Una reflexión sobre “Salvajes”, novela de Antonio Ramos Revilla

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Redacción por Michelle PM
Fotografía por Kenia Hernández

“Salvajes” fue el primer libro presentado en la 46 Feria Nacional del Libro UASLP, justo una hora después de la inauguración. Esta es una novela que nos muestra la historia de tres hermanos y de su madre, quienes luchan contra la pobreza y el narcotráfico con la esperanza de que algo cambie. A pesar de los temas difíciles que toca la novela, este es un libro juvenil que hace uso de recursos literarios para aligerar el relato, como la descripción de comida en diferentes capítulos o el típico “humor negro mexicano”, como describió Patricia Flores casi al inicio de la presentación. 

El objetivo de Antonio Ramos Revilla con su libro era “retratar la pobreza como es”, sin glorificarla o sentenciarla, solo mostrar las vidas de aquellos que viven en el barrio y que, aunque la situación de vida sea difícil, pueden sobrevivir apreciando las pequeñas cosas de la vida, como subir a la azotea y ver que eres el único con techo de cemento, o jugar a las maquinitas.

Muy pocos libros me han hecho sentir identificada como lo ha hecho este. Creo que escuchar acerca de la visión del autor y de sus propias experiencias de vida me hicieron descubrir un sentimiento que comparto con Antonio: vemos la dualidad que existe y la comprendemos. “Todos somos barrio, todos llevamos algo de eso dentro”. 

Antonio Ramos Revilla creció en una colonia en Monterrey, su tío lo llevaba como su ayudante a reparar el aire acondicionado de las casas ricas. “¿Neta se necesita todo esto para vivir?”, pensaba cuando entraba a cada una de ellas. En mi caso, comparaba la casa de mi abuela con las demás de la colonia. “La más grande de la plaza, mi abuelita les gana a todos”, pensaba yo. 

Antonio jugaba al fútbol con sus amigos y otros niños más pequeños que se hacían los grandes junto a él, para demostrar que eran fuertes. Ahora, la mayoría de esos pequeños crecieron y fueron ejecutados por el narcotráfico en Monterrey. 

Yo, en cambio, con mi abuela escucho “Ya mataron a otro repartidor, tiraron a alguien enfrente de un edificio, allá atrasito. ¿Si supiste que quemaron vivo a uno justo aquí? No te ves de por ahí, ¿no te da miedo? ¿No te da pena decir que vives ahí?” Algunas veces pienso que he tenido muchas más oportunidades y poseo más privilegios que mucha gente de mi barrio. ¿Cómo puedo vivir en mis condiciones mientras que alrededor mío hay tanta violencia?

Al final del día, todo es una escala de grises, incluso las personas lo son (algo que también mostró Antonio con los personajes de la madre y el abogado). La línea entre lo malo y lo bueno, lo agrio y lo dulce se desdibuja mucho en un país tan surrealista como México.

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