Por Octavio Guerrero
Llegué a casa de Daniel por la Avenida Morales Saucito. Antes, pasé por los multifamiliares donde se juntaba la pandilla de los Ducks, cerca de Jacarandas. No vi sus pintas y supuse que crecieron, consiguieron un trabajo, están en la cárcel, se rehabilitaron o simplemente volaron. Uno puede observar cómo va cambiando la ciudad por los crews que dejan de existir, porque la calle es de quien la pinta, y algunos grafitis y personas se van temporalmente. Después de pasar las vías, doblé en la primera calle a la izquierda. Daniel me recibió afuera de una casa dividida en dos y me hizo pasar a la derecha. Me senté en un sillón y el gato de Daniel se enredó entre mis piernas. La primera vez que conocí a los Badly Done fue por un toquín en el Multiforo Sónica. Nos invitaron a tocar, y los NOVAK, al subir por las escaleras, vimos a Omi: un sujeto de overol, gorro y pintado de payaso como si fuera un personaje del video “Fluorescent adolescent”, de Arctic Monkeys. Simón, carnales, el Pepe de los 0backisde0 me dijo que les hablara. Chocamos puños y caminamos al backstage para dejar los instrumentos. Ahí estaban Daniel, Gilberto y Luis cobijados por las esculturas de los demonios en las paredes. Luis practicaba redobles, Daniel afinaba su guitarra y Gilberto descansaba en un sillón con la mirada perdida en el demonio que tenía enfrente. Llevaba el pelo largo, como un Jesucristo escapado de la iglesia. Ahí hicimos contacto con la escena. Esa noche se presentó NOVAK, The Freaks, Julián Antonio y Badly Done, en respectivo orden. La mayoría de la gente se quedó hasta la última banda –cosa rara– y entre bandas nos hicimos compas, sobre todo con los Badly. Nos seguimos en nuestras respectivas cuentas de Instagram y quedamos en buscar más toquines y avisarnos si salía algo.
Acaricio al gato de Daniel y se escucha el portón. Una moto se estaciona y Daniel abre: es Omi. Lleva un morral con parches y pines del que saca tres latones de Carta Blanca y los reparte como víveres. Chocamos el puño. Omi se sienta en sillón, frente a la batería de Daniel, que tiene acondicionado su departamento como estudio de grabación. Aquí es el laboratorio de ideas, me dice. En la pared hay varios cuadros y repisas. Llama mi atención el DVD de la película Temporada de patos. Por sus lentes me recuerda al repartidor de pizza. En una escena, toma un baño de tina en el departamento de Flama, uno de los dos niños de catorce años que protagonizan el filme. Mientras reposa en la tina observa un cuadro en la pared: un lago con patos; algunos vuelan, otros reposan sobre el agua. Eso lo hace reflexionar –también los brownies de marihuana– y recuerda los abusos que ha sufrido por parte de los clientes y la empresa. El teléfono suena, Flama contesta y se lo pasa al repartidor, que hastiado, le dice a su jefe: “Váyase a la mierda… córrame… me vale pito”. Mientras contesta la llamada, las paredes del baño se vuelven un oasis donde suenan patos y corrientes de agua. Pienso que eso es el estudio de Daniel: un paraíso donde todo le vale pito.
Daniel se sienta frente a la Mac, abre su lista de “Me gusta” en Spotify y la deja correr. Suena Snoop Dogg y empezamos a platicar de Badly Done En la pared hay un letrero que dice no fumar. Daniel no lo respeta porque está en su oasis, su paraíso, y ahí puede hacer todo lo que le place, que básicamente es producir y componer. Omi sube las piernas al bombo de la batería y se suelta a hablar sobre el origen de la banda. A partir de aquí no haré distinciones en las respuestas de los Badly porque toda banda es una entidad, una especie de Megazord con extremidades cercenadas y mal hechas en búsqueda de un sonido.
¿Cómo es que surgieron los Badly?
Este wey y yo nos conocimos en una peda. Yo estaba ahí y llegó diciéndome qué onda, muy amigable, ¿sabes? Ya de ahí empezamos a platicar de cosas que nos gustaban, sobre todo tres: el punk rock californiano, el skateboarding y el Tony Hawk Pro Skater. Nos agregamos a redes y eso. Un día yo subí un estado que estaba bien pinche aburrido y este wey me contestó: cáele a jugar Minecraft. Empezamos a hablar mucho, la insistencia de este vato siempre era la misma: hay que hacer una banda, hay que hacer una banda, hay que hacer una banda. Bueno, quedamos que sí, yo le quería poner Mal Hecho a la banda, algo mal realizado, pero bueno, lo pusimos en el traductor y a este vato le gustó más cómo quedó en inglés. Quisimos hacer rolas para que la banda saliera a tablear. La banda se creó con ese fin… queríamos hacer música skateable, graciosa, digerible. Nuestra música busca que salgas con tus compas, que fumes, que pistees: por eso el álbum se llama Mucha cheve, mucha kush. No solo hay punk, sino rolas de metal, stoner rock y post punk; en total son diez. Esta banda es una mezcla de nuestras personalidades. Tenemos gustos en común, pero pensamos diferente: hay introversión y extroversión. Badly eran dos caras, pero llegó Luis y no nos quisimos pudrir dos años buscando un bataco estable. Sacó las rolas en corto y se quedó en la banda. Además de tocar con nosotros se dedica a tatuar y trabaja en una smoke shop. Había un wey que era el bajista, pero era muy irresponsable y lo corrimos. Se echó un año con nosotros, después mi primo me presentó a Gilberto. Le puse las canciones metaleras y el wey me dijo, justo donde tú estás sentado: “déjame gritar en tus rolas, déjame ladrar en tus rolas…”. Bueno, pues date, escribe algo chido y háblame. Llegó y grabó “Smokin’ with the Devil” en una toma. Era lo que necesitábamos: destaca bien badass, está bien loco, se avienta, se pone pasamontañas, va al mosh. Fue un cambio muy cabrón, hay gente que siente esas rolas como otra banda. No sé, puede ser que no sea lo mismo cambiar de bajista que de vocalista. A ver, quítale a Queen la voz de Freddie Mercury… Fue una evolución de la banda.
Involucrar a otras personas a la banda es traer otros sonidos, y como dices, Gilberto quería venir a gritar a la banda, ya ni siquiera cantar. Hace poco vi a Porter, y ya ves lo que se decía acerca de la salida de Juan Son: que la banda no sería lo mismo sin él. Sin embargo, desde que se integró David Velazco en 2013 tomaron otro giro. Incluso empezaron a voltear a ver a lo prehispánico con el disco Moctezuma. Un cambio de frontman significa muchas cosas, una persona que llega a ladrar y gritar a la banda hace las cosas diferentes.
Sí, Gilberto abrió posibilidades. Yo pongo de ejemplo a Café Tacvba, ellos tienen dos vocalistas: a Meme del Real, que es el tecladista y canta las canciones más melosas: “Eres”, “Quiero ver”, “Aprovéchate de mí” y, por ejemplo, Rubén Albarrán, canta rolas como “Ingrata”, un trip más movido. Gilberto es como Rubén y yo como Meme. También como un Blink-182, ¿sabes? Ahí cantan Tom y Mark.
Entonces hay un disco de los Badly.
Dos, bueno, el primero es un EP que sacamos el 10 de mayo del 2020. Es un EP de covers de música mexicana: está El Komander, Los Ángeles Negros. Quisimos hacer un sonido punk rock a partir del regional mexicano.
¿Una reinterpretación de la música regional mexicana con sonido punk? Recuerdo que en Sónica escuché su versión punk de “El taquicardio”.
Simón, wey, temas gruperos como “Hasta la cima del cielo” o narcocorridos, beliquezes, movimiento alterado, pues. La verdad empezamos haciendo música original, una que se llama “Lenchas” y “De ausencia”, que no está en ninguna plataforma, pero a veces la tocamos en vivo. Es algo muy Sputnik. Queríamos hacer toquines muy cortos, darnos a conocer y fuga. La intención era que el EP saliera ya porque si no, no lo íbamos a hacer. No queríamos aventarnos un kick flip sin saber hacer un ollie, teniendo la tabla en el aire ya podemos hacer lo que queramos y por eso nos animamos a hacer el primer disco. Yo tenía un miedo real de hacer música, y este wey, con su pila de ese momento que a mí me daba miedo, empezamos a hacer lo propio. Yo estaba haciendo música para spots de radio y esas cosas. Él estaba a la mitad de la uni y fue cuando salió nuestro primer disco.
Pienso en bandas como 0backside0, MARTER SOMA y Rey Materia, que ya no tocan con la alineación que tenían en un principio. Dentro del underground y el punk existe la responsabilidad. ¿Dónde queda la música y lo que la banda quiere materializar?
Hay que ver el otro lado de la moneda… Ser unos Guns n’ Roses, salir bien pedo con la botella, exagerar… es marketing a final de cuentas. No necesitamos hacer esto, decir que somos esto, más bien esto es punk. El pedo de la salida de los integrantes es la evolución. Las personas que no están comprometidas no buscan llegar a un cambio.
¿Cuál es su proceso como banda?, ¿quién escribe las letras?
Bueno, yo siempre le digo a él que se preocupe por cómo va a sonar el álbum, del diseño y esas cosas nos ocupamos nosotros. Yo le pregunto a él: ¿de qué quieres que hable esta rola? Es raro: la banda nos percibe muy diferente dentro y fuera del escenario. Luego nos topan y se dan cuenta que este wey es el que mueve todo el pedo, ve qué onda con los shows, habla con las bandas. Yo soy más introvertido y a veces estoy atrás, sólo tocando.
El rock no tiene por qué ser la definición para comportarse de cierta forma. El primero con el que hablé de ustedes fue con Omi, ahí en Sónica, pero todo fue gracias a Iván que es mi vecino y me presentó a Pepe, luego él nos recomendó para la tocada porque más o menos hace un año tocamos con ellos en un terreno donde había un vivero en Avenida Chapultepec.
Tocar en vivo es sobrevivir, la curva de experiencia es más grande que ensayando y tocando solo en tu casa. Es una curva picuda, como ir por un downhill en la patineta.
¿Qué sigue para su próximo material?
En este disco dijimos: hay que hacer una rola bien sad y acústica… Terminamos metiendo beats techno, algo de house. Ya son otras ondas, el rock es una parte muy pequeña en ese disco. Hay un espacio para el metal y lo pesado. Nos gustó mucho tocar con Gilberto y queremos expandir ese sonido. En alguna ocasión Julián nos dijo que veía a Badly como un Gogeta y nos gustó eso. Son veintitrés canciones dividas en tres partes.
Me recuerda cuando Green Day sacó tres discos seguidos: ¡Uno!, ¡Dos! y ¡Tré!, este último haciendo referencia al baterista con un juego de palabras. Inclusive, las portadas eran las caras de los integrantes con tachas rosas en los ojos y colores chillones, algo punk.
Simón, algo así; queríamos que las tres partes formaran un todo, aunque hay sonidos muy distintos. Yo creo que el rock es de lo que menos peso tiene en nuestro próximo material.
¿Cuáles son sus influencias personales?
Una de cine es Edgar Wright, me gusta mucho su forma de hacer cine muy cortado, muy rítmico. A mí lo que más me gusta en la música es la letra… una de mis influencias más grandes es Juan Gabriel y Tony Sly, vocalista, guitarrista y letrista de la banda No Use for a Name, banda hermana de NOFX. Esa banda nos unió muchísimo y fue el chispazo de Badly. También un shoot out al Marino de Chingadazo de Kung Fu y Rancid: banda que fue mi despertar punketo. Estudié comunicación y le mando un saludo a Gus Rodríguez que es mi máximo, una influencia muy cabrona. A mí me gustaba mucho Seguimos Perdiendo y en el 2018 empecé a escuchar a Tame Impala: descubrí que ese wey hace todo y me inspiró mucho en mis inicios. Pensé: ¿si él pudo por qué yo no? Otras bandas que me gustan son King Gizzard y Uncle Acid. También un wey que se llama Steve Lukather, que es el guitarrista y productor de Toto: él grabó todo Thriller de Michael Jackson, excepto en el solo de Van Halen. Incluso grabó guitarras para un disco de Timbiriche en 1993.
Ya es tarde, volteo a ver el reloj que está sobre la Mac de Daniel; este me dice que no funciona, que ese es el chiste, que en este oasis no exista el tiempo. Nos despedimos afuera del portón. Omi arranca su moto, enciende las luces y maneja rumbo a la Avenida Morales Saucito. Lo veo de espaldas y de nuevo recuerdo al repartidor de la película, que en la última escena maneja por las calles del aquel entonces D.F. con el cuadro de los patos amarrado a la caja donde transporta la pizza. Se ven unos patos que van volando en forma de V, emigrando hacia otro lugar. Eso es la escena musical, más bien, el arte. Algunos patos se quedan en el mismo lago toda su vida y están bien, otros tienen la necesidad de migrar y estar en constante búsqueda de horizontes, sonidos, estructuras, estéticas. Sin embargo, también es necesario un toque de amistad, de códigos: una amistad como la de Moko y Flama, como la de Daniel y Omi. No creo que la pandilla de los Ducks haya dejado de existir; como su nombre lo indica, más bien, volaron a otro lugar porque el oasis de aquí se terminó.
Un comentario en "No hay kick flip sin ollie: el vuelo de los Badly Done"
Los comentarios están cerrados.