Graffiti: Del vandalismo al arte

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Por Humberto Sánchez
Ilustración por Jaime G. Rueda

¿Arte o crimen?, ¿expresión o vandalismo? El graffiti, como expresión artística y social históricamente ha lidiado con la crítica social y el descrédito de una parte de la población, pero… ¿qué movimiento pictórico no lo ha hecho?, impresionismo, expresionismo, cubismo y muchos más, fueron movimientos artísticos poco aceptados en sus orígenes, los gobiernos fascistas de Europa en el siglo XX incluso les dieron el calificativo de “arte degenerado”, vamos, ¡hasta la Capilla Sixtina de Miguel Ángel fue tachada de inmoral por la exposición de desnudos!

Entonces… ¿Qué es el graffiti?, de forma simple lo podemos definir como una composición artística que se lleva a cabo en espacios públicos, originalmente una de sus características era que se realizaba de manera ilegal, y aunque al día de hoy todavía hay personas que lo realizan de esta manera, también hay instituciones públicas y privadas que pagan para que se ejecute un graffiti en un lugar autorizado, pues con el paso del tiempo su mayor aceptación es innegable.

Nuevo no es, de hecho el graffiti es más antiguo de lo que la mayoría de personas cree, ya que, si vemos a este como la acción de pintar sobre una pared con el propósito de transmitir un mensaje, entonces su origen se remonta hasta el Imperio Romano, donde se realizaban pinturas en las paredes con el objetivo de hacer una sátira o crítica a la sociedad, como lo constatan los hallazgos arqueológicos en Pompeya.

 ¿VANDALISMO O ARTE?

La gran incógnita, el epicentro del debate respecto al graffiti es si se puede considerar una forma de expresión artística, o simplemente un acto vandálico. Por décadas, sobre todo desde su popularización, los sectores más conservadores, los “ortodoxos de la bellas artes”, lo describen como una expresión vulgar, incluso ligada a lo delictivo. Por otro lado, hay quienes ven en el graffiti una narrativa de las ciudades, de sus calles y de sus habitantes, una forma de expresión popular y de denuncia.

Sekir Dueñas, artista urbano potosino y graffitero por muchos años, tiene una postura  hasta cierto punto “neutral”: “cada persona cuenta con ideologías y objetivos propios, que provienen de las vivencias y experiencias personales, yo respeto el punto de vista y el propósito que cada persona le da al graffiti”.

Sekir inició su trayectoria en el mundo del graffiti desde los 15 años. Su escuela se basó en la experimentación y el autoaprendizaje, y eso lo llevó a desarrollar su propio estilo y técnica. Como muchos grafiteros, sus primeros trabajos fueron ejecutados de forma ilegal, algo que sigue dotando al graffiti de su componente subversivo. “Cuando inicié, la sociedad era aún muy cerrada, no había una manera correcta y legal de llevar a cabo esta actividad, pero a pesar de eso, sentía la necesidad de expresar mis ideas mediante la pintura”, dice Sekir, quien incluso, fue consignado al tutelar para menores.

Legal o no, el graffiti ha evolucionado y hoy goza de una mayor aceptación, no solo en México, sino internacionalmente. El grafitero Banksy es un ejemplo de esa popularidad que experimenta el arte urbano, si no, basta con recordar que su obra “Niña con globo” se subastó en 2021 por la nada despreciable cantidad de ¡16.7 millones de libras!

Sin embargo el debate sigue, Simon Hattenstone, periodista de The Guardian, justifica la identidad secreta de Banksy debido al carácter ilegal del graffiti, a pesar de gozar de una gran popularidad, entonces surge otro debate, si es legal, ¿deja de ser graffiti?, ¿pierde su sentido?

GRAFFITI EN MÉXICO

En México, el graffiti llegó en la década de los 1970. Las ciudades fronterizas fueron los principales “puertos” donde este tipo de arte callejero tuvo arraigo. La influencia es clara, los “pachucos” que define Octavio Paz como los grupos de jóvenes mexicanos migrantes en los Estados Unidos, que generan una identidad propia, con un carácter rebelde, que enfrentan racismo y políticas adversas; o en los conocidos “chicanos”.

De hecho, muchos de los primeros grafiteros en Estados Unidos fueron los latinos asentados en ciudades como Nueva York. En esa búsqueda de identidad surge el graffiti mexicano, una forma de expresión, de confirmación de “existencia”.

De la frontera se esparció por el territorio nacional, y se asentó principalmente en ciudades y comunidades periféricas de las grandes urbes, como Neza o Ecatepec, donde existen carencias sociales marcadas,  de ahí su componente hasta cierto punto marginal y de protesta.

“En el tiempo de su surgimiento en México, cada persona tenía que realizar un aprendizaje de manera autónoma” refiere Sekir Dueñas.

Hoy el graffiti es más reconocido en México que hace un par de décadas. La aparición de las redes sociales y otras tecnologías de la información permiten mostrar otra cara poco conocida del graffiti que incluye su técnica y proceso de realización, incluso de las temáticas abordadas en cada obra, en pocas palabras muestra que el graffiti no son solamente pintas sin sentido.

RUMBO AL RECONOCIMIENTO Y LA LEGALIDAD

Si bien no podemos afirmar en qué año se empezó a realizar el graffiti de manera legal en México, un paso importante para esta expresión artística fue la inauguración de la “Fábrica de Artes y Oficios Oriente” (FARO de Oriente) en el año 2000 en la ciudad de México, ya que este centro cultural ha impulsado el graffiti como una forma de arte. En su mismo sitio web traza su objetivo: “brindar oferta de promoción cultural y formación artística alejada de circuitos culturales convencionales”.

“Cada persona busca algo diferente en el graffiti y tiene motivaciones diferentes, en mi caso es la sensación de libertad, claro la cuestión lucrativa, como en el caso de todos los artistas, es importante, pero la prioridad siempre es la satisfacción, la realización personal y mi familia, el poder tener el control sobre mi tiempo y sobre lo que quiero expresar con mi arte” afirma Sakir.

EN CONCLUSIÓN…

No hay una respuesta clara y objetiva acerca de si el graffiti es una forma de arte o de vandalismo, ya que esto depende de varias perspectivas, tanto de las personas que se dedican a llevar a cabo esta actividad, que cada uno tiene algo diferente que decir, como de ideologías o mensajes propios, como de quienes son observadores de estas obras, que tienen una idea propia de lo que consideran arte.

Para algunos, volver legal el graffiti es atentar contra su esencia de rebeldía y protesta, para otros es un camino hacia su inclusión en el mundo del arte, y para aquellos más ortodoxos simplemente debería de desaparecer.

Si lo pensamos detenidamente, la incursión del grafitti en el mundo del arte no es muy diferente al de otras corrientes artísticas, cuyos inicios fueron turbulentos, y no exentos de la crítica social.

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