Por: Rogelio Vega
Ilustración: Jaime G. Rueda
Todos ocupamos nuestro cuerpo, pero los artistas vivimos de él y para él.
Entrevistar a un mimo no es cosa fácil, sobre todo porque hablar no es lo suyo. Sin embargo, eso no impide tener, entre muecas y silencios, una plática bastante interesante.
Coco el mimo, un personaje creado por Antonio Ruiz en 1982, nos pone sobre la mesa su gran herramienta de trabajo; así como el carro ocupa un motor para funcionar, el electricista un multímetro para trabajar, Coco ocupa su cuerpo para divertir, para vivir.
Los músicos pueden darse el lujo de tener pies torpes, mientras sus manos toquen ágilmente algún instrumento; los bailarines centran su coordinación y fuerza en sus piernas, pero, en el caso de los mimos, el lenguaje de la “pantomima” exige un riguroso dominio y coordinación de cada músculo del cuerpo, incluidos pies, manos y hasta ojos.
¿Sabías que los mimos existen desde la antigua Grecia, siendo Epicarmo de Cos uno de los autores de este arte interpretativo?, claro, en el origen no era simplemente un arte silencioso, sino que se distinguía de otros géneros por la improvisación de su actuar. La verdad es que poco o nada tenían que ver con el “mimo moderno”, muy ligado a la cultura francesa.
¿El mimo nace o se hace?, definitivamente el camino para quien desee convertirse en uno de estos cómicos personajes monocromáticos es largo…
¿Existe una escuela para mimos?, ¿qué habilidades son requeridas?, Coco nos habla sobre su historial académico. Todo comenzó en la ciudad de Montreal, en la provincia de Quebec, Canadá, en la escuela de la “Mima corpórea” frente a la escuela del famoso Cirque du Soleil, un distrito famoso por albergar centros de preparación de artes circenses. En un parque extenso, cercano a su escuela, Coco compartía el espacio con más artistas, cuyo cuerpo es la pieza fundamental para la comunicación. ¿Te imaginas un domingo en un parque donde unos se contorsionan, otros hacen malabares, otros se mueven y gesticulan sin hablar? Sin duda una experiencia surreal.
Coco fue llevado a esta escuela a través de una selección hecha por los directores de dicha institución, llevada acabo en un festival internacional de mimos en Guanajuato en 1989. Las técnicas enseñadas incluían las del célebre mimo francés Marcel Marceau. La preparación incluye una capacitación intensiva en tres niveles, y si te preguntas ¿cuáles son las materias impartidas en una escuela de mimos?, pues estas incluyen estructura del cuerpo humano, reconocimiento de articulaciones, técnicas de movimiento, y por supuesto cursos de historia del arte, y mimos a través del tiempo. Anteriormente a esta escuela solo se podía entrar mediante una selección, pero hoy muchos colegios imparten cursos similares y talleres de acceso para todos.
Coco nos dice, que a pesar de que su francés no era el suficiente para comunicarse con su público de Quebec, su cuerpo le daba la posibilidad de obtener ganancias económicas, gracias al lenguaje universal de la pantomima. El lenguaje corporal, explica, es una lengua tan universal que puede sacar una carcajada en cualquier latitud del mundo. “Las historias contadas con gestos son aceptadas de una forma creíble y entendible porque el mimo trae el mundo interior y exterior con mucha facilidad y logra recrear la corriente del pensamiento de quien lo está observando. Todo gracias a las técnicas del gran Marcel Marceau, conocido como el Charles Chaplin de las tablas, recordado por divertir a las tropas francesas durante la Segunda Guerra mundial, fallecido el 22 de septiembre de 2007, hoy día internacional del mimo.
Cuando se entrevista a un mimo, el lenguaje corporal desata muchas dudas, pero, ¿qué tan universal es el lenguaje de la pantomima? “No todas las señas significan lo mismo en todo mundo, por ejemplo, nosotros para pedir 5 cervezas levantamos 5 dedos, pero el romano solo levanta dos, que curioso, ¿no? Tan curioso como lo es la acción de cruzar los dedos en México, así representamos la invocación de la buena suerte, pero ni de loco lo hagas en Vietnam, pues ahí es una representación grotesca de la vagina”.
Pero… ¿Qué fue de Coco al culminar sus estudios? Luego de dejar Canadá, fundó su propia compañía escénica de títeres que lleva por nombre “guante blanco” e inició giras por todo Francia, desde Paris al Mediterráneo. Al término de esto, regresó a México donde hoy ofrece espectáculos en diversas ciudades, principalmente en su tierra natal, Tepic, Nayarit.
“Algo que es importante para los mimos es la práctica constante de los gestos, que todo sea recurrente. Aún que vayas envejeciendo, esto no se debe notar al exterior. A mis 65 años, es importante que las arrugas y los dolores de la edad no se apoderen de mi personaje, es importante estar sano y bien alimentado”. Al preguntarle a Coco, ¿qué sería de él sin un cuerpo sano?, su respuesta, aunque con mímica, fue contundente, y se limitó a hacer una mueca con los ojos cerrados y lengua de fuera, sin duda una representación de la muerte.
Con el paso del tiempo nuevas palabras se adoptan en cada idioma, ¿alguna vez te has preguntado si en el lenguaje de señas y la mímica ocurre algo similar? La respuesta es obvia ¡claro que sí!, “vivimos en un mundo muy cambiante, antes para decir “poquito” juntaban tus deditos índice y pulgar, ahora al hacer eso alguna niña fan de la moda coreana te dirá que le estás haciendo corazoncitos”, añadió Coco.
“Debemos entender que el cuerpo humano sirve para hacer demasiado, no solo para comer y dormir, sea cual sea la actividad a la que quieras destinar tu cuerpo, la salud es indispensable, un cuerpo sin salud es como una bici sin pedales, puedes hacer las cosas, pero no correctamente” dice Coco.
“Valorar el desarrollo de todo artista es algo que nos ayuda a crecer como espectadores y a ellos como creadores de arte”. Coco manda, con gestos y muecas, abrazos y besos para todos desde el arte del silencio.