Redacción y fotografías por Kenia Hernández
“Da tristeza saber que todo lo que se escribió de un personaje empieza con la portada y termina en la contraportada”.
Apuntaban las 20:00 hrs en el reloj y, tras una larga jornada entre páginas, tintas y olor a café, la Feria Nacional del Libro cerraba la noche con broche de oro. Uno de los eventos más consultados en cartelera por lectores y conocedores estaba por dar comienzo en el patio secundario del edificio central de la UASLP. Los aficionados se apresuraban sobre los asientos; jóvenes, adultos…, y ¿qué veo allá? ¡ES UN NIÑO! ¡DOS! ¿Más…?, de la mano de sus padres. No se sabe quiénes vienen y a quiénes llevan a la firma de libros; padres a hijos o hijos a padres.
Apenas oscurecido el cielo, a algunos fans ya se les había informado sobre su presencia anticipada al evento y, entre el público y el staff, algunas manos se asomaban tímidas y emocionadas por estrechar la suya. Se trataba de una personalidad relevante, sin duda. Uno podría notarlo por la forma en que, prontamente, un micrófono y cámara se acercaron a entrevistarlo apenas llegó al lugar de la cita. Su forma tan resuelta al hablar sobre el papel de su más reciente obra denotaba seguridad y una ligereza característica en él. Y, sin dar muchos detalles a la prensa, reveló sus intenciones a futuro: “Mi trabajo sigue rindiendo fruto” ¿Lo que sigue? -preguntaron. Escribir.
Recibiéndolo como la primera vez, entre calor y aplausos de lectores, Antonio Malpica Maury, un ¿ingeniero? Sí, un ingeniero en Computación, egresado de la UNAM; y además un escritor, novelista de ciencia ficción, aficionado del terror. Y, por si fuera poco, músico. Fue anunciado al público, recordando así, su primera aparición en la FNL, cuando conversó sobre su éxito célebre entre la comunidad universitaria: Siete esqueletos decapitados. Ahora, algunos años después, un 16 de marzo, siendo invitado renombrado en la FNL 2022, presentando su más reciente obra: Frankie una novela con monstruos y panqueques.
“Él está acostumbrado, Toño Malpica, a que haga en San Luis lo que da la gana. Y siempre le gusta un repertorio estupendo de halagos (…) Que hablen bien de su obra”. Abrió el espacio la poeta Angélica Cortázar, cabecera de la conversación. Así, invitando a la audiencia a atreverse y sumergirse en este “sueño, dentro de una historia que ya conocemos”: Frankenstein de Mary Shelley.
“Mary Shelley por favor, si tienes alguna duda, aquí está el autor” “Algún reclamo también… Si se va la luz va a ser cosa de ella”, señaló a un retrato de la difunta escritora del clásico. El público rio.
“No podríamos pensar en la miseria humana, en los monstruos, si no pensáramos en Frankenstein”. Pero bien lo dijo nuestro autor invitado “Hay mil formas de desplumar un pollo”. Y es así como en un desenfreno, nos presenta “personajes totalmente rebeldes al canon literario”. Sus “ganas”, como lo llamó Angélica, respondió que nacieron con una respuesta “corta y grosera (…) ¿Y por qué no?”. Entre agradecimientos por la invitación y la asistencia de su público, Malpica explicó que su inspiración nació con una “manoseada” a los clásicos de la literatura: “me dio la loquera por traerlos a la luz y hacerlos míos(…). Da tristeza saber que todo lo que se escribió de un personaje empieza con la portada y termina en la contraportada”. Sin embargo, señaló que personajes como el de la novela Frankenstein están destinados a trascender, incluso hasta más que el autor.
“Una chica de 19 años que escribió Frankestein podrán no conocerla todos, pero sí a su personaje que se inmortaliza”.
“Cuando te metes a leer clásicos te das cuenta de por qué son clásicos (…) Todos tenemos la idea de que Víctor Frankenstein creó a Frankie con partes humanas y electricidad. Todo mundo creía que era el secreto de la vida y la muerte. Un monstruo puede salir de ahí, Mary Shelley pensó. Hasta nuestros días se sigue pensando eso (…). Los clásicos son divertidos.”
El público seguía atento, entre ocasionales risas y murmullos, a la expectativa de lo que les revelarían los secretos detrás de su novela. Pero también a la espera de alguna revelación sobre próximas líneas en papel. Que las hubo. Gustó tanto de este experimento con los clásicos, que anticipó una versión similar con el titular Las Aventuras de Tom Sawyer: “Va a salir en una editorial Panamericana.”
“En realidad, Frankie fue un producto de la pandemia”. Explica que, como escritor, su trabajo entre 4 paredes no es el mismo cuando esta condición es obligada. Sin embargo, esto le permitió explorar con aquellas historias que todos tenemos en algún lugar olvidado de nuestro librero. Empolvadas, seguramente.
Frankie una novela con monstruos y panqueques, toma prestados los personajes de la interpretación original y los transforma hacia “un tono más humanístico, un tono más marrón (…). La familiaridad de su historia, el asunto de tener a estos personajes, nos convierte también a nosotros en monstruos.” “A todos les metí su inyección de esteroides de maldad. Ninguno pasó por su antidoping. Esta es la base de la comedia: el único que es más humano es irónicamente la criatura”.
Al acecho de preguntas cargadas de filosofía, Angélica Cortázar dejó a la deriva a muchos de los asistentes cuando preguntó a Malpica sobre los monstruos reales, de la vida, hoy:
“Todos quisiéramos matar a un dragón y terminar con los problemas. Un monstruo existe pero no tiene un cuerpo físico: guerra, violencia, narcotráfico (…). Es injusto comparar a los monstruos de los clásicos con los monstruos de la vida real que realmente quitan el sueño (…). Hay mucha necesidad en el mundo de risa. Hay novelas que nos espantan por su pincel de realidad. Yo creo que lo que hice con estas novelas es tratar de poner como el toque luminoso, o fácil, o divertido en las manos del lector y sentir que la historia de Mary Shelley sí se prestaba ”. Una cita densa para la reflexión del auditorio.
Y así, aproximándose al cierre y a la tan esperada firma de libros. Malpica despidió a su público compartiendo su experiencia como escritor: “yo fui un niño feliz que veía mucha tele y leía muchos cómics. Poco a poco me fui enterando de todo lo que me hace feliz, como lo fue leer y también escribir (…). No te apartes de lo que te hace feliz, algún día eso dará frutos. Hacer lo que te hace feliz te hace especializarte. Si algo lo haces con todo tu corazón será irrepetible. Todo lo que hagas cuando ya no estés se quedará ahí. Es tu huella en el mundo (…). Lo que hago es escribir con gusto como lo hice la primera vez.” Recordándonos a todos que el sentido de la pasión es la satisfacción personal y que en su caso muy particular, “es distinto querer escribir que querer ser escritor”. Esperando que su amor por las letras, sus tropelías y sus atrevimientos con sus personajes, caminen con rienda suelta, pues como lo vivirá siempre Mary Shelley, – o no-: “un personaje es como un hijo, estás orgulloso de que le vaya bien por el mundo. Pero tu relación con el personaje termina cuando pones el puntito final”.