POR: Roy Zaldívar
El verano usualmente trae consigo el uso de prendas que nos permiten estar más cómodos ante las altas temperaturas y, por ende, a mostrar más piel. En siglos pasados esto era impensable para las mujeres, pues se creía que incitaban los deseos sexuales de los hombres. Sin embargo, hoy en día el cuerpo y cómo se viste ha pasado de ser un mecanismo de dominación a una forma de protesta.
Si bien en un inicio la vestimenta femenina sirvió como una herramienta de dominación, lo cual ocasionó un conflicto entre la moda y la lucha feminista, hoy en día vestir aquello que se piensa es emblema de identidad y empoderamiento. Susana Saulquin en su libro Historia de la moda en Argentina afirma “la relevancia de este vínculo entre vestido e identidad, varía según las épocas ya que depende de las relaciones de poder que la misma sociedad quiere o necesita enfatizar”. La vestimenta siempre ha sido un indicador socioeconómico, político y cultural para las personas, así mismo, ha servido para marcar la diferencia entre el dominante y el dominado, y con el patriarcado no fue diferente.
Durante la edad media, a través de la ropa se buscaba exaltar partes específicas del cuerpo de las mujeres. Abdallah Aquino, Licenciado en Diseño y Marketing de moda explica “las caderas anchas representaban el ser prolifera, el busto sobresalía y la cintura muy pequeña. Si bien se buscaba expresar la sexualidad y virilidad a través de la indumentaria, esta estaba limitada por el control de la iglesia”. El corset representó por mucho tiempo el confinamiento físico y social de las mujeres, ya que era una prenda que inhibía el movimiento activo y reprimía la sexualidad, se consideraba tanto una afirmación de la belleza femenina y una negación de la sexualidad.
El repudio hacia el corset por lo que representaba (sumisión y belleza), orilló a la mujer del siglo XX a masculinizar su atuendo. En El segundo sexo, Simone de Beauvoir señala el sentido político del pantalón, “No hay nada tan poco natural como vestirse de mujer; sin duda, la ropa masculina también es artificio, pero es más cómoda y simple, está hecha para favorecer la acción en lugar de entorpecerla”. La importancia de ello recae en que no hay nada de masculino en el pantalón, sino que es una prenda que permite la libertad de movimiento, sinónimo de la libertad que poseían los hombres.
Una precursora de esta ruptura de pensamiento en torno a la mujer y la moda fue Coco Chanel quién “comenzó a tomar las prendas de sus parejas e involucrar prendas masculinas en a su look personal y darle ese distintivo a lo que ahora denominamos el estilo Chanel que es andrógino, con matices entre sport y cruiser” menciona Aquino. La libertad que la diseñadora brindó a las mujeres con piezas simples, sin exceso de adornos, con libertad de movimiento, trajo consigo una revolución en cómo las mujeres se desenvolvían en la sociedad siendo miembros activos de ella.
Otro ejemplo claro de esta emancipación de la mujer, referente al vestido, son los trajes de baño. Cuando nadar se convirtió en una actividad recurrente, a finales del siglo XIX, se diseñaron los primeros trajes de baño, los cuales consistían en un vestido de mangas cortas, con pantalones debajo, sombreros para evitar broncearse y medias que cubrían las piernas, pues era mal visto mostrar demasiada piel. Al ser estos muy incómodos, pues llegaban a pesar hasta tres kilos ya mojados, paulatinamente se fueron acortando e incluyendo escotes. Después, en 1946, Jacques Heim creó un traje de baño de dos piezas que nombró como “Átomo”, el cual causó tanta polémica que su popularización se vería hasta 20 años después.
Actualmente, la moda se reivindica como una forma de empoderamiento, creatividad y expresión para la mujer. A pesar de seguir siendo un sistema que ejerce poder sobre las masas, ahora lo hace brindando a cada persona la oportunidad de construir una identidad propia. La ropa trae consigo una carga simbólica que sirve como instrumento de protesta y empoderamiento para la lucha feminista, muestra de ello, es la selección de pañuelo verde como insignia de este movimiento. Ahora, más que solo ser funcional, la vestimenta es un medio de comunicación al servicio de las mujeres.
La moda usualmente es considerada como frívola y superficial, sin embargo, esa idea ha quedado en el pasado y que a través de ella se puede reflejar lo que sucede en cierta época. Es casi imposible separar la vestimenta de su contexto histórico, pues la moda se presenta como una manifestación inmediata de los sucesos y usualmente está altamente condicionada a ellos. Se puede afirmar que la moda es política, ya que permite a la mujer expresar su ideología a través de un lenguaje no escrito pero que es percibido y analizado por la audiencia. Así mismo, es símbolo de identidad y libre expresión para cada una de las mujeres pues vale la pena recordar que “lo personal es político”.