“Atrapando ángeles”: La historia de Juan Carlos Acevo Pacheco 

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Por Jaime González Rueda

Juan Carlos Acevo Pacheco tiene un trabajo particular, desde hace 8 años dedica su tiempo a capturar querubines, bueno, así lo refiere el nombre de su asociación “Atrapando Angeles A.C.”, una organización sin fines de lucro que canaliza y beca a niños y personas con discapacidad de todo México y Estados Unidos, para que reciban los beneficios de la delfinoterapia. En ocho años las cifras de la asociación son alentadoras, con 3,800 niños y adultos atendidos, con padecimientos y condiciones que incluyen el síndrome de Down, el autismo o cualquier discapacidad motriz e intelectual, entre otras.

La delfinoterapia consiste en la convivencia de pacientes con estos mamíferos marinos. La evidencia científica sobre esta terapia alternativa aún no es contundente, y no existe un pronunciamiento general por el gremio de investigadores sobre su efectividad; sin embargo, terapeutas y pacientes atestiguan importantes mejoras en las condiciones motrices, sociales e intelectuales de quienes son sometidos a terapia.

¿Quiénes son candidatos a recibir delfinoterapia?

 Niños o adultos con alguna discapacidad como el autismo, TDA, problemas de aprendizaje, discapacidad intelectual, motriz o visual. Incluso personas con padecimientos psiquiátricos y con cuadros de depresión. En nuestro caso, va dirigido a personas de escasos recursos.

“Atrapando Angeles A.C.” es un proyecto que aterrizamos a través de los DIF Municipales. Hace 8 años iniciamos con el DIF de San Luis Potosí. Lo que pedimos a estos organismos es el transporte de ida y vuelta para los pacientes y que algunos funcionarios funjan como “padrinos”, para aportar la cantidad que se cobra por parte del delfinario, de esta forma los padres de los niños sólo deben costear la alimentación y el hospedaje.

 ¿Dónde se encuentran los delfinarios con los que trabajan?

 “Doctor Dolphin” está ubicado en Silao, Guanajuato. Recientemente, y debido al aumento de la demanda, empezamos a trabajar con Delfiniti, en Ixtapa Zihuatanejo.

Sin considerar los apoyos que ustedes brindan, ¿qué costo tiene la delfinoterapia?

La terapia con delfines es una de las terapias alternativas más caras que existen. En promedio su costo es de 1,800 pesos por sesión, la cual tiene una duración de 10 a 15 minutos. Nosotros recomendamos seis sesiones por paciente. Si a este costo agregas gastos de hospedaje y traslado, pues si es algo muy considerable para una familia de escasos recursos.

Sin importar el tipo de padecimiento o condición, ¿siempre son 6 sesiones?

Sí, siempre son 6 sesiones, y los resultados que veremos a corto, mediano y largo plazo dependen mucho de cada condición, género y edad del paciente.

 
¿En qué cuadros se pueden ver resultados a corto plazo?

Bueno, un ejemplo serían niños con problemas para conciliar el sueño, para dormir, o con terrores nocturnos y fobias. También hemos visto resultados relativamente rápidos en  niños con epilepsia, con un número decreciente en sus crisis convulsivas. Hay pacientes que obtienen resultados en una semana, pero es algo muy variable.
 

Para acceder a la delfinoterapia, ¿se necesitan exámenes previos?

Todos los niños deben contar con un diagnóstico médico previo. De ahí partimos para saber su problemática. Igualmente debemos saber qué tipo de terapias han recibido y su respectivo tratamiento. La delfinoterapia es una terapia alternativa, no sustituye a lo instruido por sus respectivos médicos.

 ¿A partir de qué edad se puede acudir con ustedes?

Eso depende mucho de cada condición, pues a su vez depende de los tiempos de diagnóstico. Por ejemplo, el síndrome de Down, que es una condición muy evidente al nacer, se puede atender desde los 6 meses. En el caso del autismo, al ser una afección en el neurodesarrollo, su diagnóstico no se da antes de los 2 años y medio, por lo tanto no se podría dar terapia antes.

En el caso de estas dos afecciones, autismo y síndrome de down, que tienen un origen distinto, ¿cómo ayuda la terapia con delfines?

 Como dices, son problemas distintos, el Down es genético y el autismo es un problema de neurodesarrollo. Nosotros traemos nuestra genética desde los alelos, que son cada una de las versiones de un gen, por donde heredamos ciertas características de nuestros padres. El down es un problema de incompatibilidad en la sangre del papá y la mamá, con un problema justo en el cromosoma 21. Las personas Down son fácilmente reconocibles, con ojos separados, con ausencia del hueso nasal, con una cabeza redondeada y sin pliegue nucal. Además, presentan problemas internos, como soplos en el corazón, problemas digestivos y respiratorios, metabólicos, retraso intelectual y problemas de equilibrio y coordinación. Justo en estos últimos problemas es donde se puede mejorar gracias a la delfinoterapia, pues hemos comprobado mejoras en el habla, la articulación de ideas y la coordinación.

Por su parte, en el autismo hay 5 áreas afectadas o limitadas: la sensorial, el umbral del dolor aletargado (no sienten dolor), el lenguaje, el área cognitiva, y el área conductual. Justo en el área conductual es donde podemos ayudar en la terapia. Los niños autistas presentan conductas inapropiadas porque tienen una afectación en las neuronas espejo, que son las que permiten el aprendizaje a través de la imitación, entonces, ellos no saben cómo comunicarse, cómo decir que tienen frío o hambre, y la forma que encuentran es hacerlo a gritos. La operatividad de ciertos órganos está limitada y la delfinoterapia ayuda a que puedan trabajar, por ejemplo el tálamo, que es el área sensorial, el cerebelo que es donde coordinamos o el área de broca que procesa el lenguaje.
 

Platícanos un poco más de la delfinoterapia, ¿en qué consisten las sesiones?

A cada paciente se le pone un traje de neopreno, que es el utilizado por los buzos y que permite la regulación de la temperatura corporal, ya que el agua de los delfinarios está a  22 o 24 grados centígrados. Los delfinarios tienen una profundidad de 8 metros, por ello y por seguridad del paciente se le coloca un chaleco salvavidas, y se le pone en posición decúbito supino, ósea boca arriba, y el paciente queda suspendido en el agua por 10 a 15 minutos en terapia sencilla, y de 25 a 30 minutos en terapia doble. El delfín puede tocar cualquier parte del cuerpo, aunque casi siempre se concentra en el área cerebral. El delfín posee unos filamentos que emiten unas vibraciones que traspasan el cráneo y entran al cerebro por bioestímulo.

¿En qué porcentaje ayuda la delfinoterapia a los pacientes?

Como decía, esta terapia es alternativa, ósea, se suma a los esfuerzos de otras, como las terapias conductuales, del lenguaje, física, o de aprendizaje, y no las sustituye. Igualmente se puede combinar con otras zooterapias, como la equinoterapia. Pero sin duda hay resultados muy positivos y contundentes en muchos de los casos.

En estos 8 años de tu organización, ¿qué casos te han sorprendido?

Los avances más grandes son que los niños se vuelven más funcionales, son capaces de leer, de escribir, de coordinar mejor. Yo nunca recomiendo la delfinoterapia, quienes la recomiendan son los mismos padres que han visto resultados en sus hijos.

 ¿También adultos pueden acudir con ustedes?

 Sí. La delfinoterapia no solo ayuda a las personas con discapacidad, sino a otras afecciones. Hemos tenido pacientes con diabetes, cáncer, hipertensión, enfermedades que evidentemente no se tratan solo con esta terapia, pero les ayuda mucho en el aspecto emocional.
 

Ahora háblanos un poco de ti, ¿Cuál es tu perfil profesional?, ¿Cómo descubriste el mundo de la delfinoterapia?

Todo empezó cuando tenía 27 años de edad, justo cuando perdí la vista por un golpe en la cabeza que me provocó un desprendimiento de retina. Sin posibilidad de volver a ver, caí en depresión, sin trabajo, con un hijo y una esposa. Así que decidí reinventarme y salir adelante,  decidí estudiar en la Escuela Estatal de Ciegos masoterapia física, técnica de masaje craneal y masajes descontracturantes y relajantes. Las personas ciegas suelen ser muy buenas para dar masajes porque todo lo manejan por el sentido del tacto.

Posteriormente estudié la licenciatura en Psicología y una maestría en Neuropsicología. Así se despertó mi vocación de servicio, de ayudar a otros. La verdad estoy muy contento por lo que hemos hecho como asociación.

 ¿A cuantas personas has ayudado en estos ocho años?

 Al día de hoy hemos beneficiado a 3,800 niños y adultos de 48 municipios de San Luis Potosí, y de 29 estados de la república, además de algunas personas de Estados Unidos, sobre todo de ciudades como San Antonio, Houston y Dallas.

¿Hay planes para un delfinario en San Luis Potosí?

El plan lo tengo desde hace cinco años. Tenemos dos delfines que podrían ser traídos a San Luis. Actualmente hemos planteado dos opciones: las instalaciones en la FENAPO, el antiguo delfinario de esta, y las instalaciones, hoy abandonadas, del parque acuático Splash en el Tangamanga I.

 Es un poco difícil por la  manutención, pues un delfín come de 6 a 7 kilos de pescado diario, y solo de ciertos tipos de pescado que le permiten adquirir sus nutrientes necesarios. Claro, el tener la posibilidad de traer 2 delfines ya es un avance muy considerable, pues su costo promedio puede ser incluso de 2 millones de pesos, de forma legal y justificando su traslado.

¿Ustedes como asociación cuentan con personal médico y terapeutas?

Sí, pero de forma externa. Nos apoyan neurólogos, unidades de rehabilitación, psicólogos, ellos nos canalizan a los pacientes.

Alguien que necesite del apoyo, ¿cómo pueden acercarse a ustedes?

Tenemos una página de Facebook: “Atrapando Ángeles México”. Ahí nos pueden escribir. Posteriormente, yo, personalmente, me contacto con cada padre de familia o paciente para hablar de sus respectivos casos.

¿Hacia dónde quieres llevar tu asociación?

Quiero que mi asociación civil sea un centro terapéutico, no solo de gestión de becas. Quiero tener un centro con un equipo multidisciplinario, con terapeutas de lenguaje, un neuropediatra, una trabajadora social, un maestro de educación especial, una nutrióloga, y de ahí sacar candidatos para la delfinoterapia.

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