¿La Santa muerte? Ni tan santa, ni tan positiva

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Por: Rogelio Vega
Ilustración: Jaime G. Rueda

Los mexicanos, sea por azares del destino, por conveniencias políticas, factores achacados a la divinidad o por nuestro multiculturalismo, históricamente nos hemos destacado por la capacidad de combinar cosas que poco o nada tienen que ver entre sí. Algunas de estas fusiones han dado resultados maravillosos, otras… no tanto.

La gastronomía mexicana, fusión de 2 o más mundos, es sin duda una feliz coincidencia, con ingredientes en apariencia discordantes pero con resultados gratos al paladar (para muestra nuestro delicioso mole, una fusión de ingredientes tan opuestos como son el chile y el chocolate). La fiesta cristiana de “todos los santos” y la veneración prehispánica a la muerte, dieron como resultado el día de muertos, nombrado patrimonio intangible de la humanidad por la UNESCO. Pero también hay otras fusiones, donde los resultados no se distinguen por su carácter cultural, ni por desarrollarse en un contexto positivo, más bien pasan a ser quimeras sociales, pero cuyas dimensiones son interesantes de analizar, aquí tal vez quepa el culto a la llamada “santa muerte”, ni tan santa, ni tan positiva…

Te has preguntado ¿de dónde viene?, ¿cómo surgió?, ¿quiénes son sus seguidores? La primera contradicción la encontramos en su nombre: ¿Por qué denominar “santa” a una imagen que no ha pasado por una canonización?, pues es bien sabido que el término “santo” se refiere más a los márgenes del catolicismo y de algunas otras denominaciones cristianas. Además, según el cristianismo, quien tiene “la patente” del término, para ser santo el primer requisito es haber estado vivo, haber sido un hombre o una mujer con una conexión espiritual con Dios, así se descarta en automático cualquier miembro de otra especie (lo sentimos por lo animalistas), objetos inanimados y entes o fenómenos naturales, como es la muerte, la cual es un proceso biológico.

Su origen tampoco es muy “divino” pues es bien conocido que su supuesta primera “aparición” es en la pared de una choza de un indígena en la tierra de Catemaco, Veracruz, lugar famoso por sus creencias esotéricas, ligadas a la brujería y el chamanismo. Es por esto que su veneración se mantiene oculta a la sociedad hasta que en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari cuando se busca el registro ante la ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, el cuál se pierde en 2005 por violar sus propios estatutos, algo inedito en al historia de México. En 2006, en la época de la guerra contra el narcotráfico este culto toma fuerza por ser una imagen representativa de dichos grupos, dándole así una popularidad que la llevaría hasta donde se encuentra hoy.

Par bien o para mal, el culto a “la Santa muerte” ha presentado un incremento en los últimos años, muy presente en varias regiones del país, con estimaciones de casi 20 millones de seguidores, algo que contrasta con los 97 millones de católicos que reporta el INEGI, siendo el segundo país con más católicos en el mundo, solo después de Brasil.

Hablar de la muerte como parte de una veneración es, según la mayoría de las religiones, algo profano y hasta demoníaco, pues la muerte es un enemigo de Dios, sobre todo en el cristianismo donde Jesus resucitó al tercer día, venció a la muerte para quitarle su poder sobre la humanidad. Sin embargo en México ha surgido un sincretismo entre este culto y la iglesia católica, creando una veneración compartida.

El sincretismo más marcado es cuando vemos a “La Santa Muerte” y a San Judas Tadeo juntos, algo que condena la Iglesia Católica, pero que es el resultado de los seguidores de ambos, y que parece tener un objetivo común, resolver las causas difíciles o imposibles. Como lo dice Bahuman en La Modernidad Líquida, las instituciones pierden su fuerza y respeto, tal es el caso de las iglesias.

Dentro de la investigación de campo “El culto a la Santa Muerte en la Modernidad”, por un grupo de alumnos de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UASLP, se constató que los seguidores de este culto dual son personas que a simple vista presentaban apariencia de lo que comúnmente conocemos como jóvenes banda o “cholos”. Al charlar nos comentan que ellos no son “ni de acá, ni de allá” simplemente tienen fe en su padre (en referencia a San Judas) y en su “flaquita” (“La Santa Muerte”). Ellos argumentan que San Judas los ayuda a planear que todo salga bien, pues ellos se dedican a “la uña” (robar) como lo llaman ellos, y la “Santa” se encarga de que los policías no los vean. “Creer en los dos es estar doblemente protegido” argumentan los chavos que se encuentran en un barrio de Soledad de Graciano Sánchez.

Se cree que este culto vuelve a tomar fuerza en el barrio de Tepito en Ciudad de México, debido a que se adjudica a zonas con niveles altos de inseguridad. En San Luis Potosí el culto se encuentra presente principalmente en colonias de estrato socioeconómico bajo, como son la Salk, Saucito, B. Anaya, La Libertad, El Mezquital, Pavón y Cactus, entre otras, con bailes anuales donde la cumbia y géneros populares urbanos son los ritmos más escuchados. Resaltan agrupaciones como Kiss Sound, Grupo La Fuerza, Los Vallenatos de la Cumbia, Santa Grifa y Pura Marihuana.

Independientemente de que Tlaxcala sea un barrio de origen católico, el culto a la santa muerte se encuentra presente. Su población, economicamente vulnerable, se dedicada a la lucha libre, al comercio de globos y frutas, e incluso a la prostitución. Un habitante de la zona defiende el culto debido a que la muerte es su única protectora, la esperanza de los pobres y desamparados” como ellos se denominan a sí mismos.

Otro aspecto que ha dado una fama no muy grata a esta devoción es que es “patrona” de las personas que se dedican al crimen organizado, algo así como Malverde (santo de los narcotraficantes), con quién comparte similitudes.

Este culto, profano y delictivo para algunos, divino para otros, irremediablemente se liga a la brujería, el esoterismo y la santería. Su auge posiblemente se deba a lo prohibido, porque irremediablemente, la naturaleza humana se ve atraída por eso, sino basta con recordar a Adan, Eva y su manzana. Sea una moda pasajera o un culto permanente, la reflexión en torno a lo que conlleva y persigue bien vale la pena, ¿por qué?, porque para bien o para mal está en nuestra sociedad, y santa, santa no es…

Fuentes de información:
Lasswell,Harold (1974), “La política como reparto de influencia” , Madrid, Aguilar.
Nuzzi, Gianluigi (2012) “Su Santidad: Los papeles secretos de Benedicto XVI”, Francia.
Trabajo de investigación “LA INTERPRETACION DEL CULTO A LA SANTA MUERTE EN LA MODERNIDAD.”
México-Censo de población y vivienda 2020- INEGI

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