Por: Jaime González Rueda
El origen del cómic es inexacto y a la vez fuente de discrepancias entre historiadores. Dónde, cuándo y por qué son incógnitas cuyas respuestas tienen más de una versión y nos dejan exactamente en el punto de arranque. El problema empieza incluso en su definición, saber lo que es y lo que no es un cómic es bastante complejo, ¿los jeroglíficos lo son?, ¿las fotonovelas?, ¿los mangas japoneses?, ¿los…?, alto, creo que hemos enrollado el tema bastante.
En esta edición, querido lector, hablaremos del cómic entendido como “una serie o secuencia de viñetas que cuenta una historia”, tal y como dicta el diccionario de la Real Academia Española. Su importancia es innegable como un formato de crítica política y social, educativa, cultural o incluso como mero medio de entretenimiento.
Antes de Marvel o DC, antes de que Superman emprendiera el vuelo o Bruce Wayne vistiera su traje nocturno, existió un carismático orejón, vestido con una túnica amarilla y descalzo, que sería conocido como “Yellow Kid”, para algunos considerado el primer cómic. Su publicación en el New York World data de 1895, y su objetivo era mostrar a las clases adineradas las condiciones de vida de los menos favorecidos, de ahí que Yellow Kid sea un niño indigente que habitaba un callejón junto a múltiples personajes.
En el universo moderno de los cómics podemos distinguir varias “escuelas”, la estadounidense, la francesa, los mangas japoneses (en ocasiones, y por mera cuestión nominal, consideradas opuestas al comic americano) y las historietas latinoamericanas, estas últimas seguramente marcaron la infancia de muchos de nuestros lectores, ¿Cómo olvidar a Hermelinda Linda, La Familia Burrón o Memín Pinguín?
Esta edición, dedicada al cómic, es un esfuerzo por hablar de los temas periféricos que tocan a este universo: la representación de la mujer y el feminismo en él, la crítica a sistemas políticos (basta con recordar a Quino y su famosa Mafalda), o la reconstrucción de roles sociales en los cómics de superhéroes, hoy tan de moda gracias a sus adaptaciones cinematográficos.
¡Felices lecturas!
