A la conquista del “universo”: historia de lo desconocido

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Por Fabiola VA

“Mira a las estrellas y no a tus pies. Intenta dar sentido a lo que ves y pregúntate qué hace que el universo exista. Sé curioso” (Stephen Hawking). 

Desde el origen de la humanidad, el hombre ha tenido curiosidad por observar su alrededor especialmente el mirar al cielo, para ser testigo del movimiento de las estrellas y astros. Esto ha generado una serie de teorías acerca de su origen a lo largo de los tiempos. Asimismo, ha creado una serie de preguntas e incertidumbre sobre lo que nos rodea y si la vida existe más allá de nuestro planeta.

El “Universo” según el sitio web ESA (Agencia Espacial Europea) en el apartado infantil lo describe como “todo lo que podemos tocar, sentir, percibir, medir o detectar. Abarca las cosas vivas, los planetas, las estrellas, las galaxias, las nubes de polvo, la luz e incluso el tiempo”. Haciendo énfasis que antes de que naciera el Universo, no existían el tiempo, el espacio, ni la materia. Se convierte en “todo y nada”, algo que no se puede explicar sin su totalidad. 

El UNIVERSO es más que una palabra en el campo de la ciencia, y sirve para describir un sinfín de cosas, se utiliza para abarcar una totalidad, algo más general y completo. En él se puede encontrar toda la materia existente respecto a un tema. De ahí que su clasificación tan amplia se convierte en algo infinito (que no tiene límite, fin o término) y por más que los humanos se han acercado a estudiarlo, solo se ha llegado a conocer un fragmento de su totalidad, y eso lo vuelve más interesante. 

EL UNIVERSO Y LAS GRANDES CIVILIZACIONES 

Los orígenes de la Astronomía se remontan a Mesopotamia y Egipto, debido en parte a la necesidad de calendarios que ayudarán en los procesos de agricultura, además de creencias de tipo religioso o espiritual, relacionadas con los movimientos de los astros. 

Para los griegos el estudio del universo era la forma de entender cómo funcionaba y por qué, al margen del modelo teísta establecido que afirmaba que todas las cosas estaban ordenadas y mantenidas por un dios supremo. Los astrónomos de la antigua Grecia se basaban en la observación y el cálculo matemático para determinar el funcionamiento del universo y el lugar de la Tierra en él.

El origen del mundo según la visión hinduista, forma parte de los ciclos de destrucciones y de creaciones de múltiples universos, así como de los mundos que contienen, formando parte de algo más grande, un dios primordial llamado Púrusha. A diferencia de la cosmología china, que al explicar su visión del universo, también explica la visión de las leyes elementales que lo gobiernan: DaoQiYinYangWu Xing (Cinco Movimientos), y que, por consiguiente, también son parte de nosotros mismos, tanto física como mental y espiritualmente.

En el continente americano, para los mayas, la cosmovisión es la manera en que los grupos humanos interpretan y dan sentido a su entorno, al dar una importancia al sol, las estrellas y los planetas. Los mayas llegaron a dominar la astronomía con exactitud. El sol era venerado como un dios, mientras que la Vía Láctea simbolizaba el camino de entrada entre la vida y la muerte, hasta construir grandes templos como observatorios que han servido para establecer el calendario que conocemos hoy en día. 

UNIÓN ENTRE IDEOLOGÍAS 

Todas las civilizaciones han construido su propia cosmovisión a través de un sinfín de seres mitológicos que han servido para explicar el nacimiento del cielo, de la tierra, de los seres humanos y de todo cuanto hay y sucede en el planeta y fuera de él. 

Un mismo punto de partida que comparten para explicar el origen de las cosas, y que permite fijar el presente y visualizar el futuro de una civilización, un punto donde  la ciencia y las creencias se juntan en una misma dirección con propósitos que siguen vigentes.

Al estudiar las civilizaciones más desarrolladas y antiguas del planeta se destaca un sinnúmero de similitudes existentes entre ellas, más allá del espacio y del tiempo que las separan. De alguna manera, sin duda, de forma inconsciente, irracional e intuitiva, los hombres primitivos percibieron los mismos arquetipos de la creación y de la vida, que se han convertido en los ladrillos fundamentales sobre los que se construyeron todas las civilizaciones.

Y LLEGAMOS A LA LUNA

A mediados del siglo XX, una misión espacial se volvió en todo un acontecimiento que impactó a la sociedad, al enviar al primer hombre a la luna, situación que se volvió una lucha entre dos potencias, la llamada Guerra Fría, que podría parecer más un evento de entretenimiento por la forma en cómo se volvió mediática. 

Por una parte los rusos se adelantaron al mandar al espacio a la perrita Laika en 1957, pero doce años más tarde, Estados Unidos lograría llevar al primer humano a la luna, Neil Armstrong, en 1969, suceso que fue televisado en directo por medio de un satélite que paralizó al mundo al sentarse miles de familias a verlo delante de la televisión. Eso es una prueba tangible de que formamos parte de algo más grande.   

NO ESTAMOS SOLOS EN EL UNIVERSO    

A lo largo del sistema solar existen distintos elementos como el oxígeno, el hidrógeno o el helio, y es probable la existencia de vida en otros planetas, de los cuales no tengamos conocimiento aún. Se han realizado estudios sobre el universo para conocer qué planetas tienen características similares a las del planeta Tierra y que hayan desarrollado algún tipo de especie viviente. 

Hasta el momento no se ha podido comprobar nada aún, solo son hipótesis. Aunque en un universo tan grande, existe una fuerte probabilidad de que no seamos el único ser vivo del sistema, y que compartamos este espacio con otro tipo de especies aún no identificadas, más allá de que se crea o no, puede ser  una idea no tan descabellada. 

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