Por: René Reta y Daniel Rocha
Curiosamente hemos vivido en un mundo en el que solamente se le da la importancia de las enfermedades mentales a las personas que las padecen. Aunque realmente hay una importancia vital en quien está alrededor de ellos.
Los relatos de los familiares de un enfermo mental reflejan constante angustia, pues la falta de conocimiento aunado a la escasez de herramientas para su atención es preocupante. En una sociedad poco empática a estas situaciones, ellos son quien representan el sentir y las necesidades de los pacientes.
A veces los familiares o las personas que conocen o incluso un miembro de su familia cuenta con una enfermedad mental intentan mover “cielo, mar y tierra” para hacer que puedan vivir una vida normal o por lo menos estar más estable.
Anteriormente si alguno de tus hijos padecía alguna enfermedad mental y sobre todo las mamás tenían que dejar toda su vida para poder hacer que sus hijos vivan en condiciones óptimas o en los peores de los casos encerrarlos para que nadie los viera.
Desafortunadamente y aunque ha habido una evolución en la forma en las personas puedan ver a los psicólogos, se siguen estigmatizando las deficiencias psicólogas en la sociedad actual.
Y aunque no sé si ahora están estigmatizadas para mal, siento que hemos llevado la tendencia a romantizar las enfermedades mentales.
Eso se puede ver desde el momento en el que las personas se auto diagnostican con depresión o ansiedad, cuando la depresión y la ansiedad son enfermedades diagnosticadas y con tratamientos
A continuación, relataremos unas historias de la vida y lo que viven en su cotidianidad personas con familiares con problemas psicológicos.
Lucia de 33 años nos cuenta el inicio de la enfermedad de Francisco; un joven de 25 años diagnosticado clínicamente enfermo de esquizofrenia: “Mi hermano no estaba así cuando era chavo, no era muy platicador pero digamos tenía una vida más o menos normal, un día empezó a cambiar de actitud; era más agresivo, gritaba cosas y cuando empezó a hablar solo y lo llevamos al doctor por unos meses ya nos dijeron que estaba malito, que tenía esquizofrenia”
Esta enfermedad es notoria hasta los 20 años en mujeres y hombres, no existe una causa exacta de cómo se detona; algunos se la atribuyen a cuestiones genéticas ó a la incorrecta segregación de químicos en el cerebro, e incluso el abuso de sustancias propicia padecerla.
El paciente tiene conocimiento de su enfermedad; se le pide colaborar en la medida de lo posible para momentos como la medicación, futuros episodios o cómo buscar ayuda en alguno de ellos, es aquí donde el rol de los amigos y familiares cumple una función muy importante, pues gracias a ellos pueden lidiar de una forma diferente con su padecimiento.
El enfermo se preocupa por lo que los demás piensen acerca de su condición, es el momento donde quienes están a su alrededor lo hacen sentir apoyado y comprendido. Esta fusión también sirve para en equipo crear estrategias donde se logre un avance, si es que existe la posibilidad de lograr mejora.
“A veces duraba unos días más tranquilo, se mantenía platicando y en sus días de crisis; hablaba solo, lloraba, gritaba, manoteaba y luego se carcajeaba, eso fue creciendo como entre 2 y 3 años de que nos dijeron que estaba enfermo”. Aunque algunos casos no necesitan hospitalización, si requieren de una atención constante desde casa, generalmente estos episodios suceden cuando no se está medicado.
El Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía MVS menciona que 1 de cada 100 personas padece este trastorno, la manera de tratarlo al menos en nuestro país, es a través de antipsicóticos que se usan para problemas mentales graves con episodios de psicosis.
Los costos varían pues cada caso es diferente, el precio de los medicamentos oscila entre $750.00 pesos (M/N) y $1950.00 por mes. El tratamiento es acompañado de atención psicológica el cual es un gasto extra que varía según el terapeuta.
No es la única enfermedad o trastorno mental que existe, la ansiedad y depresión son frecuentes en el mundo, aunque en algunos casos es controlable mediante terapias psicológicas, socialmente es poco comprendida la salud mental.
Los familiares de quien sufre ansiedad o depresión viven de igual manera pendientes de algún descontrol o colapso, si bien puede variar la intensidad, es igual de preocupante tener una situación de esta índole en casa.
Los datos sobre estas enfermedades mencionan que un 4% de la población vive con depresión, 1 de cada 5 personas padecerá depresión antes de los 75 años, según cifras de la Organización Mundial de la Salud.
Los testimonios de amigos y familiares de adolescentes que padecen algún tipo de desequilibrio emocional mencionan lo intrigante y doloroso que es ver atravesar a sus seres queridos por estos cuadros depresivos.
“Al principio no se nos hizo raro que no quisiera salir, al paso de los meses solo no quería salir con sus amigos, tampoco con nosotros, ya no bajaba ni siquiera cuando tenía hambre, simplemente se empezó a aislar en su cuarto y siempre acostada, queríamos hablar con ella pero no hablaba con nosotros sobre nada, fuimos con un psicólogo y pues nos explicó a la familia, que era la depresión ” Nos cuenta Alicia, madre de Adriana joven adolescente diagnosticada con depresión.
Al no entender cómo funcionan estos trastornos, tenemos poco o nulo conocimiento de cómo pedir ayuda o brindarla, la mayoría de las veces el primer acercamiento que tenemos es con un amigo o familiar, pero al momento de expresar estas emociones podrían menospreciarse y no orientarse de manera correcta.
Esto incrementa la angustia y la inseguridad, de esta forma podría creer que no existen más alternativas a su problema, cuando lo correcto es acudir con un psicólogo a un diagnóstico más detallado y con herramientas que permitan al paciente tener una mejor comprensión de sus dudas y respuestas que pueda asimilar durante una terapia.
La salud mental y el entendimiento correcto de las enfermedades mentales propician a preocuparnos por nosotros y los demás, aunque a veces pareciera que nos encontramos bien físicamente, podrían existir momentos dolorosos que requieren de ayuda profesional para su debida comprensión.
En el caso de una enfermedad que derive en una psicosis o tratamiento clínico, empatizar como humanos, pues en algunos casos se les excluye de la sociedad por su condición enferma y es una labor que asumen los familiares y amigos, si bien se busca que se reintegren de una manera normal es necesaria una nueva conciencia colectiva para estas situaciones.