Por Alejandro Padilla
Ilustración de Jaime G. Rueda
Toca el turno de hablar de Mick Jagger, el artista por antonomasia del rock, quien fue nombrado por la prestigiosa revista Rolling Stone como el más importante intérprete de su género en la historia, conocido principalmente por ser el vocalista de la banda The Rolling Stones.
Beggars Banquet, publicado en el 68, es el séptimo álbum de la connotada banda, grabado por Jimmy Miller en Los Ángeles y Londres, con la formación clásica de la banda Bill Wyman, Brian Jones, Charlie Watts, Keith Richards y por supuesto Mick Jagger. El trabajo consta de 10 canciones con sonidos sacados del rhythm and blues, además de la integración de algunos temas con clara inclinación al country. Naturalmente, el disco alcanzó un éxito tremendo en las listas de aquellos años, lo que se traduce en la era dorada para los Stones; Estas canciones fueron…
Sympathy for the Devil- Una de las canciones más recordadas de la historia del género, con un bajo profundo que entra de la nada y esa mítica rítmica inspirada en sonidos africanos, el piano acompaña la bella y bien descriptiva letra de este track que marcó a más de una generación. Llena de detalles tanto líricos como musicales, narra la historia del demonio. A media canción, después de los tan reconocidos “uh uh” que coralmente acompañan al solo, se nota libre con los acordes del teclado, en un toque puramente natural como la idea del personaje descrito.
No Expectations- El primero de los tracks con toques country en el álbum, con una utilización nostálgica del slide que le da un toque melancólico a la de por sí bella lírica del trabajo de Jagger y Richards, un bajo que apenas aparece y la voz arrepentida de Jagger hacen de este track uno muy especial, un piano certero y una melodía preciosa provocan esa linda sensación de haber escuchado una buena canción.
Dear Doctor- Uno de los Blues con los que cuenta la banda. En este trabajo se nota la sinceridad dentro de la voz y los arreglos justos, la armónica y las guitarras sin distorsiones, una pianola muy al fondo y una serie de voces que rememoran un cántico de pueblo. Una triste historia en una emocional voz, en una sencilla, pero potente canción.
Parachute Woman- El gran riff inicial y la estupenda guitarra eléctrica abren este gran blues, los instrumentos se unen en un ataque directo al oído soltándonos un enérgico golpe musical. Con la estructura del clásico “twelve bar blues”, cuenta una típica historia de desamores, pero con los geniales detalles stones. La voz de Jagger aquí, la guitarra que le contesta de Richards, la batería de Watts y de nuevo la voz de Jagger, termina así con el sonido de una armónica, despidiéndose de la forma en que un blues lo hace.
Jigsaw Puzzle- Un track menos apegado al blues, un rock menos enérgico, pero igual de descriptivo y sentimental, sacando un lado más lindo de la voz Jaggerista, líricamente notable y con arreglos que se han escuchado en tracks anteriores, se escucha la guitarra slide, el teclado que no falla en sus arreglos como en la primera del disco, la amistad perpetua de la guitarra y bajo se notan y brillan en esta canción cuando se es escuchada. En un crescendo tenue la canción sube de tono hasta llegar a la bella coda del final en donde dejan ser al teclado y al bajo.
Street Fighting Man- De las canciones más recordadas de los Stones, su naturaleza grillera y contestataria, quedará siempre en el imaginario de la banda. Enérgicamente potente desde el inicio, rítmicamente rica y con una utilización más que acertada de los instrumentos, es preciso remarcar el cómo se recobran algunos sonidos que rememoran al pasado “Their satanic majesties request” en algunos timbres utilizados, como en el piano final o lo que parece ser una cítara escondida a lo largo del track, sui generis dentro del disco y de las más reproducidas con justa razón.
Prodigal Son- Como en los inicios del grupo, en esta ocasión optan por un cover de los años 20’. Esta canción escrita por Robert Wilkins nos habla de una historia bíblica de un hombre que tenía 2 hijos y uno de ellos era más protegido que el otro debido a su vulnerabilidad. Este Delta Blues musicalmente rico y algo tradicionalista, con su arpegio en la guitarra y los punteos que evocan el sentimiento de dolor y falta de antaño, con la armónica al final y una energía que emana al ser escuchada.
Stray Cat Blues- Un Rock n’roll enérgico y con lírica tremenda nos recibe casi en el final de este viaje, en lo personal uno de mis menos favoritos por la elección de progresiones o la energía mal dirigida en las estrofas. Promedio en los timbres utilizados, que cae en los lugares comunes del género a excepción del final en donde el experimento rítmico le da una gran variedad al track que de nuevo puede recordar al ya mencionado “Their satanic majesties”. Richards nos regala un gran arreglo para finalizar el track.
Factory Girl- Otro country con influencias tal vez asiáticas en la ejecución de la guitarra, lo cual funciona como apoyo en la melodía de voz, en una melancólica y bellísima interpretación de violín, acompañada por la acomplejada guitarra debatida entre séptimas. Una mezcolanza de melodías se debate a mitad de la canción entre los ritmos que quieren ser con la guitarra y el violín y voz que quiere permanecer country, un espectacular experimento de los Stones para casi despedir la obra.
Salt of the Earth- El track tal vez más popero de libro en cuanto a estructura del álbum. Como de costumbre una lírica pulida, que habla de la situación de guerra del 68’, año en el que este disco vio la luz. En un “We are the world” rockero, los Stones pueden demostrar de una manera algo somera que tienen un corazón, con una fantástica coda que se aleja del pop antes mencionado y opta por divertirse como ellos sabían hacerlo. Dentro de la melodía, armonía y ritmo, el piano, los coros, el bajo, la batería, todo a la vez, todos como hermanados; así finaliza el disco.