
Por Sergio Carrión
El arte es una ciencia bastante peculiar. No necesariamente es una materia de estudio que dependa de la observación, la experimentación o incluso el análisis, sino que, una que le permite al ser humano enseñar y expresar todo aquello que no se puede describir con solo palabras. El arte como ciencia nos da la capacidad de explorar nuestro mundo a través de interpretaciones subjetivas, emociones y experiencias sensoriales. Son aquellas interacciones que nos permiten ver más allá de lo que se observa a simple vista y que provoca una serie de debates y puntos de vista dependiendo de quien lo ejerce.
Con el pasar del tiempo, el arte ha ido evolucionando de distintas formas y le ha ofrecido al ser humano, varias maneras de comunicar un pensamiento o una visión especifica de nuestra realidad a través del uso de distintos instrumentos y artefactos con los que ponemos a prueba nuestros sentidos y el poder de la creatividad. En otras palabras, un ejercicio abstracto y moldeable que se puede adaptar de diferentes formas. Sin embargo, si existe una rama artística que ha pasado por distintas transformaciones y que le ha dado a la palabra “narrativa” un nuevo significado, es el cine.
Desde la invención del aparato conocido como cinematógrafo en 1881 por los hermanos Auguste y Lois Lumiére, pasando por producciones experimentales como “VIAJE A LA LUNA” por George Mélies y “GERTIE EL DINOSAURIO” por Winsor Mcay; desde el cine mudo con clásico como “LUCES DE CIUDAD” de Charles Chaplin o “SHERLOCK JR.” de Buster Keaton y grandes referentes del cine moderno como “DUNA PARTE 2” de Denis Villenueve y “PARASITOS” de Bong Joon-Ho; el cine ha abierto muchas posibilidades para que distintos autores puedan contar todo tipo de historias e inspirar a los demás para que puedan contar las suyas.
Muchos autores han sido reconocidos por la forma en la que han innovado en los aspectos técnicos y narrativos al momento de hacer sus películas y en esta ocasión, nos centraremos en uno en específico que siempre está en la boca de cualquier amante del cine: Christopher Nolan. El director estadounidense que ha ido ganando una enorme reputación con sus producciones en donde, siempre termina dando un espectáculo con sus historias complejas, narrativas con desorden cronológico, personajes profundos y efectos especiales que no tienen nada que envidarles a otras producciones.
El pasado 6 de noviembre del 2024, se cumplieron 10 años desde el estreno de INTERESTELAR, la película de ciencia ficción que narra la historia de un grupo de astronautas que viajan a otra galaxia a través de un agujero de gusano, con el objetivo de encontrar un nuevo hogar para la raza humana. Esta producción es considerada como la obra maestra de Christopher Nolan, no solo por los aspectos técnicos implacables que van desde efectos especiales de alta calidad o la excelente fotografía de Hoyte Van Hoytema, sino también de su narrativa en donde se combinan temas de astronomía y emociones humanas para brindar una sensación de realismo que hace que el espectador quede enganchado con la historia.
Es por esto por lo que varias cadenas de cine estadounidenses decidieron celebrarlo, reestrenando la película en varias salas de cine. Después a principios de este año 2025, se anunció que Cinépolis y Cinemex, de igual forma traerían el reestreno en varios de sus complejos; primero para las salas IMAX en cines seleccionados y a finales de enero en todos lados.
El pasado 3 de febrero y aprovechando el tiempo libre que tenía, decidí ir a una de las funciones del reestreno. Mi relación con INTERESTELAR podría considerarse especial; es una película que he intentado apartar de vista por mucho tiempo, no porque me desagradara, sino porque la popularidad de esta película me abrumaba bastante y simplemente no quería ser parte de la conversación por mucho tiempo. Pero, como si del agujero negro Gargantúa se tratase, siempre terminaba volviendo de alguna u otra forma, aun cuando no quisiera. En fin, quería darle una oportunidad al reestreno porque me ganó la curiosidad de saber cómo se veía esta película en la pantalla grande.
Llegue apenas a la función de las 5:30 pm en Plaza San Luis, porque me había confundido y creí que comenzaba una hora después, por lo que llegue de prisa, pero a tiempo. Venía acompañado de mi amigo Jaime, que al igual que yo, también adoraba el cine y era su pasión. Nos encontramos enfrente de la entrada del Cinépolis y nos dirigimos a comprar las entradas; después nos dirigimos a la dulcería por nuestras palomitas, tenía la tarjeta del Club Cinépolis que mi hermano me había prestado y pasamos a la fila express. Sin embargo, observar la larga fila de la dulcería, me había dado un sentimiento que hace años que no sentía, pero vamos a profundizar en eso más adelante.
Entramos a la sala correspondiente y nos dirigimos a nuestros respectivos asientos, estaban pasando los avances como de costumbre y después de unos minutos, película dio comienzo. Durante la función me sorprendieron un par de cosas. La primera fue que cuando entramos, la sala estaba llena a la mitad; normalmente cuando iba al reestreno de una producción cinematográfica es cuando me esperaría que solo estuvieran unos cuantos asistentes, pero no fue así y la sorpresa aumento cuando llegaban todavía más personas que estaban en la fila de la dulcería, lo que resultó en una sala casi llena. Lo segundo que me impactó fue la película en sí.
Para los que no lo sepan, Christopher Nolan siempre mostró una dedicación absoluta hacia el cine. El hace películas para que sean proyectadas en la pantalla grande, el hace experiencias cinematográficas y sus métodos como el presente uso de efectos prácticos y la atención al detalle, es lo que lo han llevado a ser reconocido prácticamente por todo el mundo. Sorprendió con la trilogía de Batman, con Dunkirk, con Oppenheimer siendo esta la película que le valió un Óscar, pero Interestellar… se siente diferente.
Si bien las películas de Christopher Nolan también cuentan con una filosofía propia que favorecen sus propias narrativas, la de Interestellar se siente bastante personal. Su trama contiene elementos a los que podríamos catalogar de una índole universal, y encima de todas esas capas de conocimientos astronómicos, hallamos un mensaje que le habla directamente a la audiencia. “NO LE TENGO MIEDO A LA MUERTE, LE TENGO MIEDO AL TIEMPO” es una de los diálogos que cita el profesor Brand interpretado por Michael Caine que resulta ser la base para entenderlo todo; el tiempo es un recurso presente dentro de la película, ya sea por la teoría de la relatividad de Einstein que afecta al equipo de astronautas, hasta los constante sonidos de un segundero que se encuentran ocultos en su música, esta película cuenta con una lección bastante importante sobre el pasó del tiempo y sobre como nuestros días pueden pasar volando sin darnos cuenta. Todo esto causa un impacto en el espectador gracias al buen uso del lenguaje cinematográfico para contar una narrativa sin precedentes.
Luego está el apartado técnico. Si hay algo que me gusta del cine es que es básicamente como soñar con los ojos abiertos, de transportarnos a realidades y mundos que solo la mente humana puede imaginar y si uno lo puede visualizar, lo puede construir. Ver Interestellar dentro de la gran pantalla es como estar literalmente dentro de un sueño y uno muy lúcido.
Desde el diseño único y característico de cada planeta, hasta las escenas dentro de los distintos tipos de agujeros espaciales, la película construye un ambiente sensorial que envuelve al espectador y lo convierten en un viajero más dentro de esta épica espacial, sentirse que estamos flotando en la inmensidad de lo desconocido gracias a las composiciones de Hans Zimmer y a enseñarnos a que todo es posible gracias a la combinación de efectos prácticos y CGI. Todavía recuerdo que llegando al climax, salí por unos cuantos minutos al baño (no perdía nada haciendolo) y al regresar y ver a Gargantúa brillando ante mis ojos y mostrando imponencia al ocupar toda la pantalla, me sentí diminuto, como si fuera una pequeña partícula en este inmenso espacio.
Una vez que la película terminó con ese conmovedor final, por fin acepte a Interestellar como una de mis películas favoritas de toda la vida. Por fin pude descubrir lo que hace a esta película tan especial y él porque es considerada un clásico. Sin embargo, esta película me hizo ver algo que no había visto hasta ahora y que parece haberse perdido un poco en esta década.
Regresando al momento en el que observé la fila de la dulcería, recordé que existió un tiempo en donde la emoción era real y el amor al cine se sentía genuino. Una época que existía antes de la pandemia y que, analizándola en retrospectiva, nos hace ver lo mucho que han cambiado las cosas tanto para bien como para mal. ¿Recuerdan cuando las personas estaban tan emocionadas por estrenos como Avengers Endgame o incluso Toy Story 4 a tal grado de que las filas para los boletos y bocadillos eran exageradamente enormes? ¿Recuerdas como la gente salía extasiada y fascinada después de haber visto películas La La Land o Ready Player One?
La década del 2010 nos dejó con varias películas que hasta el día de hoy son consideradas como clásicos y que en su momento hicieron ver al cine como el medio de entretenimiento ideal para pasar un buen rato y que generaba mucho dinero. La pandemia afectó esto tanto para bien como para mal, ya que tras sufrir un parón inesperado gracias al COVID-19, Hollywood experimentó una serie de pérdidas financieras de las que intentaba recuperarse desesperadamente, a tal grado de que el hecho de que una película rebasará la cifra de 1000 millones de dólares representaba un alivio. Si a esto le sumamos el hecho de que las grandes compañías habían puesto la mirada fija en los servicios de streaming e implementado el sistema de que una película después de su paso por las salas, estuviera disponible para verla desde la comodidad de tu sillón, solo incrementó el problema.
El 2023 fue una prueba de eso gracias a la saturación de estrenos durante el verano. Cada semana teníamos un estreno nuevo en cartelera y la gente no tenía el dinero ni el tiempo para ver de todo, lo que ocasiono que muchas películas fracasaran de manera financiera y dándole una mala imagen al cine. El resultado… un futuro que a veces resulta incierto.
Enconclusión: Las grandes empresas tienen que dejar de ver por sus bolsillos, tienen que dejar de aprovecharse de la nostalgia, tienen que dejar de sobreexplotar franquicias, de dejar de intentar de caerles bien a todos; lo que conviene en este punto de la historia es mirar hacia atrás. Hacer conciencia de lo que era el cine antes del caótico 2020, de volver a ver las películas de hace años atrás para recordar lo que hicieron bien y de ver más por la calidad que por la cantidad.
Interestellar es la prueba de esto último. Un grandioso recordatorio de lo que eran los viejos tiempos, de las emociones que una vez fueron reales y de lo grandioso que una vez significó maravillarse por la pantalla grande. Recordar es volver a vivir, las cosas solo pueden entenderse mirando hacia atrás, para así poder avanzar.
Lo que estoy diciendo todavía se puede volver a encontrar en películas como “Top Gun: Maverick” o “Gato con Botas: El último Deseo”, pero son casos bastante extraños. La chispa está en riesgo de apagarse y nosotros como audiencia debemos hacerlo saber. Saber que este reestreno superó a una película como Emilia Pérez es justamente lo que estoy tratando de comunicar, ya que es la forma de demostrar que el futuro puede brillar con más fuerza y de poder devolverle al cine su antigua gloria.