Por Rolando Morales Flores
En pocas décadas, una de las industrias más grandes de Japón ha tenido un gran auge no solo en su país de origen, sino que ha extendido su influencia hasta el otro lado del mundo: el anime. Es un fenómeno que a partir de las claves de su éxito ha generado un gran cambio cultural demasiado interesante que vale la pena analizar.
Esta industria tiene orígenes más profundos de lo que cabría esperar, ya que es imposible hablar de anime si no tomamos en cuenta al manga, del cual toma, en muchos casos, gran inspiración.
El término manga se utiliza para describir las historietas japonesas, técnicamente hablando significa “garabatos” o “dibujos caprichosos”. A las personas que los realizan se les llama por el nombre mangaka, estos artistas en un inicio creaban dibujos sarcásticos que representaban la transición de la sociedad japonesa, en especial la clase alta, de lo tradicional a lo moderno.
Después de la Segunda Guerra Mundial, Osamu Tezuka publicó Astroboy en 1952. Este manga es considerado como la consolidación y el origen del género tal y como lo conocemos hoy en día, situación que convirtió a Tezuka en el padre del manga.
Tras la muerte de Osamu Tezuka se postuló su posible candidatura al Premio Nobel de Literatura, la cual finalmente se desestimó. Pero quedó tras de él la aclamación y el reconocimiento popular a toda su obra, hasta tal punto que, en 1997, se origina en Japón el Premio Cultural Osamu Tezuka, uno de los mayores, si no el mayor, galardón que se le puede conceder a un mangaka hoy día.
Si bien es indudable la influencia del cómic estadounidense en el manga, hay que dejar en claro sus diferencias fundamentales que los vuelven medios completamente divergentes. En primer lugar, muchas de sus temáticas están basadas en aspectos de la vida cotidiana, historias locales, historias fantasiosas, mitos, libros, leyendas, entre otros.
En segundo lugar, su sistema de lectura de origen japonés consiste en leer la secuencia de imágenes de derecha a izquierda. Finalmente, el diseño del manga en sí también es considerado único debido a elementos como las sombras en las figuras de los personajes.
Sin embargo, el anime como tal tiene sus orígenes desde la década de 1910 con pequeñas animaciones japonesas, inspiradas principalmente en el trabajo estadounidense de aquel entonces y tocaban temáticas folclóricas y cómicas principalmente.
El primer cortometraje fue Namakura Gatana de Junichi Kouchi, el cual tenía dos minutos de duración y contaba la historia de un hombre con su katana. En los siguientes el tiempo de duración de los cortometrajes se vio ampliado de los diez a quince minutos, en los cuales se representaban cuentos típicos orientales; entre los artistas pioneros de esta época están Oten Shimokawa, Junichi Kouchi, Seitaro Kitayama y Sanae Yamamoto; por este entonces fue publicado el corto Obasuteyama (The Mountain Where Old Women Are Abandoned) de Yamamoto.
“En el manga la imagen es muy importante y puede haber páginas seguidas sin diálogo, a diferencia de los cómics americanos o europeos, en los que suele haber gran cantidad de texto y diálogo. Lo mismo ocurre con el anime, en el que en muchos casos suele haber menos diálogo que en películas similares occidentales”.
Hernández-Pérez, 2017
Aunque en el año de 1917 estos proyectos fueron obstaculizados por el gobierno debido, ya que varios de ellos mostraban pensamientos contrarios a su política interna. Fue a partir de la década de 1930 que la industria de la animación japonesa pasó por una transformación, dejaron de lado los cuentos y se enfocaron en historias más occidentales.
En 1934 comenzó a emitirse el anime Norakuro de Mitutoyo Seo, fue uno de los primeros trabajos basados en manga, esto se volvió una práctica recurrente. Para finales de la década la Segunda Guerra Mundial estalló y las animaciones se convirtieron en propaganda de guerra a favor de Japón y sus aliados del eje.
Tras finalizar la guerra, el país fue ocupado por las fuerzas aliadas lideradas por Estados Unidos, lo que llevó a la nación a atravesar un periodo de profunda crisis económica.
Durante esta etapa de la historia el manga y el anime se popularizaron en el país, esta situación gestó las bases para su futuro éxito, expansión y desarrollo a mediados del siglo XX. Por ese entonces surgió Estudios Toei, el cual es una productora cinematográfica de animación y uno de los pilares en la historia del anime.
La primera animación de la compañía fue Koneko no rakugaki de 1957, un corto de quince minutos de duración, durante los siguientes años se dedicaron a producir largometrajes. Durante el mismo periodo otras productoras surgieron con otros proyectos del pasado, tal fue el caso del estudio o Mushi Pro con el anime Tetsuwan Atomu (Astro Boy) de Osamu Tezuka.
Entre las décadas de 1960 y 1970, el anime mecha, es decir, los que tratan de robots pilotados por personas, comenzó a popularizarse con la creación de series icónicas como Tetsujin 28-gō y Mazinger Z o Gudam. Contemporáneo a estos, surgió la popular serie Doraemon de 1973, basada en el anime homónimo de Fujiko Fujio.
Fue entre 1980 y 1990 que comienza la internacionalización del anime, muchas de las series estrenadas comenzaron a doblarse al inglés y al español. A la par surgieron las series de que hoy se consideran de culto, Dragon Ball, basado en el manga de Akira Toriyama; Saint Seiya que fue traducido como Los Caballeros del Zodiaco, Capitán Tsubasa o como se conoce en muchas partes del mundo, Supercampeones; Rurouni Kenshin, o también conocido como Samurái X; Neon Genesis Evangelion de Hideaki Anno; Pokémon, Ranma ½ y Sakura Card Captor, entre otros.
El inicio de los 2000 representó una etapa de auge y de aceptación por el público de otros países, siendo impulsado por la gran base de fans. Desde entonces se han realizado grandes producciones que son referentes en el nuevo milenio. One Piece, Naruto, Bleach, Fullmetal Alchemist, Inuyasha, Yu-Gi-Oh, Rozen Maiden, Kuroshitsuji y Death Note fueron desarrolladas en un inicio como mangas y posteriormente adaptados al formato animado.
Cualquier manga con un amplio número de seguidores, tiene una gran probabilidad de convertirse en un anime, tal fue el caso de Hunter x Hunter, Pandora Hearts, Ao no Exorcist, Mirai Nikki, Bakuman y Shingeki no Kyojin. Asimismo, no solo diversos mangas han sido adaptados, sino también algunas novelas ligeras populares como Durarara!!, Boku wa Tomodachi ga Sukunai, Sword Art Online y Yahari Ore no Seishun Love Come wa Machigatteiru, entre otras.
Actualmente, el anime se ha conformado como una de las más grandes industrias del entretenimiento y entre las personas más destacadas se encuentran Hayao Miyazaki, fundador del Studio Ghibli, donde se realizaron reconocidas películas como Mi vecino Totoro, El increíble castillo vagabundo, El viaje de Chihiro, y Ponyo. También sobresale el artista y cineasta Makoto Shinkai, creador de 5 centímetros por segundo, Hoshi wo Ou Kodomo, Kotonoha no Niwa y Kimi no Na wa (Your Name).
Dentro del anime existen ciertos tipos de clasificaciones o géneros, los cuales son definidos por las características de los mismos y la audiencia a la que están dirigidos, aunque estos no necesariamente son estrictos y en lo que respecta al público meta han dejado su clasificación de lado:
- Shounen: Tiene dosis de violencia y está dirigido a una audiencia masculina (One Piece, Naruto, Fullmetal Alchemist).
- Shoujo: Dirigido a un público usualmente femenino, sus historias abarcan la fantasía, el amor, la magia y las aventuras (Natsume Yuujinchou Shi, Kimi Ni Todoke, Banana Fish).
- Kodomo: Dirigido a niños, son historias sencillas, generalmente tratan de niños y/o mascotas (Heidi, Doraemon, Hamtaro, Bakugan Battle Brawlers).
- Mechas: Historias de robots, generalmente pilotadas por humanos y situadas en un futuro con claros tintes de ciencia ficción clásica (Neon Genesis Evangelion, Mazinger Z, Gundam).
- Harem: Las protagonistas son un grupo de mujeres que cuenta con un hombre como coprotagonista (Nisekoi, Kami nomi zo Shiru Sekai, Ouran Koukou Host Club, Zero no Tsukaima).
- Sentai: Las acciones se reparten entre cuatro a cinco protagonistas que trabajan en equipo, al puro estilo de los Power Ranger (Kagaku Ninja-tai Gatchaman, Saint Seiya, Yoroiden Samurai Troopers, Bishoujo Senshi Sailor Moon).
- Jidaimono: Está ambientado en un Japón feudal (Samurai Champloo, Rurouni Kenshin, Shigurui).
Las características más notables del anime recaen principalmente en su diseño tan vistoso y único, que permite, aun en sus innumerables estilos o géneros, ser reconocidos alrededor del mundo. Estos elementos se originan en su mayoría de los personajes, ojos grandes y ovalados para expresar juventud, y horizontales para la adultez y mostrar seriedad. El coloreado en general combina las sombras y las luces para generar profundidad, elementos como la nariz y la boca suelen ser pequeños y en el caso de las mujeres suelen llevar un discreto color en los labios.
Pero lo más importante en un personaje de anime es su rostro y todos los elementos que lo conforman y cómo estos se combinan para expresar la personalidad y el carácter del personaje, así como sus emociones y pensamientos.
El anime (アニメ) es una palabra de origen japonés que tiene, en Japón, actualmente el significado de caricaturas o dibujos animados y en el Occidente es el nombre que se le otorga a los dibujos animados japoneses. En un principio, entre los años 70 y 80, fue usado el término japoanimación, como una abreviatura de “Japón” y “animación”; sin embargo, a finales de 1980 el término cayó en desuso, ya que fue reemplazado por la palabra anime (Sullivan, 2005).
La internacionalización del anime permitió que una gran cantidad de personas de todo el mundo entraran en contacto con estas animaciones. En México, a finales de los años sesenta, se comenzó a transmitir Astroboy a través de la televisión abierta y en el Canal 5. Este primer acercamiento abrió las puertas a otras producciones y a partir de su éxito otras cadenas televisivas fueron añadiendo el anime a su programación, tales como el canal 6 y 4 de Guadalajara o los canales 11 y 13 de la Ciudad de México.
Estos primeros proyectos tenían como público meta a los niños, es por esto que los precursores de este fenómeno fueron animes como: Kimba el León Blanco, Meteoro, Heidi, Marco, Remi, La abeja Maya, José Miel, Las aventuras de Gigi, etc. A finales de los setenta y ochenta se agregaron series como Fuerza G, Maco, Mazinger Z, Robotech (Macross), Candy Candy, Ulises 31, Voltrón, Supermagnetrón, etc. Ya en los años noventa aparecen: Supercampeones, Fiebre de Fútbol, Caballeros del Zodiaco, Sailor Moon, Dragon Ball, Cuentos de los Hermanos Green, Mikami, La Legión Japonesa, etc.
Una clave del éxito del anime a lo largo del mundo tiene que ver con los esfuerzos del gobierno japonés de llevar su gallina de los huevos de oro a otros países y las acciones que emplearon para llevarlo a cabo.
En el año 2002 el gobierno japonés introdujo una nueva política nacional, el Intellectual Property Strategic Program, con el objetivo de incentivar el desarrollo y la explotación de la creación intelectual. En otras palabras, dicho programa dio lugar a lo que se conoce como la “Japan Brand Strategy”, la estrategia de la “marca de Japón”, cuyo objetivo es aumentar la demanda de productos culturales japoneses en el extranjero, principalmente la gastronomía, el diseño y la moda y los productos de entretenimiento como la música, cine, anime, manga y videojuegos.
Según la Asociación de Creadores de Animación Japonesa, el salario medio de los animadores nipones oscila entre los 12,000 y los 36,000 dólares anuales, dependiendo de la categoría a la que pertenezcan. Esto, por semanas laborales de 40 horas. Sin embargo, de acuerdo con un artículo de SlashFilm, los animadores raramente trabajan 40 horas. No quisiera ser un trabajador de MAPPA Studio, estudio de animación que se encargará de traer este año la tercera temporada de One Punch Man, la temporada 2 de Vinland Saga, la tercera parte de la temporada final de Shingeki no kyojin o mejor conocido como Attack on Titan y la segunda temporada de Jujutsu Kaisen. Mejor nos quedamos como meros espectadores.
Es aquí donde entra una subcultura conocida como otaku, el cual es un término que se utiliza para describir a las personas aficionadas al anime y el manga. Este término nació de la Comiket, una convención de fans realizada anualmente en Tokio y que tuvo sus reproducciones en otros países como en Estados Unidos con la Otakon.
De acuerdo con Tania Cobos en su artículo “Animación japonesa y globalización: La latinización y la subcultura Otaku en América Latina”, la transición del anime en este lado del mundo trajo como respuesta su “latinización” en una especie de apropiación de la cultura.
El primer elemento de esta latinización es el doblaje del anime, el cual consiste en traducir el diálogo original a otro idioma. Este debe de estar sincronizado y se debe de imitar la interpretación de los personajes, aunque esto no impide que se pueda plasmar la esencia o los regionalismos del país de doblaje. El segundo elemento es la alteración del video, ya sea que hablemos de las censuras del material original para adecuarse a la audiencia receptora o cambiar los opening y ending, canciones de inicio y final del anime, a otro idioma, lo cual los hace más reconocibles.
Finalmente, el último y más importante elemento de la latinización, es la respuesta del público. Si bien algunos animes tienen una audiencia en específico en Japón, la respuesta en otros países en algunos casos suele ser más grande y tiene una mayor acogida.
Esta industria no para de crecer conforme van pasando los años, y sus seguidores se multiplican a la par de que sus gustos son aceptados en la sociedad. El anime nos permite entrar a un nuevo mundo de historias, que en apariencia sus temáticas son parecidas a las que conocemos: amor, fantasía, magia, etc. Pero una vez rascamos el fondo vemos estas historias en formas y colores que no caben en la imaginación de occidente. Ahora, si me disculpan, este otaku tiene que ponerse al corriente con todo los animes que tiene en la lista de espera.