Viajar: Un estímulo para transformar la mente y el cuerpo

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Por Michelle Zapata

Ilustración de Jaime G. Rueda

El impacto que genera una actividad o suceso en el ser humano se establece en dos ámbitos: el interior y el exterior, dicho de otra forma: en lo emocional y lo físico. Así como la danza estimula el alma del bailarín, simultáneamente su cuerpo se beneficia con ejercicio. Lo mismo sucede al viajar, no sólo se trata de un desplazamiento para el descanso, sino que posibilita un cambio en la percepción de nuestra realidad, con beneficios emocionales y psicológicos.

EL QUIEBRE NECESARIO DE LA RUTINA

Cuando las vacaciones llegan,  incluso un par de días de asueto, viajar es una de las primeras opciones para sentir que esos días fuera de la rutina y los deberes cotidianos, valdrán la pena.

No importa si es un viaje a un pueblo cercano, o un viaje largo, la ruptura con la cotidianeidad trae consigo beneficios para la salud, incluso la Organización Mundial de la Salud aconseja realizar viajes a fin de estimular la creatividad, contrarrestar el aislamiento, disminuir síntomas de ansiedad, entre otros factores positivos para la salud mental.

No solo se viaja por interese turístico, el viajar permite tener una visión más amplia de nuestra propia realidad, incluso relativizar nuestros problemas o situaciones adversas, ya que provoca una ruptura con el contexto en que nos desarrollamos, aportando una visión más objetiva de nuestra existencia, nos permite apreciar que alguna situación no es tan grave como creíamos.

LA TRANSFORMACIÓN PERSONAL

Adentrarse en un nuevo lugar no es algo superficial, es dejar a un lado la zona de confort, es adentrarse a una nueva manera de percibir la vida,  un cambio de cultura que nos expone a la diversidad humana. Ejemplo de ello es la transformación notoria en actitudes y personalidad que alumnos de intercambio muestran al regresar a su país de origen, porque lo que en un momento se consideró algo universal, pasa a distinguirse como algo particular, para al fin ser consciente de que existen diferentes maneras de vivir y, por lo tanto, de ser en un mundo para nada pequeño.

“Haber experimentado un intercambio escolar es algo maravilloso. Yo tuve la oportunidad de vivir en Francia durante mi etapa escolar y es algo que podría describir como único, pues desde el idioma, la comida, las personas, todo es distinto y te obliga a entender que la cultura en que naciste y tu país no son el ombligo del mundo, sino uno de tantos planos culturales que existen a lo largo del mundo”, afirma Javier, quien a sus 21 años participó en el Programa de Movilidad de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

Inclusive en distintas narrativas desde mitos hasta películas se ve reflejado cómo un viaje es el factor necesario para que el protagonista termine su historia en la realización de su cambio, en una transformación que le hará enfrentarse al mundo, incluso, con más sabiduría.

Según un informe de The Economist Impact, el cual está enfocado principalmente en las consideraciones del futuro del sector del turismo y los viajes, señaló que la mayoría de las personas a las que entrevistaron consideran el viajar como una manera de despertar y concientizar nuevas perspectivas.

NUEVAS MANERAS DE COMUNICARSE, NUEVAS MANERAS DE EXPRESARSE

Incluso en la región que no parece estar tan lejos de nuestro hogar, las expresiones cambian y, a su vez, la comunicación, ésta entendiéndose no sólo en el fenómeno del habla, sino también en el lenguaje corporal. Viajar a veces requiere de saber acoplarse a la cultura ajena para comunicarse de la manera más eficaz posible. “En una ocasión me encontraba en un restaurante en Italia y para pedir la cuenta hice la típica mímica que se hace en México, como si estuviera escribiendo en el aire, como respuesta el mesero me trajo una pluma”, cuenta Ricardo, una experiencia cómica que demuestra la diversidad del lenguaje corporal en el mundo.

El desarrollo de habilidades sociales o interpersonales es un complemento de la actividad viajera, pues al surgir la necesidad de interactuar con otros, algo que es inherente al mismo ser humano, se agudizan las habilidades comunicativas. Sin embargo, el otro beneficio que nace de la interacción es la ampliación de nuestro círculo de amistades y de conexiones, que si bien algunas pueden ser transitorias y otras duraderas, permiten el enriquecimiento de la vida social de una persona.

LA ADAPTABILIDAD NO ES SÓLO EMOCIONAL, TAMBIÉN ES FÍSICA

El enriquecimiento emocional de un viaje es lo que más resalta al momento de reflexionar sobre los beneficios de dicha actividad. Sin embargo, también hay que considerar la relevancia que posee en nuestra salud y cambios físicos el encontrarnos en un entorno diferente, ya que al estar expuestos a nuevos patógenos (por supuesto con las precauciones necesarias, las vacunas recomendadas y los límites razonables) se estimula el sistema inmunológico.

El cuerpo puede ser capaz de adaptarse a distintos climas y altitudes, favoreciendo en el desarrollo de nuevas defensas naturales. Además, el estrés en nuestra vida cotidiana debilita el sistema inmunológico, pero al viajar es posible que el cuerpo se relaje y vuelva a ser eficiente para combatir las enfermedades.

Viajar es sin duda una manera de aprendizaje, una escuela de adaptabilidad o resiliencia, pues al estar lejos de la zona de confort, las situaciones imprevistas y el asombro de adentrarse en una nueva realidad dada por las diversidades culturales, el individuo convierte todas esas experiencias vividas en una oportunidad para desarrollar distintas capacidades, para beneficiarse mentalmente e incluso, sin ser consciente de ello, para que su cuerpo se fortalezca.

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