Moctezuma: La cultura de la conquista en nuestros días

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Por Martín Hernández Solano

Aztlán, México y Tenochtitlán….

Porter es un grupo musical formado en Guadalajara, México desde el año 2004, enfocado en un estilo pop, electrónico, instrumental y rock con tintes psicodélicos y alternativos. La gran mayoría de sus letras, álbumes y singles ofrecen más que una melodía que pegue, sino que encontramos temas profundos como la introspección personal, su visión de la muerte y la pérdida, así como de la vida o de todas las formas del amor y su significado, en su mayoría apoyados de varios instrumentos simultáneos, en armonía y en perfecto balance. El álbum Moctezuma rebasa y mejora aquello que se había establecido en la banda hasta ese momento, rompiendo los esquemas de lo que habían logrado.

Moctezuma: “Señor de los señores”

El álbum fue lanzado un 18 de agosto de 2014, por David Velasco, Fernando de la Huerta, Diego Rangel y Victor Valverde, los actuales miembros de la banda. Inspirado en varios libros de historia que hablan sobre la conquista de los españoles en la época mesoamericana. Cada canción relata un aspecto esencial de la creación y caída de Tenochtitlán, con espacios para la reflexión histórica. Por ejemplo, la canción Palapa que a pesar de ser un single añadido, cobra sentido cuando nos habla de reconectar con aquellas raíces perdidas, o mejor dicho, arrebatadas y olvidadas.

Este es el álbum debut de David como vocalista, y en cierta medida el realizador de la idea para el concepto del disco. Juan Son, el miembro anterior, dejó la banda en pleno auge de la agrupación, y entre la crisis del abandono, gracias a relaciones inesperadas entre amigos del creador de la banda, Fernando, es que conocieron a su nuevo y actual vocalista. David revivió esta historia antigua pero no ajena a nuestra sangre y a nuestra identidad.

La conquista

Desde la fundación de Tenochtitlán por un grupo de aztecas, hasta la caída de la ciudad y la sangrienta colonización de los españoles despojándonos de nuestra cultura a la fuerza y con gran dolor. El disco relata paso a paso, canción por canción, estos trágicos sucesos que siguen presentes en nuestra cultura, y que le da esta nueva perspectiva musical a lo que significa la “mexicanidad” de nuestra sangre.

Las canciones Murciélago, La china, Huracancún y M bosque son la antesala a la destrucción. Es la vida del bosque, el pleno auge de la ciudad y sus gobernantes, lo que significaban los dioses y el espíritu en la antigua gran cultura de Tenochtitlan. Lo que significaba tener un sentido de pertenencia. Tener un tránsito en la vida antes de llegar al Mictlán. Huitzil como la manifestación viva de la fuerza de la voluntad y esperanza y un montón de cosas, musicalizada en tonos vivos, fuertes y alegres, hasta un poco más nostálgicos como Huracancún. Pues esta era la época de la vida, y de la celebración por la identidad, todo por haber encontrado al águila en el nopal, como un presagio de 13 veces 20 para la salvación, todo manejado con una gran maestría entre la prosa y el sonido.

Los monstruos montados en bestias, que se hacían llamar dioses de un mundo invisible, y que tal vez solo les llamamos así por temor a lo ignorado, fueron abrazados por el monarca, Moctezuma, y en ese error, la maldición de Malinche había quedado marcada para la perdición de nuestra gente, aún presa del engaño de los extranjeros en nuestros días. Había llegado la época de la conquista.

En el tránsito entre M bosque a las canciones Huitzil y Rincón yucateco se cuenta la llegada de los españoles y por consecuencia, lo que provocó para la naturaleza y la extinción de la cultura que se había construido durante tantos años. Aquí se nos relata cómo la fauna sufrió una caza terrible, y los huitziles desaparecieron, o cómo imploraban por la ayuda de su dios, al igual que los mexicas caídos en batalla, y la sodomía de la iglesia cristiana destruyendo templos y rastros del viejo mundo para imponer el nuevo.

En el video musical de Rincón yucateco se hace una gran analogía a lo que significó para la religión la invasión a nuestro mundo, al mostrar cómo los dioses que algún día fueron adorados, ahora morían lentamente y en silencio entre las piedras de las iglesias españolas, mirando a sus hijos ahora atados a amar a un nuevo dios. El bautizo era representado como el arrebato del alma, del rostro y la identidad sobre lo que significaba ser el hijo de las estrellas y de Quetzalcóatl, y que se levantaban ahora como la piel muerta de lo que algún día fue vida. Atados a seguir nuevas órdenes, poco a poco desaparecimos y la palabra mexicano cobró otro sentido identitario.

El encanto de la serpiente

Porter nació de entre la psicodelia y los sueños de juventud por expresar sentimientos que con solo existir no podrían expresar. El grupo, de estatus independiente, ha logrado formar una base de fans a lo largo de América Latina, porque el mundo que rodea a Porter, y a sus letras, es un mundo que abarca hasta el corazón y la mentalidad. Es una historia de raíces, de unión, de orgullo, por nuestra piel, por aquello que recordamos y lo que olvidamos, o mejor aún, por lo que seguimos luchando, por las mil y un historias que contamos en las venas de nuestras calles, y por todos aquellos que sin voz pueden escuchar el poder de la música del mensaje, de lo que mueve a los sueños y el deseo ser el motor principal de nuestras rodillas cada mañana en esta tierra olvidada por dios y protegida por su pueblo.

Somos sangre de leyenda, de tribus que nos formaron, de serpientes emplumadas, de ciudades en montañas ocultas, de llamas como transporte, o de montañas heladas todavía no conquistadas. Somos la historia que reflejamos en las melodías de nuestro espíritu, de la antigua voz de Moctezuma, de generaciones en dolor, bailarines por contemplar la belleza de la luna, hijos de la noche y el sol.

En el momento que el mundo nació, y apenas se creó, nosotros ya cantábamos, ya bailábamos, y asesinamos, mientras ellos solo supieron crear un mito cuando miraron al cielo, nosotros, supimos adorar, y ante todo supimos permanecer. Somos mestizos, nuestra sangre violada por generaciones del tiempo olvidado, pero aún y con todo eso, nadie, ni una invasión ni años de adoración a caras hipócritas de falsos mesías y gobernantes, en nuestra piel y nuestros ojos, seguimos siendo de nosotros mismos.

Al final es una gran reflexión que un álbum así exista en nuestros días y que comparta estos temas, saliéndose del molde establecido para poder contar una historia, una que vivimos como identidad, como parte de nuestro contexto sociocultural. El trasfondo que cargan las letras y los sonidos tan envolventes que pasan de una tonada alegre a una más fuerte y movida, es que dejan en claro que Porter se estableció y se redefinió como grupo después del disco y todavía más importante, nos hace reflexionar sobre nuestra identidad, y el efecto que tiene la música en nuestra historia, en nuestros recuerdos y cultura, que sea lo que mueve al corazón y al alma a sentir.

La conquista en nuestros días no ha desaparecido y Porter nos ha enseñado que aunque no desaparezca siempre podemos recordar de dónde venimos y lo fuertes que somos y fuimos.

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