Tras bastidores, la historia del cabaret

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Por Roy Zaldívar

Durante el siglo XIX, los cabarets se volvieron sitios recurrentes en todo el mundo, la vida nocturna formaba parte de la cotidianidad de ciertas personas. La popularización de estos lugares trajo consigo grandes desigualdades para las mujeres que trabajaban en ellos. 

“Vende caro tu amor Aventurera, da el precio del dolor a tu pasado y aquel que de tu boca la miel quiera, que pague con brillantes tu pecado” cantaba el compositor Agustín Lara en su tema “Aventurera”. La vida nocturna en los cabarets de la Ciudad de México es vivo reflejo de la cultura e ideología que aún sobrevive en el país, como el machismo y los códigos morales. 

Los orígenes del cabaret se remontan a París; donde surgieron algunos de los más grandes de la historia, por ejemplo, aquellos que estaban en el barrio de Monmatre. El primer cabaret famoso de la historia fue Le Chat Noir, que ofreció sus primeros espectáculos en 1881. En México los cabarets alcanzaron su máximo esplendor hacia 1950 en donde políticos, artistas e intelectuales compraban fichas y bebían sin prejuicio dentro de aquellos salones.

En la Ciudad de México se hicieron distinto esfuerzos para abolir el trabajo sexual. Las autoridades intentaron modificar esta regulación clausurando los establecimientos, sin embargo, esto no fue suficiente y los propietarios decidieron seguir trabajando sin cumplir las normas.

Carlos Medina Carachero, maestro de la materia de Historia Universal Moderna y Contemporánea en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM afirma: “La reglamentación de los cabarets no fue puesta en marcha de forma eficaz por parte de las autoridades, ni acatada por los particulares. Lo anterior, produjo el establecimiento de un modus vivendi entre las autoridades y los particulares, que hicieron del funcionamiento de los cabarets al margen del reglamento una constante. La ley se convirtió en letra muerta y la realidad se impuso a través de la corrupción”. 

Además, Medina Carachero comenta: “A pesar de las medidas oficiales que se establecieron con relación a las cabareteras y las trabajadoras sexuales, ambos grupos de mujeres no mejoraron sus condiciones de vida. La elaboración de supuestas políticas sociales redentoras de las mujeres perdidas generó procesos confusos, por las mismas actitudes y prácticas sociales inmersas en la legislación y la organización de la vida nocturna”.

El cine de ficheras surgió en la década de los 70, retratando a las mujeres que trabajaban en los cabarets y las vidas de “pecado” que ahí llevaban. No obstante, el objeto central de estas películas son los hombres, a diferencia de lo que pareciera, las narrativas giran en torno al deseo sexual de estos y dejan a las mujeres en segundo plano. Este género cinematográfico es meramente una manifestación de la cultura de la violación en donde se legitima el estado patriarcal dentro de la sociedad mexicana de la segunda mitad del siglo XX. 

Llama la atención cómo en México el fenómeno del trabajo sexual dentro de los cabarets sirvió como inspiración para el cine y la música, enalteciendo la figura de la cabaretera al grado de ser un referente en el imaginario nacional, pero nunca se abordó la realidad de quienes ejercían este oficio. La voz de las mujeres, como es costumbre, se silenció, y los hombres se apropiaron de la narrativa, dejando a estas personas como meros símbolos sexuales.

Queda mucho que hacer en torno al trabajo sexual, una comunidad que ha sido vulnerada y estigmatizada es el resultado de la violencia y desigualdad sistémica que México vive. Sin embargo, es necesario dar un vistazo al pasado para tener un mayor entendimiento de los problemas actuales y las repercusiones que tiene en el presente.

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