Por Jaime González Rueda
Ilustración por Jaime G. Rueda
Una salida con amigos, una cita romántica, una ida al cine, una tarta de chocolate o un buen libro, son cosas que a la mayoría de nosotros nos apasionan. Destripar a alguien, mutilar un cuerpo, la necrofilia, la sensación de la piel rompiéndose frente a la hoja de un cuchillo, simplemente son cosas aterradoras, por lo menos para la mayoría de nosotros a quienes ver una gota de sangre podría ocasionar un desmayo, pero para otros es sinónimo de excitación, incluso de placer sexual.
¿Qué pasa por la mente de un asesino serial?, pues ante estas historias aterradoras, nuestra curiosidad quiere saciarse con todos los detalles: ¿Cómo fue su infancia?, ¿sufrieron violencia?, ¿presentan alguna enfermedad psiquiátrica?, o incluso se quieren saber cosas tan personales como sus hábitos alimenticios o estilo de vestimenta.
¿Qué es un asesino serial?, ¿a partir de cuántas víctimas se puede obtener tan macabro título? En sentido estricto un asesino serial es aquella persona que asesina a más de tres personas, con intervalos de vida normal entre un hecho y otro. Los asesinos seriales, en su vida cotidiana, aparentan ser personas normales, incluso carismáticas, lo cual hace de ellos personas no sospechosas. En la historia algunos han labrado su nombre con sangre, convertidos en iconos populares, motivos de películas, libros y leyendas.
La condesa Elizabeth Bathory, nada mejor para abrir esta lista, que aquella persona que ostenta el siniestro récord de asesinatos, con aproximadamente 600. Esta mujer era una aristócrata húngara, radicada en el castillo de Cachtice, actual Eslovaquia. La condesa, tras quedar viuda en 1604, inició su carrera criminal matando a muchas de sus jóvenes sirvientas, aparentemente obsesionada por la belleza. Acusada de brujería, algo común en la época, el rey Matías II de Hungría ordenó investigar los hechos, tras lo cual se descubrieron múltiples cadáveres, y mujeres torturadas en el castillo. Gracias a su posición noble, Elizabeth evitó la pena de muerte, no así sus ayudantes; sin embargo, vivió recluida el resto de su vida apresada en su castillo. De su perfil poco se conoce, sin embargo, se sugiere que desde pequeña presentaba crisis epilépticas.
El doctor Henry Holmes tiene bien ganado su lugar en esta lista, y ¿cómo no?, si el siniestro personaje mandó construir en Chicago un “hotel”, llamado The Holmes Castle, un auténtico laberinto cuyas habitaciones estaban llenas de trampas, algunas eran literalmente cámaras de gases. El Holmes Castle contaba con un sótano donde el doctor deshacía los cuerpos en ácido o los incineraba. Su caída en desgracia se produjo tras intentar defraudar a una compañía de seguros de vida, por el cobro del seguro de una de sus víctimas; tras las investigaciones la policía descubrió el macabro hotel. El doctor dijo adiós a este mundo tras ser condenado a la horca en 1896.
Al hablar de asesinos seriales un nombre resalta, a pesar de su no tan impresionante número de víctimas, pues solo se le reconocen 5 o 6 casos, y ha pasado a ser una especie de icono popular: Jack el Destripador. ¿Qué hace de este personaje un mito? En primer lugar su identidad nunca comprobada, solo especulaciones, incluso algunos sugirieron que pudo tratarse de Lewis Carrol, el autor de Alicia en el país de las Maravillas. Los casos de 5 prostitutas descuartizadas escandalizaron a la sociedad londinense en 1888, además, los cortes hechos en los cadáveres sugieren que el asesino poseía conocimientos de medicina. Otro dato que abona al mito son tres cartas enviadas al departamento de policía de Londres, firmadas con el nombre de “Jack”, mofándose y retando a los investigadores. Los asesinatos se detuvieron inesperadamente, sin llegar a una conclusión clara.
En México también hemos tenido casos atroces. Juana Barraza, “La Mataviejitas”, asesinó a 46 ancianas, a quienes engañaba con una supuesta ayuda social por parte del gobierno, para así ingresar a sus casas. Como si fuera poco, al mito de esta asesina se suma su profesión de luchadora profesional, bajo el nombre de la Dama del Silencio. Cuando fue capturada al salir del domicilio de su última víctima, la sorpresa fue que se trataba de una mujer, pues testimonios previos coinciden en haber visto a un hombre, o a un travesti, pues Juana Barraza es una mujer, digamos “corpulenta”.
Los asesinos seriales, cual sea su motivación, siguen un patrón determinado en sus víctimas, ¿por qué?, muchos de ellos satisfacen alguna necesidad, producto de traumas durante el periodo de infancia, que van de abusos sexuales a violencia física. Algunos poseen como antecedentes la crueldad hacia los animales, la cual deja de satisfacer sus macabras necesidades y así pasan a los humanos.
Todos hemos sentido las “ganas” de golpear a alguien, nuestros enojos nos llevan a desear el mal a aquellos que nos rodean, compañeros de trabajo, familiares o amigos, pero existe una diferencia entre pensarlo y llevarlo a la realidad, la ruptura de esa frontera es precisamente la gran diferencia entre una persona normal y un sociópata.