Por Jaime González Rueda
Ilustración de Jaime G. Rueda
México, gracias su biodiversidad y climas diversos, es uno de los productores más prolíficos de frutas, verduras, flores, licores, semillas y cuanto producto nos venga a la mente. Algunos como el aguacate o el chile son muy evidentes, llevan grabados el “hecho en México” en sus pieles. Otros, por azares del destino o infortunios, se creen oriundos de otros países, como la chocolatería suiza, que a los ojos del mundo esconde sus orígenes mexicanos.
Las migraciones, el colonialismo y demás fenómenos sociales han conseguido “exportar” productos oriundos de México a todos los rincones del mundo. En su biodiversidad resaltan las flores, con 21 841 especies, de las cuales ¡11 mil son endémicas!
La flor de nochebuena es un ejemplo de la internacionalización de una especie oriunda de la región, a pesar de ser del sur de México, hoy se puede conseguir en casi cualquier parte del mundo, esto porque a un señor, de nombre Robert Buist, viverista escosés, se le ocurrió llevar algunas flores de nochebuena a Europa. De hecho, existen registros de la Basílica de San Pedro en el Vaticano, decorada en navidad con estas flores ¡desde 1899!
Una curiosidad es que no en todas partes es un sinónimo de la navidad, incluso en España son llamadas “flores de pascua”, o “corona de los andes” en Perú. Los aztecas fueron los primeros en cultivar esta especie, pero fue hasta después de la colonización, con la llegada de los españoles y el cristianismo, que esta flor formó parte de las tradiciones navideñas.
La vainilla es otra flor de la lista de especies endémicas de México, hoy un referente gastronómico. Es difícil entender la pastelería sin esta especie, irónicamente la pastelería europea, que la utiliza tanto al grado que su origen es un misterio para muchos.
La vainilla es 100 % mexicana, una flor, concretamente una orquídea aromática que crece principalmente en Veracruz y Oaxaca, además de en algunas zonas de Centroamérica, sin embargo la industria de esta flor ha crecido más en otros países, siendo Madagascar e Indonesia los principales productores, desplazando a México al tercer lugar, con una producción de 546 toneladas entre 2017 y 2021.
Entre comales y ollas se esconde otra flor mexicana, referente de la gastronomía en muchos estados: la flor de calabaza. Esta especie nativa de Mesoamérica y Estados Unidos, se usa principalmente en la gastronomía de México e Italia, pues en esta última se prepara la típica zuppa di fiori di zucca (sopa de flor de calabaza). Su cultivo en otras partes del mundo se dio gracias a la colonización, se dice que Cristóbal Colón llevó a España algunos especímenes.
¿Quién podría imaginarse un día de muertos sin esa marea amarillenta y naranja de flores? El Cempasúchil es otra flor endémica de México, por lo menos 35 de las 58 variedades existentes. Desde tiempos prehispánicos, los pueblos originarios creían que estas guiaban el alma de los muertos, pues, según la creencia popular, estas flores atrapaban los rayos solares, de ahí su colorido.
Hoy, además de su uso ornamental, esta flor se usa para elaborar insecticidas y para teñir textiles. Como dato curioso su tallo puede medir más de un metro.
¿México tiene una flor nacional?, por supuesto, la Dalia fue declarada con dicha distinción desde 1963, por el entonces presidente Adolfo Lopez Mateos. Una hermosa flor de múltiples pétalos, que por cierto es comestible y con la cual se pueden preparar tés, aguas, ensaladas o guisados, sus propiedades antioxidantes y alta fibra la hacen, además de una flor decorativa, un alimento nutritivo.