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“Yo creo que mi mayor cualidad humana es mi sentido de altruismo, un sentido fuerte de justicia social, por mí misma y por los demás. Realmente me afecta ver las injusticias sociales; trabajar en una zona de guerra te corroe; te afecta.”

Ana Izar

Ana es egresada de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Es maestra en Ciencias Sociales por la Universidad de Queensland, en Australia. A nivel laboral, Ana ha fungido como analista de asuntos políticos para el Área de Asuntos Multilaterales de la Embajada de México en Canadá. Entre abril 2011 y septiembre 2012, estuvo basada en la zona fronteriza entre Afganistán y Pakistán con la Misión de Apoyo de Naciones Unidas en Afganistán.  Actualmente es asesora en Gestión de Programas en la Oficina de Naciones Unidas de Lucha contra el Terrorismo en Ginebra Suiza.

¿Por qué decidiste estudiar Ciencias de la Comunicación?

Cuando termine la preparatoria tenía 16 años y mi padre me dijo que tenía que quedarme cerca de él, en San Luis Potosí, entonces me concentré en buscar alguna oportunidad dentro del estado. Mi idea inicial era estudiar literatura, ya que es una de mis pasiones principales junto con las humanidades y el arte. Lo más cercano que pude encontrar era el programa en Ciencias de la Comunicación. Digamos que tomé mi decisión por proximidad.

Luego hiciste todo lo contrario. Te fuiste a vivir muy lejos.

El trato era quedarme en San Luis Potosí mientras estudiaba la licenciatura y lo cumplí. Después me fui a Australia (comenta entre risas). 

Tu incorporación a la ONU fue por un programa a profesionales jóvenes. ¿Cómo se dio este proceso?

Mi camino a las Naciones Unidas fue un poco por suerte; un poco accidental; un poco por estar en el lugar indicado. Cuando estudiaba la maestría en Relaciones Públicas en Australia trabajé muy de cerca con colegas que estaban en el área de paz y resolución de conflictos. La Universidad de Queensland tenía un Centro de Excelencia en Paz y Resolución de Conflictos. Como parte de mi trabajo, realice varias campañas humanitarias, ahí fue donde me encaminé a temas humanitarios y de desarrollo social.

Por aquel entonces había ocurrido el tsunami del océano Índico y se realizaron campañas para mostrar las afectaciones en diversas comunidades y así recaudar apoyo. Tuve la inquietud de volver a estudiar para tener un respaldo profesional e insertarme en el área de paz y multilateralismo, sin embargo decidí seguir a una de mis mejores amigas a Canadá,  a través de un convenio de México con Canadá, llamado “We Can Travel”, pude trabajar y viajar en el país durante un año con una visa especial. 

En Canadá tuve la oportunidad de conocer a varios funcionarios mexicanos de la Embajada de México, y eventualmente me ofrecieron un trabajo en el área de asuntos multilaterales. Mi jefe en aquel entonces trabajaba con temas de Naciones Unidas; él fue quien me encaminó hacia los canales más adecuados para trabajar en una organización internacional. Él sabía que yo no tenía la intención de trabajar  para un gobierno nacional, me interesaba una perspectiva más global. En aquel entonces la ONU abrió un programa de reclutamiento de jóvenes profesionistas, el cual invita a jóvenes de naciones poco representadas en la ONU, ese año habían invitado a México, desde entonces no ha sido invitado nuevamente. Envié mi postulación, participé en una serie de entrevistas y exámenes, finalmente fui aceptada.

 Me imagino que los requisitos son amplios para trabajar en una organización de la talla de Naciones Unidas, ¿Cuántos idiomas hablas?

No muchos. Siento que no se ni español (dice entre risas). Hablo fluidamente 3: español, francés e inglés, además del italiano y el árabe que están algo oxidados. 

Solo te falta aprender ruso y chino  para contar con los 6 idiomas oficiales de la ONU.

No conozco a nadie que tenga los  6 idiomas. Conozco muchos políglotas muy talentosos, pero ninguno que hable fluidamente los 6.

¿Cuál consideras que es tu mayor cualidad profesional y tu mayor cualidad humana que permitió tu ingreso a este organismo?

Yo creo que mi mayor cualidad humana es mi sentido de altruismo, un sentido fuerte de justicia social, por mi misma y por los demás. Realmente me afecta ver las injusticias sociales; trabajar por ejemplo en una zona de guerra te corroe; te afecta. Cuando vuelvo a México para mi es un shock; ver por ejemplo niños limpiando los parabrisas. Siento que hay una privación de justicia social increíble y ese es el tipo de empuje que te lleva a querer hacer algo. Tengo una necesidad de quitarme esa impotencia de no contribuir. Es un rasgo, una cualidad que me hace sentir que es mi vocación; una vocación humanitaria, de saber que estoy haciendo algo por los más vulnerables.  A mi esto me llega desde el espectro de  las causas animales, de niños en zonas de guerra,  de gente que ha sufrido abusos de derechos humanos. 

En cuestión profesional diría que es pasión por las letras, por contar historias. He podido articular muchas de estas causas por las que he trabajado, reclutar donadores, fondos para proyectos y para hacer avanzar estas causas.

Supongo que la capacidad de diálogo y la apertura a distintas formas de pensamiento e ideologías también es fundamental para tu quehacer profesional.

Sí, claro, aunque al mismo tiempo y con la edad he desarrollado una tolerancia cero hacia los abusos de cualquier tipo, los asuntos de corrupción, los abusos de poder y de derechos humanos. Dentro del espectro político y las creencias religiosas no tomo posturas, porque me queda claro que se tiene que respetar el punto de vista de los demás. Yo tengo mis propias ideas a nivel personal, pero eso no interviene en mi quehacer profesional.

¿Tuviste desde siempre esa apertura o la fuiste desarrollando conforme viajaste o en tus acercamientos a otras culturas?

No, siempre me interesó mucho la diversidad de pensamiento, siempre fue una pasión. Ver otras maneras de pensamiento, aprender distintos idiomas, lo cual te permite ver las cosas desde otras perspectivas. Siempre tuve curiosidad intelectual por intentar ponerme en los zapatos del otro.

¿Cómo incorporas tus conocimientos de comunicación en tu vida profesional?

Yo creo que a través de la metodología en Ciencias Sociales, que es algo que aprendí en la Facultad de Ciencias de la Comunicación. La versatilidad de cómo se cuentan las historias, el desarrollo de diversas fuentes de creatividad y expresión. Cuando estudiaba comunicaciones, la formación tenía un enfoque marxista-leninista, un ángulo que me quedó marcado por mucho tiempo, al tener que ver con cuestiones de justicia social; este hecho me reforzó muchas ideas que yo ya tenía dentro, quizás no articuladas pero ya latentes.

Entre tus labores en la ONU están el desarrollo de estrategias de prevención y respuesta en caso de ataques con armas biológicas. Un tema muy complejo, muy sensible, ¿cómo es tu participación en esta labor?

Es un tema increíblemente complejo. Hay un aspecto de seguridad ciudadana, policiaca y militar. El asunto de la prevención tiene que ver con una vigilancia de bioseguridad. La Bioseguridad significa proteger básicamente a los seres humanos de los organismos patógenos. La biocustodia significa proteger a los “gérmenes” de los humanos, proteger esas sustancias biológicas que podrían ser utilizadas con malas intenciones, como es el caso de los grupos terroristas. Estas estrategias conllevan a la colaboración y cooperación de muchos sectores. Elaborar una estrategia de este tipo es complicado, como lo hemos visto con el COVID, ni siquiera los países más desarrollados tienen estrategias bien establecidas. Es algo sumamente complejo.

Entre 2011 y 2012 estuviste viviendo en Afganistán, apoyaste al Programa de Reintegración social de Excombatientes Talibanes. ¿Cómo se da el contacto con estos individuos?, ¿qué hay detrás de estos individuos?

Definir al talibán es otro asunto complejo. Existe el talibán de 5 dólares, que se afilia solo por que no tiene otra manera de sobrevivir, por la vulnerabilidad social y económica. Después está el talibán que está ideológicamente convencido como es el caso del grupo étnico de los pastunes, que viven en la frontera con Pakistán, básicamente son talibanes; a pesar de que ellos no pelean por la guerra civil. Finalmente están los que tienen intención de usar el terrorismo con fines políticos, para enviar un mensaje; estos son los altos mandos. 

¿Este programa estaba enfocado sólo a alguna de esta categorías de talibanes que mencionas?

No, la reintegración está abierta básicamente a quien quisiera dejar las armas y reintegrarse a su comunidad. 

Al haber vivido en países con inestabilidad política y social ¿has temido por tu vida? ¿Has sentido que tu integridad está en peligro?

No he temido por mi vida, aunque supongo que sí he puesto mi integridad en peligro. Mi consideración de lo que podría ser peligroso ha estado un poco distorsionada; nunca he racionalizado lo peligroso de algunas experiencias que he tenido.

¿Cuál es tu máxima satisfacción en tu vida profesional?

Supongo que uno de los logros que a la fecha me enorgullecen más, es haber construido un programa para los sobrevivientes de guerra y violencia sexual en Irak. personas que habían sido víctimas del Estado Islámico. Este programa se convirtió en una misión de Naciones Unidas El programa inició con la ayuda de la consejera de Asuntos de la Mujer y Derechos Humanos. Con el programa logramos dar el suficiente seguimiento en España, Reino Unido y Países Bajos para llevarlo al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y convertirlo en una resolución; así se le asignaron suficientes fondos, para darles justicia a todos estos sobrevivientes de estas experiencias tan terribles. Hablamos con un gran número de donadores potenciales y se logró dar al tema la relevancia política y apoyo financiero que necesitaban. Es uno de los logros que más han dado beneficios concretos.

¿Qué aconsejarías como profesionistas ramo de relaciones internacionales, servicio exterior

Yo les aconsejaría combinar la experiencia en el ramo de la comunicación con respaldo académico en el rubro de la relaciones internacionales y de la política. Es importante continuar cultivando ese interés, a través del estudio y la formación. Es importante mantenerse muy actualizado y con ese refuerzo académico. También es bueno salir, tener experiencias en el área que desean trabajar. Naciones Unidas tiene una divesidad de rubros, como son las relaciones  internacionales, temas de desarrollo social, asuntos económicos; entonces es importante que identifiquen el nicho que les interesa y mantener un enfoque multidisciplinario.

Imagino que tienes una vida laboral muy demandante, ¿Cómo concilias tu vida privada con tu quehacer profesional?

Es un reto constante. Me gusta mantener la distancia entre el espacio laboral y el privado, sin embargo me ha costado mucho. Ahora mismo he empezado a trabajar en otro puesto en la ONU; vivo en ginebra y trabajo en horario de Nueva York. Yo diría que conciliar ambos espacios es como un gran acto de malabarismo.

¿Hacia dónde va Ana Izar, en 10 y 15 años?

Algo que he aprendido, y sobre todo en esta pandemia, es no planear de más; especialmente en el sistema de Naciones Unidas. Aquí (en la ONU) las oportunidades te llegan y tomas las que deseas. Hoy me dejo guiar por las oportunidades. Si me llega una oportunidad, por ejemplo, de retirarme a una edad temprana, estoy preparada para ello; para ir a vivir al mar.

Con todo lo que has vivido,  ¿te consideras una ciudadana del mundo?

Sí, cuando hablaba con mi jefe de la embajada de México, le explicaba que no me interesaba ver las cosas desde una perspectiva nacional. Sí me considero una ciudadana global. Aprendí a una edad temprana que el lugar donde naces es algo accidental; mi abuelo por ejemplo es de ascendencia libanesa y siria; a él le tocó nacer en México por accidente. Su padre llegó a México por accidente, ya que él quería llegar a Estados Unidos, a San Luis Misuri, y en vez de eso llegó a San Luis Potosí. Todos tenemos raíces aquí y allá. El nacionalismo exacerbado me parece un defecto de carácter.

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