Por Oswaldo Fiscal
El pasado 8 de marzo marcó el regreso en estudio de los “Dioses del Metal”, Judas Priest, para su álbum de estudio número 19, el esperado Invincible Shield, seis años después del lanzamiento de su predecesor, Firepower.
Este nuevo álbum marca un cambio en cuanto a los trabajos anteriores de la banda. Judas Priest es una banda que se reinventa en cada disco que publican, llegando a sonar a una banda completamente diferente en cada trabajo que han lanzado, pero lo que realmente sorprende en este nuevo álbum, es que la banda suena diferente en cada canción.
El tema que abre el disco, Panic Attack, trajo consigo todo un viaje nostálgico en donde los fans recordamos trabajos ochenteros como Turbo o Ram It Down, los inconfundibles riffs, combinados con la potente voz de Rob Halford, crean una experiencia auditiva impactante.
The Serpent And The King aumenta la velocidad mostrada anteriormente, pero con un aire metalero más contemporáneo. El tema homónimo que es completamente brutal trae consigo una mezcla de entre trabajos setenteros de la banda como trabajos ochenteros.
En general, el álbum hace un recorrido por cada etapa y cada sonido de la banda, haciendo guiños a décadas anteriores, cosa que se disfruta de principio a fin. Sin embargo, también existen temas que a mí en lo particular me parecen no tan necesarios dentro del álbum, como por ejemplo Devil In Disguise y Trial By Fire. Por el contrario, temas como Crown Of Horns brillan por sí solos, o como Giants In The Sky, que comienza de manera tradicional, pero se transforma en una sección de guitarra clásica con un toque progresivo, demostrando que Judas Priest no teme explorar nuevos territorios.
Judas Priest es de las bandas clásicas que no tienen necesidad de demostrar nada a nadie, más que a ellos mismos y mostrar su superioridad musical como en cada trabajo que han lanzado, muchos fans siguen en la esperanza de que la banda algún día lance un Painkiller 2.0, pero eso es algo que jamás en la vida pasará.
Aún con esto, “Invincible Shield” es un regalo para los fans y una celebración de los 50 años de metal de Judas Priest. Este disco no solo satisface la sed de metal de los seguidores, sino que también reafirma por qué la banda sigue siendo una leyenda en el mundo del heavy metal. Una prueba contundente de que Judas Priest continúa marcando pauta y dejando una huella imborrable en la historia del género.