Por: Chelle Pichardo
Ilustración: Jaime G. Rueda
“Son las mujeres quienes aman el horror. Se regodean en él. Se alimentan de él. Son nutridas por él. Se estremecen, se aferran y gritan – y vuelven por más”
Bela Lugosi
Como fanática de este género me he dado cuenta sobre un cierto fenómeno que, si bien no es nuevo, ahora es mucho más visible. ¿Por qué las mujeres estamos tan atraídas al género de terror? ¿Qué vemos en aquellas historias que nos parecen tan fascinantes? ¿Es acaso que entendemos mejor la oscuridad del mundo? Nosotras somos el terror. Nosotras le damos vida a este, para prueba es la gran cantidad de escritoras y directoras de cine que han impulsado grandes tramas de terror.
Antecedentes que no pueden pasar desapercibidos es el caso de Mary Shelley, autora de Frankenstein o el moderno Prometeo, quien dio paso al género de la ciencia ficción; Daphne du Maurier escritora británica que escribió “Los pájaros” y que tiempo después se convirtió en un clásico del terror por la adaptación de Alfred Hitchcock; Alice Guy Blaché una de las primeras directoras de cine en el mundo y que hizo adaptaciones de los cuentos de Edgar Alan Poe, siendo una inspiración una vez más para Hitchcock.
En la industria cinematográfica por mucho tiempo hemos sido usadas como símbolos: la damisela en peligro, la madre, la hija, la encarnación de la pureza… un simple objetivo o premio para la historia del protagonista y claro el género del horror tampoco ha sido la excepción a esto, pero esto ha cambiado poco a poco hasta los tiempos actuales. El terror nos abrió una puerta para demostrar que no éramos solo la simple y bonita decoración para el protagónico masculino, finalmente teníamos un “alma” en pantalla o al menos la profundidad necesaria para tener motivaciones.
Según un estudio reciente de Google, desarrollado gracias a un nuevo software de análisis (GD-IQ) que puede identificar el género del personaje (masculino/femenino), y medir la duración de sus diálogos y apariciones en pantalla, ha terminado por remarcar el poco espacio que la mujer tiene en el cine, siendo solo el 36% del tiempo total en pantalla y el 35% de los diálogos. Si hablamos de géneros cinematográficos solo hay una excepción a esta estadística: el “horror”, donde las apariciones y diálogos femeninos superan a los hombres.
¿Podríamos considerar este contenido como feminista? No del todo, pues el género presenta discursos misóginos, racistas y tintes homofóbicos, pero, dicen que el mejor horror es aquel que lleva lo social y lo político a la mesa. Este puede ser el perfecto vehículo para discutir la violencia cometida por el patriarcado hacia las mujeres de toda raza, sector económico y social. Generar conciencia, traer el debate y empatía hacia las diversas situaciones que toda mujer si o si ha tenido que pasar.
El constante desprecio, devaluación, burlas y la violencia perpetrada por la pareja, amigos o empleadores – realidades que a menudo son invisibles pero que se contraponen a través de la cámara.
La evolución del cliché más famoso del slasher, la “Final Girl” es un claro ejemplo de la evolución del discurso feminista dentro de las películas de terror. Pasó de ser la representación de lo que la sociedad dice que tiene que ser una mujer y una víctima de la violencia a ser aquella que derrota a los monstruos, la sobreviviente, la vencedora, la vengadora.
De aquí nace el horror femenino y para que una película sea catalogada en este nuevo subgénero del terror necesita cumplir con dos requerimientos:
- Debe de emancipar o transformar la opresión o la violencia que se ejerce en contra de las mujeres.
- Debe de dar visibilidad a las realidades de lo que es vivir como mujer.
Películas como Ginger Snaps, Carrie y Raw tocan temas de la liberación sexual femenina y la menstruación. Jennifer´s body o Teeth abordan el tema de la cultura de la violación. Black Swan que deja ver el abuso laboral y acoso sexual que Nina recibe de su instructor. Swallow, The babadook o “Tenemos que hablar de Kevin” hablan de lo difícil que es la maternidad.
¿Por qué a las mujeres nos atrae el terror? Fue la pregunta con la cual nació la idea para este artículo y la respuesta es demasiado simple. Encontramos nuestras historias en las protagonistas, nos alegra que salgan victoriosas, nos alegra que se vuelvan brujas, demonios o monstruos, las villanas de las historias. Mientras nosotras miramos como aquellas mujeres se vuelven desenfrenadas, locas, ambiciosas, salvajes y despreciables en nuestro lugar, no podemos evitar decir “bien por ella”.
Bibliografía
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Younger, B. (26 de Junio de 2017). The conversation. Obtenido de The conversation: https://theconversation.com/women-in-horror-victims-no-more-78711