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POR: ROGELIO VEGA

 

¡¡Me encanta poder ir a lugares desconocidos a través de los libros!! –exclamó Amairani.

Al comenzar la charla con Arleth Amairani, esta pequeña niña de 10 años, la cual disfruta de las lecturas infantiles, nos pudimos dar cuenta que contaba con un gran conocimiento sobre diferentes libros e historias. Durante la plática emergieron muchos comentarios que nos dejaron sorprendidos, pues eran datos muy acertados a pesar de su corta edad.

Entre la variedad de libros que ella ha podido leer se encuentran una gran cantidad de personajes que la llevan a sentirse emocionada. Ella comenta que entre los cuentos con los que más se ha emocionado, se encuentra el cuento de la Cenicienta, pues dice ser el cuento en el que ha encontrado más injusticias que la llenan de rabia. “El hecho de ver a Cenicienta dentro de los abusos de sus hermanas, que ni sus hermanas son, me hace querer golpearlas.” Pregunté si a ella le gustaría ser Cenicienta y comentó que no, a ella le gustaría ser el Hada Madrina y poner en su lugar a todas esas hermanas malas. Dijo que deberían apoyarse. 

“A mi me gustaría ser el Hada madrina, para darle más tiempo a Cenicienta, que disfrutara más del baile, que gozará más de los otros deseos y que siempre fuera feliz.” 

Ahí comprendí que los niños ya no estaban tan perdidos, que sabían que existía ese mundo imaginario pero que ya tenían la capacidad para hacer una comparativa con su vida real. Ellos disfrutan de la belleza de la utopía que son los cuentos, a comparación del mundo real, pero que saben que todo tiene sus riesgos, pues sorprendentemente agregó: “Caperucita Roja es mi cuento favorito. Aunque a veces me llena de miedo, pues se trata de un lobo que se quiere robar a las niñas, así como en la calle”. Es fascinante ver la gesticulación de esta infante al contar que el Lobo tenía unos ojos enormes para verla mejor, y una boca gigante para comerla mejor.

Le comenté si le gustaría estar en el cuento de Hansel y Gretel. Seguro los chavos grandes como yo lo recordarán muy bien, y me comentó que sí, pues es una aventura muy agradable caminar por bosques, aunque su cara se tornó temerosa al decir que le gustaría perder el camino hacia sus papás. Agregó que ella no comería ni chuparía la casa de dulces que se encontraba a medio del bosque, pues es mucha azúcar y puede morir. “Aparte mi mamá no me deja comer dulces de extraños”, afirmó.

“Todos los que salen en los cuentos son muy chidos, aunque me gustaría quitar a los personajes malvados de cada uno de ellos, pues haz de cuenta que si el lobo no existiera en los tres cochinitos, ellos podrían ser felices sin problemas. Y es que ese lobo era muy malo, pues en el cuento de Pedro y el lobo, también se comió sus borregas y, aún así, tenía mucha hambre pues quería comerse a la caperuza.” 

Además de los cuentos infantiles ella disfruta mucho de lecturas de revistas pues incluyen historias que la cautivan. Al igual que los cuentos, la llevan a imaginar que está en otro lugar, la transportan fuera de sus problemas cotidianos de ayudar a las tareas del hogar, se olvida de los pleitos con sus compañeros y hasta la aleja de la gran carga que es hacer su tarea escolar.

A veces creemos que los cuentos infantiles han pasado de moda, no valoramos las buenas lecturas que nos dejaron los hermanos Grimm, por mencionar algunos autores.

El profundizar sobre esto con esta criatura de pequeña edad nos enseña más a nosotros como adultos. Nos enseña que un buen cuento se disfruta con inocencia, vemos cómo los pequeños viajan a través de las neuronas de su imaginación y logran estar en el lugar o el país de lo desconocido, descubriendo cómo les gustaría vivir, cómo para ellos todo sería perfecto.

Por eso, cuando veas a un niño jugar a ser un personaje de un cuento o alguna serie, no rompas su ilusión, no lo critiques. Ellos no saben de estereotipos, ellos solo saben de lo que los haría feliz y cómo lograrlo en sus pensamientos. Motiva la lectura, motiva la magia de la infancia.

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