“The wolf of Wall Street” soundtrack

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Por: Alejandro Padilla
Ilustración: Jaime G. Rueda

Un filme dirigido por Martin Scorsese donde se retrata la vida del magnate Jordan Belfort interpretado por Leonardo DiCaprio, si bien la película tiene partes criticables la acertada dirección de Scorsese le brinda ese toque especial que suelen tener sus películas. Pero… aquí no hablaremos de cine, sino de su música:

Mercy, mercy, mercy- Cannonballl Aderley: una linda melodía esperanzadora acerca de la vida y sus bellezas, donde el saxofón nos lleva a Aderley Nueva York, además de su sección de piano que adosa a su vibra melancólica. El aura relajante y a la vez rememorante de lo que es Estados Unidos en el imaginario colectivo, y un discurso muy acertado en este tipo de película.

Dust my broom- Elmo James: un rock ‘n’ roll digno de aquellos tiempos, un clásico del blues referenciado por los Beatles en alguna de sus canciones. Elmo James deja en esta canción y en su “I believe…” ese sentimiento “bad ass” que muchas veces se busca con esta música y que en mi opinión le va muy bien a la película en determinadas escenas.

Bang! Bang! – Joe Cuba Sextet: Una canción de índole latino (usada en la escena donde el protagonista está en la playa) porque claro, Latinoamérica son playas bonitas en el imaginario colectivo de los gringos. Es un loop infinito de la banda diciendo el nombre de la canción con un intermedio salsero gritando “ahh bibi” y con el “bang bang” actuando como coro. Muy rítmica y algo estereotipada de lo que es un ritmo latino, pero una buena elección.

Movin’ out- Billy KJoel: una canción con influencias pop de los 80. El piano clásico de Billy Joel y sus pasajes bien marcados y bien ruidosos, con una guitarra de fondo y trompetas que suenan artificiales. Para el final de la canción, con la típica coda baladera inspirada en el rock, se ve el toque del artista expuesto con filtros en la voz y diferentes tipos de timbres haciendo armonía al fondo.

C’est si bon- Eartha Kitt: un track en francés, con el buen gusto melódico que muchas veces las canciones en este idioma tienen, con el toque retro que le agregan los pequeños coros remarcando el significado de la letra. La música jazzera queda perfecta en el humor que la película pretende tener.

Goldfinger- Sharon Jones and The Dap Kings: Una canción en tono menor la cual rememora las escalas de películas de detectives, tanto en timbre como en los instrumentos utilizados. La voz de Sharon Jones está muy a doc para el tipo de música que se busca.

Pretty things- Bo Diddley: una mezcla bluesera del gran Bo Diddley, de nuevo una canción con toques de música característica americana. Una eficiente melodía con linda letra y un ritmo bailable, utilizado en una parte muy específica de la película, digna de verse con este simple, pero muy eficiente track.

Moonlight in Vermont- Ahmad Jamal: elegante y de buen gusto, los arreglos de piano incesantes bajo la sombra del ritmo nuevamente jazzero hacen una combinación a la cual solo le falta una de esas voces graves que te llegan al alma.

Smokestack lightining- Howlin’ Wolf: Otro blues más a la lista. Cualquiera podría pensar que en una historia de superación y éxito profesional este tipo de música no sería la opción, pero la vibra que las abraza son las adecuadas para la obra, la voz rasposa de Howlin’ Wolf y su guitarra blusera le ayudan mucho a esta canción tan de su época, me agradó conocerla.

Hey Leroy, your mama is calling you- Jimmy Castor: una fusión que rememora a lo que se entiende por latino, desde su piano y su timbre rítmico que parece ser un cencerro. A partir de la letra y sus pasajes de saxofón, esta canción puede llegar a ser memorable para el que la escuche, una gran opción para la escena donde es utilizada.

En conclusión, este tipo de canciones que imperan en esta obra como el jazz, las fusiones latinas y sobre todo el blues son el pan de cada día en estas obras de superación y éxito profesional dentro del mundo del cine. Por la forma en que son planteadas sus melodías, los timbres armónicos y rítmicos dan esa “aura”, esa sensación agridulce que produce el subir a la fama como lo hizo Belfort en la película y en la vida real.

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