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Por: Rogelio Vega
Ilustración: Jaime G. Rueda

El día de hoy murió un payaso, lo difícil del caso es que era alguien muy amado, a quien todo mundo miraba sonreír, una persona que por ser payaso nadie miraba sufrir, incluso con el personaje en descanso. Muchos pensamos que esa fue la razón de que callara su sufrir, su enfermedad. Para el artista de las risas es difícil que su público lo vea enfermo, simplemente porque ante la gente él no tiene ningún malestar. El payaso es una profesión en la que no se puede “sufrir”, pues tiene que hacer reír, aunque tenga situaciones adversas en su vida o padezca de alguna enfermedad emocional.

“Por las noches es un frío que abraza fuertemente, no es un frío que se quite con una cobija, es un frío interno que comienza desde el estómago y no se va hasta que te vence el sueño” comentaron unos cuantos artistas de la Nariz roja.

Es inimaginable que detrás de un ser que emana alegría y gracia pueda haber un hombre triste. Cuando entrevistamos a algunos de estos payasos de San Luis Potosí, cuyas identidades prefieren quedar en el anonimato, confiesan haberse visto obligados a olvidar su tristeza, por ejemplo, ante la pérdida de un familiar para aplicar la de “el show tiene que continuar”. Al público no le importa que el payaso sufra o las carencias que tenga, ellos quieren verle hacer el ridículo para divertirse, ¿te duele un músculo?, ¿te duele la cabeza?, ¿no tienes que comer?, ¿te dejó tu esposa?, ¿murió tu hijo o tu madre? Eso al cliente no le importa, ellos pagaron y tú tienes que fingir ser feliz para hacer reír.

Lo anterior podría desencadenar en el llamado trastorno del ánimo, también conocido en psiquiatría como trastorno del payaso triste. ¿de qué se trata esta enfermedad?, sencillamente consiste en la presencia de síntomas depresivos, que los enmascaran o dejan en un segundo plano, debido a una personalidad extravagante, en apariencia feliz y por pretender ser un centro de atención de quienes los rodean.

Los padecimientos mentales son más comunes de lo que en muchas sociedades se aceptan. Simplemente en México se registraron 8,432 suicidios durante el 2021 de enfermedades mentales, una cifra que aumenta año con año, pues este número casi se duplicó desde 2009, cuando los casos registrados fueron 5,190.

Aun con estas cifras, a muchos les cuesta ver los padecimientos psiquiátricos como una enfermedad más dentro del universo clínico. Como a un diabético ve alterados sus niveles de azúcar en sangre, o a un hipertenso con descontroles en su presión arterial, a un depresivo presenta alteraciones bioquímicas en el cerebro que lo convierte en el ser más triste del mundo, tal sería el caso del famoso comediante Robin Williams quien muriera a causa del ya mencionado síndrome del “payaso triste”

En este trastorno, el paciente no oculta intencionalmente el desánimo y desaliento, es la manifestación leve o adaptativa de la enfermedad que se expresa de esa manera. Se trata de algo frecuente, debido a las actividades inherentes de su profesión, en humoristas y comediantes, quienes son clasificados con el “Síndrome de Payaso Triste”.

En el “gremio del humor” hay demasiados casos depresivos. En meses recientes, un colega payaso del municipio de Ciudad Valles tomó la puerta falsa del suicidio, y sí, todo a causa de una depresión debido a problemas en su contexto social y familiar, pero que inconscientemente su personaje le obligaba a silenciar.

Cómo artista de la Nariz roja te das cuenta que no tienes tiempo para llorar, te das cuenta que cuando entras a show tienes 60 minutos para ser feliz y hacer feliz, después regresas a esa “miserable vida” dónde se acaba el sueño del actor feliz, y creemos que nosotros no tenemos porque ir al psicólogo, o simplemente no te das cuenta que estás mal hasta que si te consume la depresión.

Cuando escuché la parábola de Garrick, actor y cómico inglés, inmortalizado en el poema “Reír Llorando” de Juan de Dios Peza, pensaba en que era simplemente un escrito sobre la tristeza que invade a un payaso, sin embargo es la realidad de muchas personas, sobre todo de aquellas que pertenecen al gremio artístico.

Precisamente este 9 de junio murió Chacharitas, un payaso potosino, un hombre que si hubiera sentido el calor de un abrazo, el calor de una familia tal vez su historia fuera otra.

Un abrazo, una palabra de aliento puede cambiar vidas.

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