Ni manicomios, ni electroshocks, ni camisas de fuerza: Hablemos de salud mental

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Por: Jaime González Rueda

“Estoy segura de que me vuelvo loca de nuevo. No puedo pasar por otra de esas espantosas temporadas. Esta vez no voy a recuperarme… Si alguien pudiera haberme salvado, habrías sido tú...”

Con estas palabras, dirigidas a su esposo Leonard, se despidió la escritora británica Virginia Woolf, antes de suicidarse al llenar sus bolsillos de piedras y aventarse al río Ouse.

La Organización Mundial de la Salud estima que 800 mil personas se quitan la vida cada año, lo que se traduce en un suicidio cada 40 segundos. La depresión y los padecimientos mentales están detrás de muchos de estos casos. La salud mental, por sus cifras, es evidentemente un problema público, sin embargo, los países gastan en ella menos del 2% de sus presupuestos sanitarios según la OMS.

A la falta de interés de los gobiernos, traducida en bajos presupuestos, se suman estigmas sociales. “Cuando saben que tienes un trastorno te ven como loca; es difícil que te quieran como pareja; como empleada te ven con capacidades disminuidas”, dice Lucia, de 33 años, quien desde los 7 años ha enfrentado episodios de depresión y posteriormente diagnosticada con Borderline o Trastorno Límite de la Personalidad. 

DEL INFIERNO A LA ESTABILIDAD…

¿De dónde vienen estos padecimientos?, Su enfoque actual es biopsicosocial. La doctora Sara Antonieta Navarro Sánchez, directora de la Clínica Psiquiátrica Everardo Neumann, habla de una predisposición genética: “Existe el factor hereditario, que en combinación con un ambiente hostil puede detonar estos padecimientos. Incluso hay estudios que correlacionan infecciones como el herpes zoster (causante de la varicela) con la activación de estos genes”.  La parte social es fundamental e incluye la capacidad de resiliencia, el sometimiento a periodos de estrés, los vínculos emocionales y  la crianza.

Lucia nos cuenta que fue diagnosticada inicialmente con depresión, sin embargo, al no ver mejoras, acudió con otro especialista, quien la diagnosticó con Borderline, enfermedad caracterizada por cambios bruscos emocionales y relaciones sociales caóticas. “Es una montaña rusa de emociones. Mis decisiones se han visto afectadas por estos cambios. Me cuesta trabajo saber si algo es real o es un síntoma de mi trastorno” dice Lucia.

Pero, ¿qué significa padecer borderline? Para Lucias es “despertar deseando no haberlo hecho. No comes, no te bañas, no quieres hablar con nadie. Solo deseas morir, pero tu falta de energía es tan gran que no tienes fuerzas ni para suicidarte”. 

El abanico de enfermedades mentales es amplio, entre las más severas están la esquizofrenia y la bipolaridad. Gerardo habla de una predisposición genética en su familia: “Mi abuela padecía esquizofrenia, los pensamientos paranoicos y las alucinaciones fueron síntomas recurrentes. En una ocasión, recostada en su cama, mi abuela señaló al techo y preguntó: ¿qué hacen esas bailarinas ahí? Con el tratamiento adecuado llevaba una vida normal, aunque las crisis regresaban cada cierto tiempo”

La doctora Antonieta Navarro describe la esquizofrenia como una realidad difícil; una vida solitaria, “El paciente vive dentro de su propio mundo. Lo que ve, piensa y siente no corresponde con la realidad. Además están los síntomas negativos, que son la parte más oculta de la enfermedad: apatía, desinterés, incapacidad de disfrutar las cosas; de tal forma que las personas pueden permanecer años aislados y sin hablar; y al no presentar los síntomas positivos (alucinaciones) la familia puede pensar que esta bien, cuando no es así.

Pero ¿cuándo aparecen los primeros síntomas de estas enfermedades? Para la depresión y la ansiedad no hay edad. Por su parte, los brotes psicóticos de una esquizofrenia usualmente se presentan entre los 15 y 25 años de edad, y la bipolaridad entre los 25 y 35 años. 

El 80% de los casos atendidos en la Clínica Everardo Neumann corresponden a depresión, seguido por trastornos de ansiedad, y trastornos psicóticos. Según las estadísticas de este centro, en promedio las personas tardan de 8 a 10 años en acudir a un especialista, lo que pone su integridad física en peligro. Gerardo nos narra cómo su abuela atentó contra su vida al lanzarse de un segundo piso; por su parte Lucia llegó a cortar sus brazos y a rasguñar su cuerpo. Según el INEGI, el 13.7 % de las muertes violentas registradas en San Luis Potosí, en el 2019 fueron suicidios, muchos de ellos relacionados con la salud mental.

GENIALIDAD Y LOCURA; DE LAS PINCELADAS DE VAN GOGH A LA MÚSICA DE AVICII

La romanización de estas enfermedades es otro problema. ¿Quién no ha oído hablar de Van Gogh? Su “locura” le permitió llegar a la humanidad una impresionante colección de más de 900 lienzos; y es que entre creatividad y locura parece haber una conexión. Virginia Wolf, Franz Kafka, Yves Saint Laurent, John Nash y hasta el DJ Avicii son un puñado de genios que han sufrido alguno de estos trastornos.

Van Gogh pintó  “La noche estrellada” desde la habitación del asilo mental de Saint- Remy de Provence, internado ahí tras la automutilación de su oreja. Se sabe que Van Gogh padecía de alucinaciones durante buena parte de su vida, presumiblemente víctima de esquizofrenia, que no le impidió tener una de las más fructíferas producciones pictóricas de todos los tiempos.

La esquizofrenia del matemático John Nash no fue obstáculo para ganar el Nobel de Economía en 1994, cuya vida se popularizó a través de la película “A beautiful mind”. Un tímido y depresivo Yves San Laurant, llegó a convertirse en referente de la moda y la “haute couture”, quien también pasó por hospitales psiquiátricos; sometido a las controversiales terapias de electroshocks. 

Robie Williams, quien se ahorcó en su casa, fue un referente de la comedia mundial. Y Avicii, el DJ sueco, quien encontró su muerte tras lesionarse intencionalmente con vidrios de una botella de vino, murió a la corta edad de 28 años, encumbrado en el éxito mundial, con temas como “Wake me up”. 

La doctora Navarro Sánchez refiere a estudios que aseguran que ciertos genes codifican áreas compartidas con la creatividad en los hemisferios cerebrales: “Las personas con enfermedades mentales pueden tener más activas ciertas áreas del cerebro. Aunque no podemos generalizar, no todas las personas con estos trastornos van a ser más creativas.” Es importante no romantizar estos padecimientos, los cuales, si no son tratados, pueden llevar a consecuencias fatales a quienes los padecen.

AQUÍ NO HAY CAMISAS DE FUERZA, NI ELECTROSHOCKS…

Dentro de este entramado de padecimientos hay buenas noticias. Según información proporcionada por la directora de la Clínica Everardo Neumann, los casos de resistencia a los tratamientos son pocos y la mayoría de los pacientes puede gozar de una buena calidad de vida con la administración de terapias, siendo solo el 2% de los casos donde se obtiene una respuesta desfavorable.

En los últimos años la Clínica Neumann ha detectado un aumento en la atención a los casos de depresión, lo que en voz de su directora se debe por un lado en el aumento de casos y por la concientización de los mismos. En el esquema de hospitalización el 80% de los pacientes es traído por sus familiares, en el caso de consulta externa el porcentaje se invierte, con el 80% de pacientes que llegan de manera voluntaria.

Ni manicomios; ni camisas de fuerza. En nuestro recorrido por la Clínica Enverado Neumann, Armando Fuentes, director de Comunicación Social, nos mostró una realidad poco conocida socialmente. La distorsión de estos centros psiquiátricos en el imaginario social es una realidad. El centro cuenta con espacios de esparcimiento como son canchas deportivas, talleres artísticos, una huerta y hasta una capilla, a fin de acompañar y motivar a los pacientes durante su tratamiento. “Aquí no hay electroshocks” confirma Armando.

Visibilizar las enfermedades mentales es fundamental. Existen de la misma forma que un cáncer, una diabetes o un hueso roto.  Lucía afirma haber conseguido una estabilidad emocional: “mi estabilidad es muy diferente que en otras personas. Soy funcional para el trastorno que tengo. Esto es por no descuidarme y ser constante en mis tratamientos. Tengo altibajos, con crisis que ya no se desbordan a algo caótico; ya no me lastimo”. 

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