POR: Rogelio Vega
Para entender todo este conflicto entre las leyendas populares y los cuentos infantiles, es importante recordar que las leyendas populares son textos que forman parte de la identidad de un pueblo o una ciudad. En ellas, se cuentan historias que se creen reales y que van transcurriendo de generación en generación. En los cuentos clásicos infantiles, por otro lado, se nos invita a un mundo maravilloso donde la lógica y la causalidad están suspendidas pues no hay cabida para ello.
Es importante mencionar que las leyendas populares cuentan con ciertos toques de veracidad. Los personajes que pululan en éstas parecieran tener todos sus cabales, actuando de acuerdo a fundamentos históricos sin necesariamente tener un papel heroico dentro de la historia.
Mientras que, en los cuentos, los personajes están inmersos en la fantasía. Estos personajes pueden ser tanto seres humanos, animales o, incluso, seres inanimados personificados gracias a las herramientas de la gran ficción literaria.
Todo un clásico escuchar entre los niños de los noventas al famoso “Paco el chato”, un niño que formó parte de la infancia de muchos sin siquiera existir. Este pequeño se veía inmerso en situaciones que podía resolver de alguna forma fantástica. Seguro, también, tienes bien presente al hada madrina de la bella Cenicienta, aquella que, sin lugar a duda, nos puso un gran ejemplo de la fantasía en nuestros cuentos. Logró convertir a un ratón en un chofer, a una calabaza en un gran carruaje, y a una tela vieja en un gran vestido. Todo eso era posible en el imaginario mundo de los cuentos.
¿Cuántas historias más nos son tan familiares? Como los cuentos actuales dónde la bella Campanita, una hadita que estaba hecha para hacer el bien, merodea por jardines hermosos. ¿Acaso ya vino a tu mente de chavorruco otra criatura fantástica con la que creciste?
Mientras que, en nuestros mitos también nos contaban cosas fantásticas, todo era en torno a Dioses y teología autóctona. Por ejemplo, el mito de los hermanos que se encargaban de hacer sonar los truenos de las nubes, de hacer ver los relámpagos. Cosas que, según la historia, pasaron en el tiempo mitológico.
Por su parte, las leyendas que forman parte de nuestro pópulo, presentan unos personajes que alguna vez existieron y que los datos históricos respaldan. Tal es el caso potosino de Juan del Jarro, la Loca Zuley, y hasta el gallo Maldonado. Aunque en algunas se presentan fantasmas, gnomos, alebrijes y hasta hadas, estos entes “malignos” sólo funcionan como representaciones de las debilidades o pecados de los personajes o, a veces, maneras fantásticas en las que la gente decide explicarse los sucesos a lo cuales no pueden poner explicación.
La pelea entre los cuentos infantiles y las leyendas y/o mitos es algo que queda en el imaginario de las personas. Todos estos tipos de texto son lecturas que tienen su forma particular de ser disfrutadas, cada una tiene sus características que las vuelve especiales. Sería algo sorprendente escuchar que Juan del Jarro era algún animal o, bien, un dios. Sería algo que no creerías ¿verdad? Y menos sabiendo que tiene su casa en los barrios de San Luis Potosí.
En fin, cuando veas un cuento, disfruta todo su contenido, emociónate, viaja a la infancia que queda encerrada en tu corazón. Al ver una leyenda, sufre el misterio, llénate de la intriga de esta misma. Al ver los mitos, no olvides que, en algún tiempo muy lejano, poblaciones enteras estaban convencidas de la existencia de una gran cantidad de dioses y que todo lo que creíamos inexplicable tenía una explicación divina. Y para toda imaginación hay una gran acción.
En una pelea de géneros literarios nunca habrá vencedor, pues todas tienen herramientas para cautivar al lector.