Por: Roy Zaldívar
La bruja es una figura recurrente en el imaginario popular que ha traspasado fronteras adaptándose a cada cultura y haciéndola parte del folclor. Sin embargo, en cada historia comparten un rasgo distintivo: son mujeres. Este arquetipo ha sido utilizado a lo largo de la historia para señalar a aquellas que representaban una amenaza para el sistema, ejemplo: La bruja guachichil, palabras para otra magia, novela del potosino Alexandro Roque.
En esta novela, el autor narra la historia verídica del enjuiciamiento a una anciana guachichil por el supuesto asesinato de otro indígena en 1599, a siete años de la fundación de San Luis Potosí, hecho del cual el acta se encuentra en el Archivo General de la Nación. Sin embargo, lo que resulta interesante, es que esta mujer llamó a la rebelión a los habitantes de lo que hoy en día son los barrios de Santiago y Tlaxcala, incitándolos a rebelarse contra los españoles, por lo que estos decidieron ejecutarla inmediatamente.
Alexandro Roque, quién gracias a esta obra fue ganador del Premio 20 de Noviembre “Manuel José Othón”, nos cuenta que uno de los motivos por los que comenzó a interesarse en la historia fue la falta de información sobre la vida prehispánica en la región potosina, afirma “Siempre se hablaba de que Aridoamérica era desierto y sus habitantes eran salvajes, todo se centraba en la parte de Mesoamérica civilizada. Yo quería saber más de nuestro pasado y poner un ‘anzuelo’ para que la gente quisiera saber más, no solamente fragmentos de historias o leyendas, pues hay muchísimos hechos históricos muy interesantes que quisiera que llegaran a más personas”.
La bruja guachichil, palabras para otra magia es una novela histórica que recurre a personajes del San Luis Potosí colonial que, si bien no hay registro de su participación en ese acontecimiento, enriquecen la narrativa de la historia. “Yo creo que mi trabajo además de aportar es un gancho, una forma de atraer a las personas a que consulten otras fuentes e incluso que escriban su versión. No trato de hacer historia sino atraer a la gente a ella” afirma Roque.
Así mismo el autor declaró que una de las intenciones al escribir esta novela fue “adentrarse en la mentalidad de aquella mujer”, preguntarse el por qué se ha callado la voz de las mujeres, en este caso las chamanas quienes eran las matriarcas de estos grupos, y el cómo estos eventos del pasado influencian la conformación de la identidad potosina.
Como afirma Peter Burke, “las mujeres han sido prácticamente invisibles para los historiadores, en el sentido de que se han pasado por alto la importancia de su trabajo cotidiano” y en efecto, los puestos de liderazgo de muchos de los grupos étnicos en varias zonas de México antiguamente eran de mujeres; eran ellas, las chamanas, las que tomaban las decisiones para proteger la unidad del grupo mientras los hombres, posteriores dueños del reconocimiento, apropiándose de la sabiduría de las chamanas, estaban cazando.
La historia en general ha sido creada con una perspectiva androcéntrica en donde las mujeres fueron prácticamente eliminadas. Muestra de ello es el Dr. J. Marion Sims considerado “padre de la ginecología moderna” quién en 1840 utilizó a mujeres negras esclavizadas para sus experimentos médicos, sin ninguna anestesia y sin su consentimiento, para reducir las complicaciones de parto, procedimientos que posteriormente se utilizarían en mujeres blancas, quienes sí eran sedadas. Evidentemente el mérito permaneció siendo de Sims hasta hace poco.
En 2018 tras protestas lideradas por mujeres negras, una estatua de Sims fue retirada de Central Park en Nueva York y este año, en Alabama, la artista Michelle Browder realizó estatuas de 3 de las mínimo 11 mujeres que fueron utilizadas por Sims en sus experimentos, buscando cambiar la narrativa de cómo las mujeres esclavizadas han sido dejadas fuera de la historia, pues la artista afirma “nadie habla de estas mujeres, ni de sus sacrificios y de los experimentos que sufrieron y por eso creo que si se va a contar la verdad sobre esta historia, tenemos que contarla toda”.
Así como es necesario cambiar la narrativa de la historia, es indispensable entender cómo los arquetipos, como el de la bruja, han servido para justificar conductas altamente misóginas. Los arquetipos son las bases en que se cimentan nuestros valores y forman parte de nuestra herencia cultural, por ende, continúan viviendo en la actualidad en el inconsciente colectivo. Carl Gustav Jung llama “imágenes arquetípicas” a “aquellos contenidos del inconsciente del hombre moderno, que se asemejan a los productos de la mente del hombre antiguo”.
Los arquetipos arcaicos han sido reproducidos repetidamente a través de los múltiples mitos transmitidos por la literatura, haciéndolos parte del imaginario popular y provocando que las personas simpaticen con sus valores. Gracias a ello, los estereotipos de género perviven en nuestra realidad, pues encuentran sustento en los arquetipos.
Como se mencionaba anteriormente, la figura de la bruja, aunque compartía rasgos en común, se adapta a cada zona y su cultura y en México no fue la excepción. A partir del siglo XVI, en el México colonial, mientras que algunas mujeres de diversos estamentos y etnias se hicieron poderosas y ocuparon ciertos espacios a través de las artes mágicas, la medicina “tradicional” o el pacto con el demonio, otras sufrieron persecuciones y calumnias
Durante la época colonial, las creencias y prácticas ligadas a las culturas indígenas fueron prohibidas, por ende, comenzaron numerosos procesos de persecución contra quienes, según la religión católica, eran idólatras o renegaban de la nueva fe.
La bruja mesoamericana poseía características particulares heredadas de la cosmovisión prehispánica, a diferencia de la bruja europea, que fue una recreación de lo que se había conceptualizado en Europa. Cómo señala Roberto Martínez González en Los enredos del Diablo: o de cómo los nahuales se hicieron brujos “La evangelización introdujo a la ‘bruja europea’ entre los mesoamericanos y, de esta manera, ambas compartieron el espacio en el imaginario colonial y terminaron, en ciertos casos, por confundirse y poseer atributos semejantes”.
Mucha es la información que existe en torno a nuestros ancestros, es clave entender los sucesos que tuvieron lugar durante este periodo para comprender sus repercusiones en el presente. La bruja guachichil, palabras para otra magia es solo un ejemplo de cómo es posible acercarse al pasado, ya sea a través de la literatura o la historia, permite comprender fenómenos como la misoginia, pues sólo reconociendo estas imágenes ancestrales iniciaremos el camino de salida de sus dominios.