Por Camila Ramírez
¿Cómo nació este proyecto?
Es un proyecto que inició en el 2005, derivado de una experiencia de teatro escolar que tuvimos con un bachillerato. Duramos desde 1997 al 2003, con jóvenes de un colegio particular que se llamaba Alighieri.
Este proyecto fue significativo porque hicimos varios montajes que nos llevaron a ganar el festival de teatro UNAM. Es un festival muy reconocido y, hasta ese momento, siempre lo ganaba la Ciudad de México; nos tocó ser el primer estado de provincia que lo ganó con la obra “Yerma” de Federico García Lorca.
En 2004 iniciamos nosotros como Proyecto Teatro Alighieri. En 2005 nos hicimos asociación con una obra llamada “Octubre terminó hace mucho tiempo”, que habla sobre la relación de una pareja justo en el contexto del movimiento estudiantil del 68.
Nos fue muy bien, estuvimos en el primer Festival Nacional de Teatro Por Amor al Arte/SOGEM (Sociedad General de Escritores de México) donde obtuvimos reconocimientos a mejor actriz, actor, producción, dirección y obra. De ahí, el proyecto se ha ido enfocando en alrededor de 18 montajes hasta la fecha.
Del 2014 para acá, enfocamos mucho los montajes a un trabajo de colaboración con los creadores. Mi sistema de trabajo es un laboratorio donde yo me junto con un grupo de personas que tenemos cierto interés en algún tema, a mi, en lo particular, me inquietan mucho los temas de las relaciones humanas, románticas y amistosas, la mujer y las nuevas masculinidades.
Los últimos 7 montajes han sido bajo este sistema de juntar gente; mucho diálogo, contar las experiencias personales entre nosotros a raíz de un tema y de ahí empezamos a improvisar con base en lo que hemos platicado. Hacemos una escaleta que se va definiendo en el ensayo y queda una obra improvisada.
¿Cómo fue la adaptación del teatro convencional al teatro virtual en medio de esta pandemia?
Encontramos un montón de propuestas muy afortunadas y otras muy desafortunadas, pero justamente lo valioso es la experimentación ante algo totalmente nuevo.
La parte esencial del teatro es la charla directa con la otredad. Aquí, ante un público que no ves, hay ejercicios donde había oportunidad de dialogar virtualmente y se volvieron cosas muy interesantes. En este caso, con las condiciones que teníamos, no entramos en eso.
Fue tomar las escenas, desarmarlas, hacer un rompecabezas nuevo y decir “esta lectura me funciona para cierto impacto”, de una historia lineal de una pareja que se va mosqueando y se va agotando en la rutina del encierro, a esta versión de acoso hacia ella.
Pocos meses después la hicimos presencial, y fue volver a estructurar las piezas. Teníamos unas partes grabadas, pero no lo podíamos usar todo, así que utilizamos lo que nos funcionaba. Me llamó la atención la cantidad de artículos que empezaron a surgir de varias mujeres que estaban sufriendo de violencia en sus hogares con esta pandemia.
En 2006, “Canción de cuna para la siesta de un insecto”, fue el punto de creación de la pareja que se mosqueaba. En esta forma de acercamiento, era la sombra del hombre agrediéndola. Es una mujer encerrada, más que mosqueada.
Hablamos de una mosca y un moscardón, que es un evidente agresor, que poco a poco termina siendo un violentador y, a la larga, es un círculo que no va a terminar. Ahí lo dejamos abierto; es un círculo con esta idea romántica que con el tiempo puede cambiar, pero sabemos que eso no pasa.
La riqueza de ahora es que hay un proceso de negociación con los textos, las cosas y las personas, donde vas adaptándolo de acuerdo a la circunstancia.
Otra ventaja, es que ahora hay obras que no podemos ver y de pronto lo puedes ver virtual. Como todo, tiene sus ventajas y nos dejó esta especie de cachetadón para salirnos de nuestra zona de confort.
En 2013, Proyecto Teatro Alighieri impulsó “materia en crudo como materia viva”, a manera de laboratorio escénico. ¿Cómo surgió?
La materia viva eres tú, soy yo, somos nosotros palpitando que tenemos ideas, necesidades. Sobre todo, partimos teniendo la idea del conflicto, que es lo que subyugue la idea del teatro, algo que tengamos que resolver.
Aquí nos planteamos esto: ¿qué temas nos angustian?, desde temas personales y sociales desde distintos contextos.
Lo primero es ubicar de qué queremos hablar, esa es la materia viva. Y la materia en crudo, es justamente decir “esto es ser actor”.
¿Necesitamos tener una producción y recursos?, no. Si quieres decir algo, vamos a indagar las cosas que tenemos en crudo, lo que tienes aquí a la mano. Terminamos usando el celular para grabar audio e imagen. Tratamos que sea lo más crudo posible. En ocasiones renunciamos a la iluminación, la escenografía, los vestuarios, etc.
En la obra “#ComoYoTeAmo”, presentamos dos parejas de jóvenes adolescentes; esta obra la llevamos a secundarias, prepas, universidades y espacios abiertos. Nos impactó mucho ver cómo la gente reaccionaba empática al ver en la obra como el chico violentaba a su novia. Pero la situación donde la chica violentaba al chico, era “las mujeres no golpeamos a los hombres”, “si golpeamos a los hombres es porque algo nos hicieron” entonces venía la discusión sobre eso. Si se vulnera a la otra persona hay algo que resolver, no es un asunto de género, es un asunto donde la violencia está inherente.
Nos gustó mucho la discusión que generó ese ejercicio. Los chicos venían vestidos como se les antojaba ese día, si querían cambiar un texto, o cantar una canción diferente, yo no tenía bronca. Ese tipo de libertades nos permite crear ejercicios de espontaneidad.
Las obras que han realizado, tocan temas sensibles como lo son la violencia en relaciones de pareja, las vivencias de personas en prisión, relaciones en tiempo de pandemia, etc. ¿Hay algún tema que tengan ganas de abordar? ¿Qué proyectos tienen futuro?
Estamos generando un proyecto que es justamente sobre masculinidades. Lo tenemos construyendo desde hace un par de años.
Y ¿cuál es la idea aquí?, bueno, creo que una cosa que nos queda a nosotros como hombres, ante los serios coscorrones que nos han hecho ver los movimientos feministas, es entender el movimiento, pero también ver qué podemos aportar desde nuestro lugar. No creo mucho en esta idea del aliado, sino que tenemos una responsabilidad propia en este sistema patriarcal y machista que nos ha tocado, nos genera una serie de broncas muy fuertes que, al estar ahí, no podemos o no sabemos manejar.
Es un proyecto que ha derivado a una especie de taller con distintas masculinidades, donde podamos hacer un ejercicio en una especie de cancha de fútbol, que es un espacio muy predeterminado culturalmente como de “machos”.
Vamos a indagar las cosas que nos mueven, ese conocimiento del ser violento que tenemos muy inherente con la justificación de “no sé qué decir, entonces reaccionó agresivamente”, o muchas cosas que hemos platicado y culturalmente el hombre no dice.
Otro ejercicio va a ser generar testimoniales, textos, imágenes sobre estas reflexiones de lo que un hombre puede estar viendo en este sentido. La idea es terminar con un ejercicio testimonial.
Una cosa que también nos interesa, es no sólo trabajar con gente que tenga experiencia escénica, sino incluyendo personas que no se dediquen a esto y quieran participar de este proyecto a partir de estos testimonios.
El tercer ejercicio sería crear una obra convencional, pero con sujetos que hayan vivido este laboratorio todo el tiempo y terminemos contando una historia teatral sobre esto. Es un proyecto a 3 fases. Entre 2 y 3 años.
En 2016 estrenamos la obra “Diacronía Para Unos Idiotas”. Habla de no ponerte en sintonía. Y los pequeños idiotas eran justo una pareja que mantiene una relación violenta. En un ciclo interminable.
En ese proceso estuvimos más de un año trabajando en grupos en situación de violencia, y era muy interesante darte cuenta que no dependía de estratos sociales. Todos contaban sus historias y coincidían que muchas cosas eran imposibles de decir pues nos desencadenaba a la violencia. Nos tomó año y medio generar esta obra.
Justo acabo de acabar un texto que escribí, habla de los niños migrantes transgénero. Leí un reportaje de estos niños, niñas, niñes que quieren acceder a este derecho. Me conmovió, e imaginé una historia sobre una niña inmigrante trans que, acompañada de otro chico, tiene que llegar al norte.
Lo he empezado a abordar desde un texto escrito, pero entrando al laboratorio de materia en crudo como materia viva, vamos a convivir con esa comunidad y empezar a escucharles. Se podría armar una propuesta significativa sobre los intereses, dolores y las vivencias de esta comunidad. Con este proyecto y el de masculinidades, afortunadamente los siguientes 5 años serán muy ocupados para llevar a cabo estos proyectos.