Por: Michelle PM
Ilustración: Jaime G. Rueda
Silencio. Cae la noche. Las estrellas que hoy no brillan, me acogen en su alma. Blancas las palabras y oscuro mi cuerpo, negra mi mente. ¿Viste que no vivo? ¿Viste que no muero? Viste que no soy… ni siquiera quien yo quiero… (…) Fragmento extraído de “Niños Perdidos” de María Casas
Advertencia: En esta segunda edición de “No todo está okay” hablaremos de los TCA (trastornos de la conducta alimenticia) y tocaremos temas que pueden resultar sensibles para ciertos lectores. Queda dicho que este puede ser un detonante para personas con este tipo de padecimiento o sus variaciones.
Los trastornos alimenticios son enfermedades mentales complejas que existen en un espectro muy amplio y aunque existen manuales muy precisos para su diagnóstico, es difícil para muchas personas recibir uno claro. Existen muchos TCA como el trastorno pica, el trastorno de rumiación, la anorexia nerviosa, bulimia nerviosa, trastorno de atracones, trastorno de la conducta alimentaria o de la ingesta de alimentos no especificado (TCANE) —del que hablaremos— y trastorno de evitación o restricción de la ingesta de alimentos, que, sustituye y amplía el diagnóstico del trastorno de la ingestión alimentaria de la infancia o la niñez del DSM-IV TR.
Vamos al punto de este artículo, el TCANE, este es un trastorno poco conocido pero muy frecuente, no cumple con todos los criterios en la categoría de diagnóstico de los trastornos de la conducta alimentaria y de la ingesta de alimentos (Psiquiatría, 2013). Sus síntomas incluyen cronicidad y frecuentes recaídas. La enfermedad puede separarse en dos grupos: uno con similitudes a la anorexia (se cumplen todos los criterios para la anorexia nerviosa, excepto que, a pesar de la pérdida de peso significativa, está dentro del intervalo normal) y la bulimia (se cumplen todos los criterios para la bulimia nerviosa, excepto que los atracones y los comportamientos compensatorios inapropiados se producen, de promedio, menos de veces al mes). Explicándolo mejor es como si tuvieras anorexia pero “no pierdes” peso y en la segunda categoría, la bulimia, las purgas y los atracones son en muy contadas veces.
¡Recuerda que tu propia experiencia con los trastornos alimenticios es única y si no te sientes encasillado en un trastorno específico es totalmente válido!
¿Cómo se puede prevenir? ¿Cómo se combate?
Lamentablemente por la desinformación y la poca concientización de cualquier problema de salud mental en México, no todos pueden reconocer síntomas propios o en algún familiar o amigo, hasta que es demasiado tarde, al punto de ya no ser diagnosticado como un “no específico” sino como un TCA “principal”.
La única prevención es la investigación e información en torno a estos males. Ante alguna sospecha, siempre es bueno asistir con un psicólogo y hablar con este sobre los factores que pueden desencadenar un trastorno alimenticio y hacer un plan nutricional, hablarlo con personas de confianza, crear un círculo de apoyo para ti o la persona que lo padezca. Decir no a la romantización, a la desinformación al igual que la idealización de las dietas, la skinny culture y el body positive, de profunda toxicidad, y por último ¡Usa las afirmaciones neutrales, sé compasivo contigo mismo!
Desde “Zapatos anónimos”, nos cuentan:
“Reconozco que esta idea del “estoy gorda” lo saqué de la familia de mi madre, muchos de ellos, incluida mi mamá, tienen una mala relación con la comida y aunque creía no haber sido influenciada por lo que decían, me di cuenta de que sí influyeron en mí, a pesar de ser de complexión delgada.”
“He pensado en todas mis reglas silenciosas: el pastel solo es para cumpleaños o comerlo forzosamente para no quedar mal con los amigos, solo algo dulce al día como postre, de preferencia fruta o algo “low calorie”, el refresco es malo, si comes algo grasoso como una hamburguesa ya no puedes comer en la cena, etc. Veo a las personas a mi alrededor y digo “wow cómo pueden comer todo eso y no sentirse culpables. Yo me como un pan y me siento tan mal que me dan ganas de no comer hasta el siguiente día. ¿Sabes algo? siempre fueron las pequeñas cosas que me hicieron darme cuenta de que no era normal mi conducta, con 14 años ya sabía que lo que hacía no estaba bien, pero decidía ignorarlo; el problema se agravó con la pandemia, me sorprende que nadie se haya dado cuenta en el momento.”
“A inicios del año pasado estaba subiendo las escaleras para llegar a mi cuarto, todo se veía borroso y la cabeza me daba vueltas, no podía respirar bien, el cuerpo me pesaba. Para mi suerte no me desmayé y llegué exhausta a la cama, me comí unas galletas que llevaba en la mano, ya no podía con el hambre. Después de comerlas me dolió el estómago muy fuerte que ni me podía mover, supongo me sentó mal al ser lo primero que comía en dos días. Lo peor y lo más triste de todo es que lo quería volver a hacer para sentirme entumecida. Hace ya varios meses que no tengo un episodio de esos, gracias a la ayuda que me han dado, he comido bien desde diciembre y me siento muy orgullosa de ello. Ya regresé a estudiar y no puedo evitar pensar en que necesito darle más energía a mi cuerpo por todo lo que hago durante el día, comer me gusta, pero lo odio al mismo tiempo. Creo que las personas normales pensarían que soy anoréxica pero realmente no lo soy, acepto que, si me da miedo engordar, pero reconozco que necesito comida para funcionar, solo que me gusta sentir un vacío dentro de mí.
Revisado por la psicóloga Mariana Rangel.
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Bibliografía:
Psiquiatría, A. E. (2013). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales . Estados Unidos: Asociación Estadounidense de Psiquiatría .
Varios. (2015). SciELo. Revista mexicana de trastornos alimenticios. Obtenido de SciELo: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2007-15232015000200108#B8