, en cada ciudad donde se critique a una madre por buscar su propia felicidad, Francesca nos recordará que las presiones sociales pesan más que el amor.
Y recuerda si algún día encuentras un largometraje dirigido por Clint Eastwood merece la pena reseñarlo.