Cabo Tuna: la astronomía dentro de San Luis Potosí

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Por Sergio Carrión

Ilustración de Jaime G. Rueda

Es bien sabido que una de las mayores fascinaciones de la humanidad a través de los siglos es el espacio exterior. Todos los días miramos al cielo nocturno y al observar las estrellas nos preguntamos si en realidad somos el único planeta capaz de sostener la vida, y también nos pone a reflexionar sobre qué tanto conocemos el universo, o mejor dicho lo poco que sabemos de él, un misterio que alienta la curiosidad.

Desde que se tiene registro, la humanidad ha experimentado todo tipo de logros dentro del campo de la astronomía, desde los antiguos descubrimientos de Galileo hasta la misión del Apolo 11 y el legendario aterrizaje lunar ocurrido el 20 de julio de 1969, cuando el astronauta Neil Armstrong y su tripulación se convirtieron en los primeros humanos en pisar la luna. Igual de importante es la puesta en órbita del satélite Sputnik por parte de la Unión Soviética, el 4 de octubre de 1957 que logró dar un total de 1400 vueltas alrededor de la tierra.

En cuanto a México, a principios de 2024, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), inició un proyecto colaborativo con la NASA llamado COLMENA, que involucra a cinco microbots desarrollados en el laboratorio LINX, los cuales se desplegarán en la superficie lunar para conectarse entre sí de manera electrónica, apoyados por un módulo de telecomunicaciones, y así ensamblar un panel generador de energía, todo esto bajó la supervisión del investigador del Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM: Gustavo Medina Tanco.

Estos son solo algunos ejemplos de lo que la humanidad ha sido capaz de lograr mediante la constante evolución tanto tecnológica como científica en cuanto a exploración espacial se refiere, pero… ¿Qué hay de San Luis Potosí? ¿Acaso nuestra ciudad puede aspirar a los reconocimientos astronómicos de forma nacional o quizás internacional? La respuesta se encuentra dentro del zona altiplano potosino, donde reside un proyecto espacial llamado CABO TUNA que ha tomado forma con el tiempo y cuya ubicación se encuentra en el municipio de Charcas, territorio elegido por sus características desérticas y despejadas para la realización de vuelos experimentales.

SAN LUIS POTOSÍ HACIA EL ESPACIO

San Luís Potosí es uno de los estados del país que alberga una gran capacidad dentro del ámbito de la física, ya que se ha priorizado el aprendizaje y desarrollo del campo de las ciencias físicas para la innovación de nuevas tecnologías. El 5 de marzo de 1956, se fundó la Escuela de Física de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, en cuya planta docente resaltaba el doctor Gustavo del Castillo y Gama, uno de los mayores exponentes potosinos de la física experimental en el país.

Nacido el 25 de Diciembre de 1921 y contando con una maestría de física por la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y un doctorado en la misma disciplina, por la Universidad de Purdue en Lafayette, Indiana, Del Castillo construyó una sólida carrera profesional al ser jefe de laboratorio en Petróleos Mexicanos (PEMEX) en 1949 e investigador del Instituto Nacional de la Investigación Científica de 1955 a 1959. El trabajo realizado por Del Castillo se centró en la radiación cósmica y en la espectroscopía infrarroja, área que cultivó en su formación en la UNAM y en donde participó como instructor de cursos de óptica y espectroscopia.

Para establecer al campo de la física experimental en San Luis Potosí, como una posible carrera profesional, se optó por la creación de un programa de diseño, construcción y lanzamiento de cohetes, sin imaginar que esto daría pasó a uno de los proyectos más ambiciosos en el estado. El Proyecto Cabo Tuna es una iniciativa que fue concebida por el Doctor Gustavo del Castillo y Gama y que originalmente tenía como objetivo encontrar una solución a las sequías generadas en el Altiplano Potosino con artefactos voladores que detonaron cargas explosivas en el cielo para provocar lluvia. El doctor buscó localizar los rayos cósmicos en la alta atmósfera por medio de detectores instalados en los cohetes. A principios de noviembre de 1957, se hicieron varias pruebas con cohetes de práctica para evaluar la eficacia del combustible, sin embargo, la primera prueba resultó un desastre con el cohete explotando en la torre de lanzamiento.

Sin embargo, el 28 de diciembre de 1957, el lanzamiento fue un éxito y brindó los resultados esperados. Un par de meses más tarde, en febrero de 1958, se construyó un segundo cohete en base al primero, y que tenía como objetivo probar el mecanismo de paracaídas. Los avances obtenidos por el grupo potosino, fueron importantes para la innovación dentro de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes del Estado, ya que entre 1959 y 1960, se realizó un experimento supervisado por el ingeniero Porfirio Becerril de esta dependencia gubernamental, en donde se lanzaron dos cohetes de combustible líquido llamados SCT1 y SCT2, cuyas distancias obtenidas fueron 4 y 25 kilómetros respectivamente.

El proyecto Cabo Tuna, a finales de los años 50 ‘s, posicionó a México como el primer país latinomaericano en experimentar sobre la astronomía. La contribución de los estudiantes de física de la UASLP fue reconocida por los medios estatales y a difundir el nombre por el que se le conoce hoy en día. Su reputación fue tal que para el 50 aniversario de la fundación de la ciudad de Los Mochis, Sinaloa, el equipo original fue contactado por las autoridades para que efectuarán lanzamientos de cohetes y demostrar los nuevos avances científicos mexicanos ante la población.

Sin embargo y pese a los buenos resultados que esta iniciativa tenía, Cabo Tuna cesó sus experimentos en 1972 debido a falta de financiamiento para cubrir gastos que implican la fabricación de los cohetes. Así el proyecto quedaría en el olvido temporalmente.

EL RENACIMIENTO Y UN FUTURO INCIERTO

Tras 44 años, en 2016, el Proyecto Cabo Tuna vuelve a ver la luz del día gracias al ingeniero espacial, Gerardo Saucedo, quien conoció de primera mano el proyecto original. Durante muchos años trabajó como físico en Petróleos Mexicanos, pero en sus “ratos libres” se allegaba información y plasmaba sus posibles diseños en espera de tiempos propicios para continuar el proyecto de Cabo Tuna.

Actualmente siguen experimentando mediante la construcción de cohetes y otros artefactos que requieran distintas instituciones o el gobierno. Mientras que por otro lado, continúan con sus labores de docencia dentro del sistema educativo universitario.

Sin embargo y aun a pesar de haber reactivado el proyecto, Cabo Tuna todavía carga en parte con los mismos problemas que tenían desde mucho antes. El financiamiento sigue siendo el principal obstáculo, aun cuando existe un apoyo gubernamental, este es limitado, al ser insuficiente para crecer y convertirlo en algo más grande.

El Doctor Bernardo José Luis Arauz Lara, catedrático e investigador de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y colaborador activo de Cabo Tuna, afirma que entre los planes a mediano y largo plazo que tienen visualizados está la innovación dentro del campo laboral para las generaciones alpha y la recién llegada generación beta. El objetivo es investigar los comportamientos de las personas pertenecientes a dichas generaciones y los campos laborales más solicitados para inspirarlos a ser parte de dicho proyecto espacial. También, se espera que esto ayude a los investigadores y profesores de la capital a ser parte de otros proyectos e incluso de instituciones astronómicas de índole nacional para que puedan obtener un mayor y mejor reconocimiento. Pero, al final del día estas son solo suposiciones y no se sabe a ciencia cierta que pueda pasar en el futuro.

La breve pero interesante historia del proyecto Cabo Tuna, es un relato sobre mentes brillantes que quieren dejar su aporte a  la ciencia. Una historia sobre un grupo de individuos que llevados por la gran curiosidad de saber lo que podían aportar a la sociedad, inventaron máquinas que hasta el día de hoy componen parte del futuro científico de la raza humana. Cabo Tuna es una propuesta que sigue vigente y en donde sus responsables harán todo lo que puedan para sacar su gran potencial.

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