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Por Fabiola VA
Ilustración de Jaime G. Rueda

“La democracia exige que los derechos políticos y de las minorías se resguarden”-

Nelson Mandela, político sudafricano

MÉXICO: UNA AMALGAMA DE CULTURAS

Todos los países del mundo albergan minorías que enriquecen la diversidad de sus sociedades. México no es la excepción, incluso es uno de los países con mayor diversidad cultural en el mundo. ¿Cómo no? Si en México, según datos del INEGI, convergen 60 grupos indígenas, los cuales agrupan a siete millones de personas. Esta riqueza pluricultural se manifiesta en el terreno lingüístico, con 68 lenguas autóctonas de México, además de 364 variantes. Nuestra diversidad es evidente.

Sin embargo, nuestra riqueza cultural no está exenta de desaparecer. Muchos de estos dialectos se encuentran en peligro de extinción al contar cada vez con menos hablantes. Según datos del Gobierno de México, el 60% de nuestras lenguas podrían perderse en los próximos años, debido a que sus últimos hablantes son personas mayores y que generalmente viven en situaciones de marginación y pobreza. Entre las lenguas que están a un paso de desaparecer están ku’ahl y kiliwa de Baja California, y el awakateko de Campeche. La pérdida de una lengua no solo es la pérdida de un código de comunicación, sino la pérdida de costumbres y tradiciones.

Pero… ¿a qué se refiere la sociedad cuando se habla de una minoría? El término se define como un grupo humano, étnico, lingüístico o religioso que posee un sentido de comunidad desarrollado con base en una “historia común”. Es decir, individuos que pertenecen a un mismo grupo porque comparten ciertas características, además de reflejar sólo un porcentaje dentro de un estado- nación.

EN DEFENSA DE LAS MINORÍAS

A nivel mundial se estima que 43% de las lenguas están en peligro de extinción, según la UNESCO. Muchas de estas minorías ven amenazadas sus costumbres y tradiciones debido a la presión de gobiernos centrales, a la pérdida de identidades locales frente al fenómeno de la globalización y al desinterés generalizado de una sociedad mundial cada vez más absorta en los cambios tecnológicos.

Ante esta situación, diversos organismos internacionales realizan esfuerzos para la preservación de las minorías. La ONU por su parte estableció en 1992 la Declaración para salvaguardar los derechos de las personas pertenecientes a minorías, la cual las clasifica en cuatro categorías: nacionales, étnicas, religiosas y lingüísticas. El objetivo es simple: que las minorías disfruten por igual de los nueve tratados fundamentales de los derechos humanos.

Los elementos centrales de la mencionada declaración se centran en la no discriminación; el disfrute de su propia cultura, religión e idioma; la participación efectiva en la vida cultural, religiosa, social, económica y pública. Además se impulsa la participación en la toma de decisiones políticas; el mantenimiento de sus propias asociaciones así como el mantenimiento de contactos y relaciones.

MINORÍAS DE NORTE A SUR

Las minorías existen en cada rincón del planeta, su aporte a la riqueza cultural de un país o región es innegable. Ejemplos de lo anterior sobran: las comunidades indígenas de África, las tribus aborígenes amazónicas en América del Sur, las tribus nativas de América del Norte, los pueblos descendientes de los mayas en Centroamérica, los descendientes incas en Perú y los aborígenes de Australia y Nueva Zelandia, entre muchos otros.

En el caso de México los grupos con mayor presencia son los nahuas con más de 2.5 millones de indígenas que se encuentran fundamentalmente en el centro del país; los mayas, que suman aproximadamente un millón y medio y se localizan especialmente en Yucatán; los zapotecos, que se ubican en los valles centrales de Oaxaca y en el Istmo de Tehuantepec y son algo más de 700,000 personas; los mixtecos, que se localizan en las regiones de Puebla, Guerrero y Oaxaca. Por último, los otomí que también se ubican en el centro del país y que son unos 650,000 individuos.

Contrario a la creencia popular, las etnias también existen en Europa, donde agrupan a 87 pueblos distintos y muchos de estos viven en condiciones extremas. Podemos mencionar a los más históricos como los saamis escandinavos o los inuits de Groenlandia, quienes habitan en regiones que alcanzan temperaturas de menos 30 grados celsius.

Otro ejemplo muy visible es España, donde radica una gran comunidad gitana (proveniente de Europa Central) con más de seis siglos de establecimiento en el territorio. Según el Observatorio de la Infancia, España es el país de la Unión Europea que alberga al mayor número de personas de esta minoría étnica que supone un 1.17% del total de la población de la nación.

Esta etnia ha establecido sus propias reglas para regular su convivencia, que son la base de sus características colectivas. Además, les ha garantizado su permanencia como pueblo. Según cifras de la Fundación del Secretariado General Gitano de España se estima que existen unos 750,000 gitanos en el país y que es un colectivo mayormente joven, una cifra considerable, al tomar de referencia los 10 millones de gitanos que son ciudadanos europeos.

Otras minorías en el continente europeo incluyen a Albaneses, Alsacianos, Armenios, Bálticos y Bávaros. Esta diversidad se ha visto fortalecida en las últimas décadas por las olas migratorias, en su mayoría procedentes de África, individuos que buscan mejores condiciones de vida. El fenomeno de la migración ha reconfigurado sociedades modernas, por ejmplo, en Francia, un pais tradcionalmente católico, el Islam ha pasado ha ser la segunda religión más profesada, con 6.7 millones de creyentes, lo que equivale al 10 % de la población total.

DISCRIMINACIÓN, UN PUNTO EN COMÚN…

Aunque las codiciones de vida de cada minoria es distinta según el país en que se encuentren, la mayoria comparte la discriminación y el racismo como factores en común. Lograr la participación efectiva de las minorías y poner fin a su exclusión requiere que aceptemos la diversidad mediante la promoción y aplicación de las normas internacionales de derechos humanos, y también, además de esa aceptación, requiere la voluntad de los gobiernos para remediar esas deudas históricas con muchos de esos grupos.

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