Para entender la ciencia y el pensamiento científico

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Por: Alfredo Barrales Martínez

La historia de la humanidad ha develado diversas fuentes de conocimiento y comprensión del ser humano, su origen y del motivo del porqué nos encontramos en el mundo. Este cuestionamiento es el que nos diferencia de los animales, los cuales solo están en el mundo, mientras que el hombre, trata de comprenderlo. Han predominado dos paradigmas de conocimiento: la ciencia y la fe. La segunda, como canon irracional de adoctrinamiento, dogmático, sin cuestionamiento, solo por creencia en la divinidad. La ciencia, por otro lado, es un continuo de ideas y que se caracteriza “como conocimiento racional, sistemático, exacto, verificable y por consiguiente falible. Por medio de la investigación científica, el hombre ha alcanzado una reconstrucción conceptual del mundo que es cada vez más amplia, profunda y exacta” (Bunge, 2014, p. 1). Entonces, es la ciencia la que ayuda al ser humano a distinguir el conocimiento científico del común: la doxa, la suma de nuestros conocimientos sobre la realidad que utilizamos de un modo efectivo en la vida cotidiana del modo más heterogéneo como guía para las acciones, como temas de conversación, etc. (Caviglia, 2006).

El desarrollo de la ciencia ha pasado por diversas visiones que tratan de explicar la realidad de la humanidad y de encontrar la verdad. Han sido visiones que, acorde con los descubrimientos y conocimientos propios de las épocas en las que surgen, buscaron aportar más elementos de discusión sobre la verdad de las cosas. 

En este transcurso y a través del debate filosófico de los pensadores, se encuentran dos corrientes preponderantes: el positivismo y la hermenéutica; sin embargo, surge también una corriente de pensamiento que cuestiona las propuestas filosóficas y científicas, pues hasta cierto punto son monistas, incluyendo a la hermenéutica. Carecen de una visión integral y holística que busque comprender las diferentes formas de problemáticas de la humanidad: el pensamiento complejo.

Bunge (2014) distingue dos tipos de ciencia: la formal y la fáctica y postula que formal está basada en ideas abstractas, como números, por ejemplo, y es objetiva, racional, sistemática y verificable, mientras que la fáctica analiza hechos de la realidad, es decir, la materia; por lo cual, es subjetiva (aunque también sistemática y verificable). Gracias a la obra de Bunge, es posible una primer gran ramificación de la ciencia: la formal (o ideal) y la fáctica (o material); también es posible reconocer los métodos propios de cada una: 

Nuestra división también tiene en cuenta el método por el cual se ponen a prueba los enunciados verificables: mientras las ciencias formales se contentan con la lógica para demostrar rigurosamente sus teoremas (los que, sin embargo, pudieron haber sido adivinados por inducción común o de otras maneras), las ciencias fácticas necesitan más que la lógica formal: para confirmar sus conjeturas necesitan de la observación y/o experimento. En otras palabras, las ciencias fácticas tienen que mirar las cosas, y, siempre que les sea posible, deben procurar cambiarlas deliberadamente para intentar descubrir en qué medida sus hipótesis se adecuan a los hechos (Bunge, 2014, p. 2).

 

¿Qué es el conocimiento? 

Para conocer también el desarrollo de la ciencia, es necesario también conocer los postulados principales de la epistemología de la ciencia y de la filosofía de la ciencia, lo cual implica una reflexión en torno a la vigencia de los paradigmas científicos para comprender los tan diversos y variados fenómenos de la realidad social. Para Piaget, la epistemología constituye un estudio de los pasajes o momentos de estado menor de conocimiento y el tránsito hacia estados de conocimiento más avanzado, preguntándose por el cómo conoce el sujeto (cómo se pasa de un nivel de conocimiento a otro); la pregunta es más por el proceso y no por lo “qué es” el conocimiento en sí” (mencionado por Cortes y Gil, 1997). Tamayo (1997) la define como la ciencia que tiene por objeto conocer las cosas en su esencia y en sus causas. 

El término deriva del griego “episteme”, que significa conocimiento; es una rama de la filosofía que se ocupa de todos los elementos que procuran la adquisición de conocimiento e investiga los fundamentos, límites, métodos y validez de este (Ceberio y Watzlawick, 1998). Jaramillo (2003) observa que en tanto se fundamenta en vivencias adquiridas por el mundo de la vida, la epistemología persigue el conocimiento que surge de la relación sujeto – objeto; lo que la sustenta como tal, su esencia, sus alcances y límites en su acepción interna (propia de la disciplina) y externa (su influencia en el contexto social).

Por otro lado, la filosofía da origen a las tradiciones científicas a partir del propio cuestionamiento de la realidad: “en el pasado, la filosofía ha sido una fuente esencial del conocimiento. Hoy, sin embargo, no puede haber verdadera filosofía al margen de la ciencia” (Azcárraga, 2003, p. 40). El asunto con las teorías científicas es su capacidad explicativa y predictiva de la realidad, así como su acuerdo con la experiencia. 

De esta situación surgen diversas corrientes filosóficas que sirven como marco de comprensión muy específico de los fenómenos. Cuando los paradigmas de construcción del conocimiento resultan insuficientes, esto debido a la complejidad de la sociedad y la dificultad teórica para comprenderla, es que surgen nuevos paradigmas científicos. El presente está completamente marcado por la ciencia, esto porque el progreso no es permanente. Es decir, es constante. Nunca se llega al final del progreso. Ello se encuentra estrechamente vinculado con la función de la ciencia y de la tecnología (materialización de la ciencia). Por lo tanto, para el desarrollo de nuevos esquemas de conocimiento, la ciencia tiene un papel predominante. Y el conocimiento científico pasa a ser conocimiento común, mismo en el que se basa la ciencia. 

En la actualidad, nos encontramos ante diversos cambios de paradigmas científicos, como de hecho, ha sucedido siempre. Khun llama a este cambio “revoluciones científicas” (1962, mencionado por Asensi y Parra, 2002). Y dado que la ciencia es el instrumento para la comprensión del mundo, entonces nuestra comprensión de este se encuentra también envuelta en un cambio, en el que la ciencia juega el principal papel. 

El positivismo tiene como representantes principales del pensamiento a Bacon, Comte, Durkhein, Locke y Kant, entre otros, quienes postulaban que la ciencia tiene como propósito principal dar respuesta a las causas o motivos de los fenómenos, a manera de explicación causal. Ello por medio del modelo físico matemático, resultado de la concepción de la ciencia como paradigma de las ciencias naturales, es decir, que toda explicación debe de estar fuertemente fundamentada por medio de métodos comprobables y verificables que permitan la predicción del comportamiento de los mismos fenómenos y de otros. 

En una postura opuesta y que rechaza el monismo metodológico de la anterior visión, surge como corriente científica-filosófica la hermenéutica, con autores como Droysen, Dilthey, Weber, Rickert y Collingwood. La comprensión de los fenómenos antes de su explicación era un deber prioritario en esta concepción científica, pues el comprender implicaba una verdadera concepción metodológica de la ciencia del ser humano. Con ello surge un antecedente muy importante en la constitución de las Ciencias Sociales, como alternativa para explicar la realidad y encontrar la verdad. 

La propuesta de entender la dinámica sujeto-objeto en la ciencia, pues el sujeto se encuentra relacionado en diversas dimensiones con el objeto resulta característico para la hermenéutica. De ello deriva también el hecho de que, para comprender la realidad, es necesario comprender los fenómenos de manera particular.

Sin embargo, pensadores como Khun proponen que todas las visiones científicas implican una revolución originada en la falta de elementos teóricos y metodológicos para comprender al mundo, por lo que el paradigma del pensamiento complejo es una perspectiva relevante puesto que la ciencia y el progreso científico se compone de todo el cúmulo de pensamientos científicos.  

Las aportaciones de Mario Bunge a la comprensión de la ciencia

Bunge observa de manera puntual la utilidad de la ciencia en la vida del hombre. Menciona, de hecho, que la diferencia principal entre este y los animales que la capacidad que tienen los primeros para tratar de comprender su mundo, a través de una imperfecta, aunque perfectible inteligencia. A lo que refiere es a la capacidad humana de construir o crear un proceso con el fin de explicarse su propio mundo y entendiendo como ese proceso a la ciencia: un conocimiento que es racional, sistemático, exacto y verificable, pero que también es falible. Y, a través de la investigación científica, ha sido posible una reconstrucción conceptual del mundo, además del progreso. 

El texto de Mario Bunge es indispensable para quien se inicia en el quehacer científico puesto que clarifica dudas y resuelve mitos acerca de la ciencia y la investigación científica. El método no se plantea tampoco dogmático pues su uso es indistinto en cada problema a resolver ya que parte de observaciones de quien investiga, mismas que son diferentes unas de otras. Además, constituye una reflexión importante sobre la manera en que concebimos y hacemos a la ciencia, sin olvidar la guía que es. Resulta importante puntualizar la manera en que Bunge trata el tema de la ciencia no como un remedio para los males de la humanidad, como podría entenderse, sino como el paradigma a través del cual la comprendemos y deconstruimos nuestras ideas al respecto del mundo y la manera de entenderlo. Creo que es una de las principales aportaciones del texto, más allá de la guía que constituye.

La principal aportación su texto es la clasificación que Mario Bunge encuentra de la ciencia: la formal y la fáctica. Para clarificar esto, señala que no toda la investigación científica procura el conocimiento objetivo, en tanto que no todos los objetos de estudio son formales, sino que pueden ser hechos o sucesos. Ejemplifica cómo la lógica y la matemática son racionales, sistemáticos y verificables, pero no son objetivos en vista de que no brindan información de la realidad ya que no se ocupan de los hechos. Es decir, trabajan con entes ideales, mismos que son abstractos e interpretados, existentes solo en la mente humana. Y, además, construyen sus propios objetos de estudio. Por ejemplo, los números, que se le pueden atribuir a cualquier objeto, pero son un concepto abstracto. 

Las disciplinas como la lógica y la matemática son llamadas ciencias formales, ya que se ocupan de inventar entes formales y de establecer relaciones entre ellos. Sus objetos de estudio no son cosas o procesos, sino formas -mismas a las que se les puede asignar un sinfín de contenidos fácticos o empíricos. 

Es posible interpretar a esos objetos formales, pero dicha interpretación es arbitraria y está guiada por el éxito, la conveniencia y la ignorancia de quien lo hace, ya que el significado fáctico o empírico no es una propiedad de los objetos formales a los que se les atribuye dicho significado; es por ello por lo que las ciencias formales no entran en conflicto con la realidad. Entran en contacto con ella a través del puente que se crea entre el lenguaje ordinario y el científico.

Entonces Bunge, enfatiza una primer gran división de las ciencias: ciencias formales o ideales y ciencias fácticas o materiales. De igual manera considera esta primera división el objeto o tema de sus respectivas disciplinas. Ambos tipos de ciencia buscan observar y comprender los enunciados que se forman al relacionarse los objetos de cada una. En las ciencias formales los enunciados son signos mientras que en las ciencias fácticas sucesos y procesos. El método a través del cual se ponen a prueba dichos enunciados es también una diferencia significativa: la lógica o la observación-experimentación -es decir, mirar y observar los hechos para descubrir cómo se adecuan a sus hipótesis-.   

En las ciencias fácticas no se emplean símbolos vacíos -variables lógicas- como en las ciencias formales, sino símbolos interpretados. Es por ello por lo que la racionalidad, entendida como la coherencia con un sistema de ideas previamente aceptado, es necesaria, aunque no suficiente, puesto que no es garante de obtener la verdad. Los enunciados deben de ser verificados en la experiencia: de manera indirecta y a través de hipótesis generales en las ciencias formales y de manera directa y como consecuencias singulares de las hipótesis, en las ciencias fácticas. Posterior a la verificación empírica, es que los enunciados fácticos, son verdaderos, ya que solo la experiencia puede decirnos si una hipótesis relativa a cierto grupo de hechos materiales es adecuada o no. Al conocimiento fáctico verificable, se le llama también ciencia empírica, menciona Bunge.

Lo anterior, bajo el fundamento de que es la experiencia la que ha enseñado a la humanidad que el conocimiento no es convencional; si se busca la comprensión el control de las cosas, debe de partirse de la experiencia. La comprensión y el control aluden a los enfoques cualitativo y cuantitativo, respectivamente. Es importante resaltar que la experiencia no garantiza que la hipótesis sea la única verdadera, sino que es probablemente adecuada. Es por ello por lo que el conocimiento fáctico es racional, pero probable. 

Las ciencias formales demuestran o prueban, de manera completa y final, además vigoriza el hábito del rigor, mientras que la ciencia fáctica verifica -es decir, confirma o disconfirma- hipótesis provisionales, incompletas. Induce a considerar al mundo como algo inagotable, al igual que al hombre como algo inconcluso e interminable. 

Posterior a este primer análisis, Bunge centra su análisis en la ciencia fáctica. Parte de explicar qué es el conocimiento racional: conceptos, juicios y raciocinios, no por imágenes, pautas de conducta; esas imágenes pueden combinarse en algún conjunto de reglas lógicas con el fin de producir nuevas ideas -inferencia deductiva-. Dichas ideas no se amontonan caóticamente, sino que se encuentran en un sistema de ideas. Para complementar, Bunge observa 15 principales características de la ciencia fáctica, mismas que son perfectamente equiparables a las del método científico: 

  1. El conocimiento científico es fáctico, 
  2. El conocimiento científico trasciende a los hechos, 
  3. La ciencia es analítica, 
  4. La investigación científica es especializada, 
  5. El conocimiento científico es claro y preciso, características que se cumplen cuando se planteas los problemas de manera clara, ya que es difícil distinguir cuáles son los problemas; la ciencia parte de nociones que parece no claras al, pero las complica, purifica y eventualmente, las rechaza; la transformación progresiva de nociones corrientes se efectúa incluyéndolas en esquemas teóricos; la ciencia define sus conceptos y crea lenguajes artificiales, inventando símbolos que se les atribuye significados determinados por medio de reglas de significación y finalmente, procura siempre medir y registrar los fenómenos, 
  6. El conocimiento científico es comunicable, 
  7. El conocimiento científico es verificable: debe de aprobar el examen de la experiencia, 
  8. La investigación científica es metódica, 
  9. El conocimiento científico es sistemático, 
  10. El conocimiento científico es general, 
  11. El conocimiento científico es legal, 
  12. El conocimiento científico es predictivo, 
  13. La ciencia es abierta, 
  14. La ciencia es útil, porque busca la verdad; es eficaz en la provisión de herramientas para el bien y el mal. 

Una vez clarificadas las nociones de ciencia que presenta Bunge, el autor procede a explicar de manera más particular el método de la ciencia que, como se mencionó, tiene características muy similares a las de la ciencia fáctica. Además, hace hincapié en que el método científico no es un listado de pasos simples a seguir, a manera de receta de cocina, sino un proceso de pensamiento que, a través del cuestionamiento y la abstracción, desmenuza los problemas -enunciados- de la realidad, para poder comprender sus diferentes partes, para después volverlas a unir y comprender el problema en su totalidad. La pauta para el método científico es: 

PLANTEO DEL PROBLEMA: reconocer los hechos relacionados con el problema, hacer una clasificación preliminar y seleccionar de problemas relevantes en algún modo. Descubrimiento del problema implica el hallazgo de alguna laguna en el cuerpo del saber. Finalmente, para formular el problema es necesario formular una pregunta que tiene probabilidad de ser la correcta: reducción del problema a su núcleo significativo, soluble y fructífero, con ayuda del conocimiento disponible. 

CONSTRUCCIÓN DE UN MODELO TEÓRICO: seleccionar los factores pertinentes, invención de suposiciones plausibles relativas a las variables que probablemente son pertinentes. Invención de las hipótesis centrales y de las suposiciones auxiliares y propuesta de un conjunto de suposiciones a los nexos entre las variables pertinentes. 

DEDUCCIÓN DE CONSECUENCIAS PARTICULARES: es decir, búsqueda de soportes racionales que pueden haber sido verificados en el mismo campo o campos adjuntos; búsqueda de soportes empíricos y elaboración de predicciones sobre la base del modelo teórico y de datos empíricos, teniendo en cuenta técnicas de verificación disponibles. 

PRUEBA DE LA HIPÓTESIS: diseñar la prueba, que implica planear los medios para poner a prueba las predicciones, diseño de observaciones, mediciones, experimentos y demás operaciones instrumentales; ejecución de la prueba, elaboración de los datos e interpretación a la luz del modelo teórico. 

INTRODUCCIÓN DE LAS CONCLUSIONES EN LA TEORÍA: comparar las conclusiones con las predicciones, contraste de los resultados con las consecuencias del modelo teórico precisando la medida en que se confirma o disconfirma; eventual corrección o reemplazo del modelo; búsqueda de lagunas en la teoría o los procedimientos empíricos; observaciones sobre la posible aplicación del modelo en otras áreas del saber. 

De remate

El papel de la ciencia en la actualidad es definitorio para el conocimiento del universo, del mundo y de la humanidad, así como para el progreso. El desarrollo de tecnología es posible gracias a los avances científicos, y la propia tecnología es clave en dichos avances, por lo que la relación de ambas es dinámica y recíproca. 

En las nuevas perspectivas teóricas, se abunda en objetos de estudio correspondientes a las realidades actuales, lo cual es evidencia del papel de la ciencia en el presente. Entonces, la ciencia tiene incidencia más allá de la tecnología, pues en todas las esferas del mundo es en donde se encuentran dichos objetos de estudio: la comunicación, la economía, la administración, en lo social, en lo natural, etcétera, sin embargo, es también punto de reflexión el impacto que tiene la propia ciencia en esas esferas sociales: cómo las afectan, cómo modifican los comportamientos de los sujetos, como conviven con la ciencia en sus vidas diarias. Es decir ¿cuál es la relación del hombre con la ciencia?

Es necesario que haya cambios de paradigmas científicos en virtud de que los fenómenos de la realidad social son dinámicos y, por lo tanto, complejos. Es por ello por lo que la perspectiva de la complejidad en la búsqueda de la verdad es considerada como obligatoria. Ello se acentúa con el propio progreso resultado de la ciencia, que se ve manifestado en el desarrollo tecnológico y que a su vez modifica todas las dimensiones de la realidad, por lo que, entonces, es necesario reflexionar sobre nuevas maneras de comprenderla. 

Hoy en día, las perspectivas positivistas, neopositivistas y hermenéuticas, mismas que continúan como paradigmas de investigación en universidades y centros de investigación, pese a sus arraigadas tradiciones, aceptan un poco más el paradigma de la complejidad como un elemento de alguna manera transversal en sus planteamientos. 

Lo anterior resulta es una ventaja para la ciencia y la investigación, como parte de una revolución científica en la que como humanidad estamos viviendo. Los paradigmas clásicos, si bien siguen vigentes, es necesaria una revisión sobre las maneras de observar la realidad y esta, como ente indudablemente complejo, debe de investigarse como tal.

Referencias 
Asensi V. y Parra, A. (2002). El método científico y la nueva filosofía de la ciencia. Anales de documentación (5). Pp. 9-19. Departamento de Información y Documentación. Universidad de Murcia. 
Azcárraga, J.A. (2003). Ciencia y filosofía. Mètode, Revista de difusión de investigación. Pp. 40-46. Universidad de Valencia. 
Bunge, M. (2014). La ciencia, su método y su filosofía. Penguin Random House / Grupo Editorial Argentina.
Caviglia, M. (2006). Dictadura, vida cotidiana y clases medias: una sociedad fracturada. Buenos aires: Prometeo libros. 
Cortés, F. y Gil, M. (1997). El Constructivismo Genético y las Ciencias Sociales: Líneas Básicas para una Reorganización Epistemológica. En: La epistemología genética y la ciencia contemporánea, de Rolando García (coord.). Bacelona, España: Gedisa.  
Jaramillo Echeverri, L. G. (2003). ¿Qué es Epistemología? En: Cinta de Moebio, núm. 18, diciembre. Santiago, Chile: Universidad de Chile. Disponible en: http://www.redalyc.org/pdf/101/10101802.pdf
Tamayo y Tamayo, M. (1997). El Proceso de la Investigación Científica. México: Limusa / Noriega Editores.

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Un comentario en "Para entender la ciencia y el pensamiento científico"

  1. Sin duda es algo que muchas veces no sabemos cómo es que funciona, muchas veces nos quedamos sin explicación alguna, solo por el hecho de existir, sin cuestionar nada.

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