
Por: Daniela Leos
El pasado 21 de febrero, se inauguró la exposición Transmutaciones del psico-ser activo, luz-sombra. Producto de Rubén Maya, una intervención espacial trabajada a lo largo de aproximadamente 20 años. El proyecto se llevó a cabo dentro del Museo Federico Silva, el primer Museo de Escultura Contemporánea de América Latina.
El aura de Rubén logró iluminar la sala desde el momento de su llegada, su sonrisa genuina creó una conexión entre los espectadores y el artista. Transmitía una sensación de serenidad y gratitud, que exteriorizaba la paz interior que lo habita.
Para dar la bienvenida a los visitantes, realizó un ejercicio de mantra armónico tibetano, una práctica destinada a limpiar la energía de las personas antes de su ingreso a las salas de exhibición. Esta vez tuvo un toque único, y es que, entre el público, se encontraba un personaje que lo redefiniría todo de forma sutil, pero profunda: el doctor Sergio Rivera Guerrero, director de la facultad de artes de la Universidad Autónoma de Querétaro, y amigo cercano de Rubén.
Cuando el maestro Maya comenzó su canto, el doctor Rivera lo acompañó desde su lugar, a la voz de un canto gregoriano que dejó atónitos a los observadores. Mencionó que él no canta polifonía, solo monotonía, y naturalmente sus voces lograron conectar, porque son como hermanos.

Esculpiendo mi propio camino: la trayectoria de Rubén Maya.
A lo largo de su vida, Rubén ha realizado 96 exposiciones individuales en museos y galerías alrededor del mundo, sus obras han pisado México, Estados Unidos, Canadá, Noruega, Colombia, Ecuador, Francia, España, entre otros lugares. Se le ha reconocido con preseas, becas, residencias, premios nacionales e internacionales, pero la calidez que muestra en su semblante hace evidente que el mayor regalo ha sido la satisfacción de compartir su arte, y con ello, dejar una huella en los corazones receptores.
La exposición se bifurca entre la sombra y la luminosidad. En palabras de Rubén, su deseo es activar el concepto de sombra psíquica, buscando la luz a través de la sombra, por ello los personajes y las series son distintas entre sí.
Hay algo magnífico al contemplar estas figuras tridimensionales, y es que, de alguna manera, es posible experimentar un lazo entre los personajes y nosotros mismos, no solo por su semejanza con el ser humano; la atmósfera que se crea a través de colores, sonidos y texturas hacen que uno recuerde al espacio que une la percepción en vigilia con la onírica. Con obras como “anuencia esquizoide”, “sueños de conciencia”, o “metamorfosis del cuerpo imaginario”.

El día en que el arte y el espíritu se abrazaron.
Además de ser un día especial por la apertura de esta majestuosa muestra, el 21 de febrero es una fecha que carga en sí misma un gran significado: Mahashivaratri, una celebración que alude a la noche sagrada de Shiva, el dios de la destrucción y la transformación (para el hinduismo).
Más que una simple casualidad, parece increíble que ambos mundos se reúnan, pues la reflexión de ambas converge en la introspección, evolución y transformación. Así como para el hinduismo, es una oportunidad de crecimiento espiritual y purificación del karma, en “Transmutaciones”, se nos permite abrir un diálogo silencioso entre el arte y el alma, descubriendo aquella fuerza transformadora que reside en cada uno de nosotros.
Para finalizar, se extiende una cordial invitación al público en general, para que visiten las salas antes de que las obras emprendan su vuelvo hacia otros espacios.