“M20: La Danza que Enfrenta la Violencia Cotidiana en Matamoros”

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Por Sarai Tapia

Fotografía Ulises Macías

En un entorno donde la violencia y el crimen organizado dictan el día a día, surge un grupo de hombres que desafía su realidad a través del arte, específicamente la danza. La película M20 Matamoros Ejido 20, dirigida por Leonor Maldonado, ofrece una mirada profunda y poderosa sobre estos danzantes, quienes, en medio del caos, encuentran en el baile una manera de expresarse, resistir y liberar sus emociones más intensas.

Matamoros, en el estado de Tamaulipas, se ha vuelto sinónimo de violencia; sin embargo, en M20, esta ciudad se transforma en un escenario inédito para una coreografía que surge desde las entrañas de sus habitantes. La película nos muestra cómo estos hombres, con sus cuerpos en movimiento, llevan a cabo una especie de ritual contemporáneo donde se mezcla el pasado y el presente. En sus movimientos se percibe una mezcla de estilos, como los matachines de las danzas tradicionales de la conquista, el street dance del hip hop y la cultura chola, creando una forma de expresión única que refleja la rabia, la incertidumbre y la constante lucha por sobrevivir en la frontera.

Leonor Maldonado, coreógrafa y bailarina de formación, se acerca a esta historia desde una perspectiva única. Según relata, su obsesión con la danza de estos hombres surgió cuando vio un video de ellos bailando frente a un tanque militar en Matamoros. Maldonado, conmovida por la energía y el poder de sus movimientos, se preguntó qué tipo de vida llevaban estos hombres para haber creado una danza tan visceral.

El creador de esta danza, Rigo, junto con su grupo, tomaron como referente los matlachines, una danza tradicional que mezcla elementos religiosos, como la Virgen de Guadalupe, con movimientos indígenas. Sin embargo, ellos no se identificaban completamente con esa tradición. Por ello, decidieron reinventarla, adaptando los movimientos a su realidad urbana. Así, vestimentas como los penachos y huaraches fueron sustituidas por símbolos más cercanos a su cultura chola, y sus movimientos adquirieron un carácter urbano, añadiendo la cumbia, un género musical profundamente enraizado en Matamoros.

Matamoros Ejido 20 es, en esencia, un ejercicio coreográfico. Maldonado no se limita a documentar los movimientos, sino que explora las posibilidades del cuerpo en movimiento como una forma de discurso político y social. Al hacerlo, recopila los testimonios de estos hombres, que oscilan entre el miedo y la rabia, la euforia y el sigilo, mientras experimentan la vida al filo de la violencia cotidiana.

El pasado jueves dentro del marco del 7° Festival de Cine UASLP dentro de la charla posterior a la proyección, Maldonado compartió algunas reflexiones sobre el proceso creativo detrás de la película. Relató cómo su interés inicial por la danza fue transformándose en una exploración mucho más profunda de las vidas de estos hombres. A través de la filmación, que duró más de tres años, la cineasta coreógrafa se fue acercando poco a poco a sus protagonistas. Describió cómo logró ganar la confianza del grupo, y cómo lo que comenzó como un documental sobre baile terminó siendo una ventana a la complejidad de la vida en la frontera.

Maldonado explicó que lo que más le sorprendió fue la capacidad de estos hombres para transmitir, a través del baile, sentimientos que pocas veces encuentran una salida en su vida cotidiana. “Cuando bailan, se liberan”, mencionó. “Uno de los protagonistas, Rigo, decía que cuando baila se siente como un trapeador, exprimiendo todo el peso de la vida hasta quedar ligero”.

Uno de los aspectos más difíciles de la filmación, confesó Maldonado, fue encontrar el equilibrio entre documentar la vida de los danzantes sin ponerlos en peligro ni traicionar su confianza. Incluso, en algunos momentos, se sintió abrumada por la vulnerabilidad que los protagonistas mostraban frente a la cámara, preguntándose si tenía derecho a exponer tanto de sus vidas. Sin embargo, decidió seguir adelante, sabiendo que su compromiso con ellos iba más allá de una mera relación cinematográfica.

Maldonado también recordó que, tras mostrarles el documental terminado, algunos de los bailarines le pidieron que no lo proyectara en Matamoros, temiendo que su exposición los pusiera en riesgo. Esto fue un recordatorio contundente de que, a pesar de la belleza y el poder de la danza, la violencia que rodea sus vidas es muy real y persiste más allá del arte.

M20 Matamoros Ejido 20 no es solo un documental sobre la danza o la violencia en Matamoros. Es una reflexión sobre la resistencia humana y sobre cómo el arte puede ser un refugio y una forma de subversión en medio de la adversidad. A través de los cuerpos de estos hombres, Maldonado nos invita a cuestionar nuestras propias percepciones sobre el bien y el mal, y nos recuerda que detrás de cada titular sobre la violencia en la frontera, hay personas que luchan cada día por encontrar una salida, aunque sea momentánea, en la danza.

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