Joyería Contemporánea: Visión femenina del arte

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Por: Eduardo Flores Villalba y Marcelo Lemus Oroz

Nos recibió en la comodidad del estudio de música de su esposo, repleto de guitarras y sintetizadores, los cuales crearon un ambiente armónico entre las diferentes maquinarias inertes, con la única limitación de una pantalla que proyectaba nuestras luces y dejaba oír nuestras voces.

Carmen Tapia nació en 1978 en Taxco, México, lugar en el que actualmente reside. Se dedica a la orfebrería y su trabajo ha merecido múltiples reconocimientos; se ha expuesto en museos, galerías, ferias de arte y diseño, la más reciente: MAD About Jewelry / Museum of Art and Design, NY y próximamente Artistar Jewelry, Milano Jewelry Week 2021.

Carmen es una artista bastante modesta, menciona que no suele enamorarse de sus piezas y no tiene dificultad en desprenderse de su arte. También cuenta que el reto de ser mujer en el mundo de la joyería tradicional, es ir contracorriente, pero es una motivación constante.

Nació en un lugar donde todo el mundo se dedicaba a la orfebrería, era el negocio familiar: “De inicio no quería tener que ver nada con ese asunto. Decidí estudiar filosofía y artes, nunca me imaginé ni visualicé en este mundo, nunca fue mi sueño”. Estudió la licenciatura de filosofía en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos en 2005 pero se desencantó de la carrera, no le gustó esa vida. Al terminar la invitaron a entrar a un concurso de escultura en plata, ganó y la suma de toda la experiencia creó una conexión con la joyería.

Siguió estudiando diplomados en filosofía. Unió todos esos conocimientos con sus ganas de trabajar con las manos. Encontró la joyería contemporánea: “Se trata de pensar que aquí puedo poner mis pensamientos y mi tradición orfebre”.

Carmen cuenta que su historia de cómo llegó a ser maestra en la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM fue un poco con la ayuda de la suerte. En la primera ocasión que se desempeñó ahí como profesora, estuvo del 2011 al 2015. Ella explica que casualmente conoció al director de la universidad en un evento social. Él le preguntó sobre su ocupación, a lo que Carmen le respondió que se dedicaba a la orfebrería: “Y en ese momento, me preguntó si me gustaría trabajar en la facultad, y yo dije que sí”.

En el 2015 Carmen renunció para tener tiempo de ser mamá, y fue hasta el 2020 que regresó. Comenta también que, entre la universidad, su taller, su hija y sus otras obligaciones laborales y familiares, sus días no son monótonos. Las únicas actividades que ella realiza casi sin falta, a excepción de días muy contados y peculiares, son el llevar a su hija a la escuela e ir a la universidad a dar clases. De ahí en fuera, su profesión artística es tan variable e impredecible que cada día, cuando ella llega al taller, hay una pieza diferente que hacer y una variedad de problemas que nunca son los mismos.

Para Carmen no existe solo una cosa que le disguste de su trabajo. Disfruta tanto los momentos a solas mientras desarrolla una idea, como la dinámica de trabajo en su taller, y no puede descartar tampoco el placer de dar clases y tratar de que a nuevos jóvenes se les encienda esa llamita dentro de ellos. Los diplomados con los que ella cuenta están más relacionados con temas de filosofía y estética. Carmen explica que, entre todos sus estudios, algo que ella siempre lleva muy presente es la hermenéutica, que define como “interpretación de imágenes”; es algo que usa a diario, no solo por su trabajo, que por naturaleza propia tiene imágenes, sino que también su forma de ver el mundo es de una manera sensible.

Cuando Carmen tiene momentos de ocio no recurre a actividades como la lectura, ya que casi siempre está leyendo textos teóricos para su trabajo, y tampoco es amante del género de ficción: “Se requiere un esfuerzo, por eso cuando quiero descansar no leo”. Prefiere recurrir a pequeños placeres como una buena comida, acompañada por su familia y un buen vino o a veces hasta el simple acto de mirar por la ventana y contemplar una vista de una tarde de verano en Taxco, es suficiente para hacerla feliz. Si Carmen solo pudiera hacer una pieza más, elaboraría un dije sobre su hija, ya que considera que es algo que tiene pendiente.

En el futuro, un futuro quizá remoto para los jóvenes cuyos años inciertos están tan lejos que ni les preocupan, y para los adultos tan próximo e ineludible como la puesta de sol, Carmen quiere seguir dedicándose a lo que hace, llevando una vida sencilla, y siguiendo con proyectos personales para poder tener un mejor espacio de trabajo: “Poder continuar con este estilo de vida creativo, donde pueda tener mis tiempos libres para hacer nada”.

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