Es importante tener un sello propio. Muchos llegan con proyectos basados en aplicaciones y tecnologías, ves cosas muy padres pero descubres que las puedes hacer tu mismo y ya no los contratas.
Artista plástico y comunicólogo; Antonio es un profesional de éxito en el campo de la difusión cultural y las Bellas Artes. Comunicólogo por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y con estudios de licenciatura y posgrado en la Goldsmiths de la Universidad de Londres, en su vida profesional ha realizado importantes trabajos de curaduría y promoción del arte en diversos espacios culturales, como la Westminster Reference Library en Reino Unido. Hoy es el Director del Museo Leonora Carrington de San Luis Potosí.
¿Por qué decidiste estudiar Ciencias de la Comunicación?
A unos días de la fecha límite para elegir carrera y meter papeles a la universidad, yo aún estaba con la idea de estudiar Psicología, y también siempre había tenido la idea de estudiar arte, que eso sí lo estudié después. Comunicación me pareció una vía intermedia, una licenciatura donde podías conocer las humanidades y a su vez darles una salida creativa.
Hay artistas que se decantan por estudiar directamente Bellas Artes, pero a ti estudiar comunicación primeramente te aporta competencias en torno a la difusión cultural, ¿no?
Sí. Cuando estudié arte llegué con cierta formación. En la Facultad de Comunicación, por materias como Historia o Sociología, conocí muchas lecturas que me prepararon para luego estudiar arte. Ya había leído un montón y vi que tenía una ventaja sobre mis compañeros. Por ejemplo, yo había leído a Humberto Eco, alguien que siempre me pareció muy importante. Las ideas en torno a la comunicación básica, pero explorado con la sutileza que tiene Eco, le dio un tinte muy especial a mi enfoque como artista e historiador de arte.
Después de estudiar Ciencias de la Comunicación te fuiste a Londres a estudiar Bellas Artes, ¿por qué precisamente en Londres?
Yo estaba buscando una licenciatura que fuera mitad Historia del Arte y mitad Bellas Artes, no hay muchas en el mundo. Me puse a buscar y encontré esa opción. Además, Londres es una ciudad que siempre me ha llamado la atención por sus escritores, su música, su estética y arquitectura; fue la metrópolis más grande del mundo, la capital del Imperio Británico. Me encantó la idea.
En 2017 fuiste curador en la Westminster Reference Library de Londres, en el proyecto Lodger (inquilino), una gran experiencia a nivel profesional.
Sí. Al final de mi maestría trabajaba con un grupo de curadores en la Universidad de Londres, ahí teníamos un espacio expositivo. Para entonces el grupo ya se estaba dispersando, yo quise seguir por mi cuenta y me acerqué a esta biblioteca.
¿Cómo se desarrolló este trabajo?
Se montó una sala de lectura. Es un edificio hermoso, emplazado donde vivió Isaac Newton. Además de ser una biblioteca pública especializada en arte, es un sitio donde van los vagos de la colonia y se duermen en los escritorios, un sitio de profunda socialización, digamos un refugio para cierta gente. Yo me acerqué a los directivos, contacté artistas locales y extranjeros, algunos de México. Armamos un proyecto que incluyó un espacio expositivo en galería con obra hecha para la ocasión y otra ya existente. El resto del proyecto se dio directamente en los libros y áreas de lectura, metimos imágenes y fotografías entre los libros, en los libreros y en el mobiliario, además trabajamos el acomodo de los objetos para crear un ambiente específico.
Mencionaste la palabra “refugio”, ¿se entienden así a los museos? En París se creó la “Nuit Blanche” como estrategia para atraer a más personas a espacios culturales, no solo a una elite, toda una noche de acceso gratuito.
Sí. En los espacios culturales ya no hablamos de público, sino de públicos. Entre los visitantes a museos hay gente que quiere explorar, otros ven el museo como un escape del mundo para dedicarse a la contemplación, otros vienen a leer, incluso vienen a meditar. Los museos debemos crear oportunidades para todos.
Al hablar de públicos, nos remitimos al campo de la comunicación. Hay artistas que conocen de arte pero no saben difundirlo, ni atraer personas no familiarizadas con el tema.
Es importante contar con un equipo de comunicación entusiasta. Por ejemplo, durante la pandemia, las redes sociales han sido clave para el Museo Carrington en su acercamiento al público, hubo un crecimiento del 50% de seguidores. En las redes se puede hacer mucho; generar contenidos de consulta, textos o podcasts. No todo en redes es necesariamente de consumo rápido, se pueden producir contenidos duraderos.
Los museos en el mundo ya no se limitan a un espacio físico, incluso hay galerías en la vía pública, a través de estrategias de marketing han pasado a ser competencia de teatros y cines, como decías hay gente que viene a socializar, a divertirse o a contemplar arte.
El discurso no tiene que ser dirigido a los académicos, sino al público en general. El lenguaje tiene que ser coloquial, amigable y breve. Lo que se maneja en museos son niveles de información. En el primer nivel el discurso es simple, dirigido a un gran público, hasta llegar al último nivel donde se encuentra contenido con mayor grado de detalle. Es como en un periódico donde tienes 3 tamaños de letra que te ayudan a diferenciar el nivel de importancia de la información. Es parte de las estrategias de los museos para acercarse a sus públicos.
¿Hablamos de desarrollar un branding?
Sí. Hasta cierto punto es presentar al museo como una marca. Algo que también ha cambiado es la forma de comunicarse con el visitante, sobre todo romper la unidireccionalidad del discurso. Los especialistas pasan a ser “facilitadores”. Las estrategias educativas son más bien de mediación. La interpretación de todos los visitantes debe contar, sea un niño de 5 años o un universitario. Hay un intercambio de información, en vez de: “yo te doy a ti el conocimiento porque yo soy el especialista del museo”.
Según tu experiencia a nivel de comunicación, ¿hay diferencia entre lo que se hace en los espacios culturales en Europa y lo que se hace aquí?
En México es muy notoria la dependencia de los museos a las secretarías de cultura, por lo tanto a nivel de comunicación la mayoría de los museos tienen un sello particular y homogéneo, con logotipos y plecas definidos, y políticas de comunicación parecidas. En países como el Reino Unido no te das cuenta de esa voz, de esa pertenencia a un gobierno. La proyección hacia el público es distinta, es como “este es un museo y el que te habla es el museo y ya”.
¿Por qué puede fracasar un museo a nivel de comunicación?
Depende. Aquí por ejemplo, tenemos una gran ventaja: una colección maravillosa y el contexto arquitectónico también es muy atractivo.” El Museo Carrington recibe visitantes que vienen a ver la prisión, personas que conocieron a alguien que trabajó aquí o que estuvo preso; hay un vínculo vivencial muy fuerte. Un museo puede fracasar por un discurso mal enfocado. Cuando llegué a la dirección del Carrington insistí en que todo fuera en tono coloquial y en segunda persona, con el “tú” y no el “usted”. Queremos que ese “tú” sea el “tu” más grande e inclusivo posible. Otra cosa importante es no pensar siempre en términos cuantitativos. Hay actividades como los círculos de lectura que si llegan 3 personas esta bien, porque no se trata de llenar solo el lugar, sino que esas personas lo aprovechen. Claro, también hay otros momentos en que se necesitan números. Contar con un programa cerrado es otro error, este debe diversificarse para atraer a otros tipos de públicos.
Como empleador, ¿cuál sería la cualidad más importante que debe tener un comunicólogo en el ámbito cultural?
Tener siempre un sello propio. Hay muchos que llegan al museo con proyectos basados en la “herramienta”, en alguna aplicación o tecnología, entonces ves cosas muy padres pero descubres que las puedes hacer tú mismo y ya no los contratas. La tecnología no reemplaza la creatividad. Estos productos comunicativos se deben basar en un trabajo de investigación fuerte, con una parte visual atractiva. La formalidad también es muy importante. En México sufrimos de informalidad; es otra pandemia. En el ámbito laboral se deben definir y cumplir los compromisos.
¿La comunicación para los espacios culturales es un campo con futuro?, ¿qué recomendarías a los estudiantes que tienen interés por este?
Sí, claro. Yo les recomendaría que salieran, que conocieran más personas ligadas a este rubro, ponerse en contacto con toda la gente que puedan. Yo por naturaleza tendía a ser tímido, pero hay que quitárselo, es la única manera de conocer gente, de comenzar nuevas relaciones, de empezar proyectos. Tampoco le tengan miedo a trabajar gratis algún tiempo, eso da experiencia y conocimiento, yo lo he hecho en un par de ocasiones, eso sí, no se dejen explotar. Ahorita hay muchísimos recursos en internet para conocer los roles que existen en este campo laboral. Conocer el tipo de interés que tienen es fundamental, porque son carreras muy largas, de aliento largo.
Para concluir, qué es lo primero que viene a tu mente cuando oyes estas palabras:
Comunicación: Eco
Arte: Colaboración
Pintura: Pasión
Marketing: Impacto
Exposición: Miedo
Leonora: Magia…