Por: Deborah C. Chavarría Dueñas
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La celebración del día de muertos es entendida por lo regular solo bajo el término sombrilla de lo “mexicano”, sin embargo, dentro de este existe una infinidad de configuraciones distintas de la experiencia y celebración de la fiesta de los muertos; estos muchos Méxicos recuerdan y reciben a sus difuntos en los primeros días de noviembre mediante ceremonias propias de su cultura local. En el estado de San Luis Potosí, en las comunidades indígenas de la zona Huasteca, se lleva a cabo la celebración del Xantolo.
El “Xantolo” se deriva directamente del latín “sanctorum”, que era la manera en que la iglesia católica denominaba a la fiesta de todos los santos. La palabra fue introducida por los Teenek al náhuatl (Bautista, 2020) (Muñoz, 2012); muchos autores debaten acerca del significado real otorgado al “Xantolo” como nombre, y si es correcto seguir refiriendo a la fiesta de todos los santos como el significado del mismo sobre la “fiesta de los muertos”.
Las ceremonias relacionadas con el culto a la muerte en el México de la pre-conquista no se llevaban a cabo en una sola fecha universal. No obstante, con la llegada de los conquistadores españoles y la completa dominación de los pueblos indígenas, las festividades y celebraciones relacionadas con el culto a los muertos fueron empacadas en una universal, más cercana a la creencia y doctrina del conquistador, con sus normas y en sus tiempos.
Hablar acerca de una celebración del Día de muertos requiere que se considere el choque de mundos que supuso la conquista y la influencia que, hasta nuestros días, siguen teniendo los muchos factores culturales que participan de la construcción de nuestra identidad mexicana. El Día de Muertos que celebramos en la zona capital urbana de San Luis Potosí, puede parecer basado en el mismo principio que el Xantolo, pero la ceremonia huasteca cuenta con sus propios rituales y configuraciones.
Bautista (2020), se da a la tarea de narrar, de manera concisa, la especie de programa del Xantolo huasteco, de uno de los múltiples Xantolos huastecos; el inicio de esta festividad puede verse venir desde los últimos días de junio, donde se comienza con la siembra de las flores que serán utilizadas en los altares y en las ceremonias; aquí surge la primera señal de la cercanía de los muertos.
El 29 de septiembre, en el día de San Miguel Arcángel, con la segunda señal de la cercanía de los muertos. Los días 30-31 de octubre y 1-2 de noviembre, son las fechas cúspide de la celebración del Xantolo. El 30 de octubre se realizan los arreglos y montaje de los altares y arcos, posteriormente, el 31 se inicia la festividad con la puesta de ofrendas de alimento para los niños que emprendieron su viaje desde el otro mundo para visitar este plano de existencia.
Bautista hace la distinción entre la llegada de los fallecidos infantes y los fallecidos adultos, mencionando que el 1º de noviembre se colocan las ofrendas para estos últimos, que también vienen con hambre y sed a consecuencia de su viaje.
Estos días de llegada esperados, están repletos de colores, olores y sensaciones para los vivos, que llenan el ambiente de anticipación por el reencuentro con sus difuntos, que son recibidos con cohetes, ceras y copal (Bautista, 2020). Las velas y los caminos de pétalos de cempasúchil fungen como señales y guías para las almas ansiosas por volver, aunque sea un rato, y disfrutar de ese pozole de la familia o el pan dulce favorito, una manzana o una mandarina, una cajetilla de cigarros o un caballito de tequila, disfrutar lo que sus seres queridos le ofrendaron.
El 2 de noviembre se realiza el Tlakuaualistli o la despedida. Aquí se llevan las ofrendas al panteón, donde se construye un arco con flores en la cima de las tumbas. Ahí mismo, se les deposita la ofrenda que, posteriormente, es compartida por quienes la llevaron y se encuentran reunidos. Después, se realiza un intercambio de ofrendas entre los vivos, de ahijados a padrinos; es así como terminan los días centrales del Xantolo El 9 de noviembre normalmente se celebra el Tlachikontilistli que también recibe el nombre de 9 días de las ánimas.
Párrafos atrás hacemos mención de que Bautista describe uno de los múltiples Xantolos existentes; Jorge Mirabal Venegas (2020) en su trabajo “Rituales de inclusión y transformación: la Huasteca Potosina a través de Xantolo”, se refiere a que el Xantolo, como fenómeno cultural, no puede ser entendido de igual manera que la celebración del Día de muertos a la que hicimos referencia anteriormente. No existe un Xantolo homogéneo. Incluso al situar nuestro análisis en una localización geográfica específica. El Xantolo es vivido y percibido de manera distinta por el náhuatl, por el mestizo y por el externo, por el hombre, la mujer, el niño y el anciano.
Pensar a la celebración apegada a la tradición de los pueblos indígenas desde una perspectiva reflexiva en torno al impacto de la conquista y lo que esta significa, permite entenderla como un aspecto valioso de la cultura que nos construye como pueblo mexicano. El Xantolo es símbolo de la preservación de las prácticas y ceremonias previas al choque que supuso la llegada de los colonizadores europeos. La celebración del Día de Muertos que experimentamos y de la que participamos los potosinos de la zona centro, puede parecer similar al Xantolo, sin embargo, está construida de manera completamente distinta; si bien los orígenes son los mismos, el desarrollo y evolución de nuestras y sus prácticas no puede ser empaquetado dentro de la misma caja.
REFERENCIAS: