Por Sergio Carrión
Existe una noche que solo sucede una vez al año, una noche en donde la familia se reúne para platicar, reír, abrirse y sobre todo agradecer por tener a personas que te apoyan cuando más lo necesitas, una noche de adornos coloridos que dan a las casas una sensación festiva, sin olvidar, claro está, una deliciosa cena hecha en casa. La nochebuena, la víspera de navidad, el día en que las personas creyentes, inculcadas en la tradición católica, se preparan para el nacimiento de Jesús, una celebración hoy extendida incluso más allá de una creencia…
El Domingo 24 de diciembre de 2023, el ambiente se sentía especial como era de esperarse. Cualquier actividad externa se había cancelado, las iglesias realizaban sus celebraciones, las tiendas departamentales y los supermercados cerraban temprano, abarrotadas de compradores. Ese día por la tarde noche, mi familia y yo realizamos las últimas compras para la cena navideña, llegando a casa, nos dimos cuenta de que los vecinos de enfrente llegaban al mismo tiempo a su casa, bajaron de su auto y nos ofrecieron una canasta de chocolates; por nuestra parte les teníamos preparada una bolsa de galletas de avena y miel. Cruzamos unas cuantas palabras y nos deseamos una feliz navidad, en sintonía con el espíritu de la época.
La noche avanzó, comenzamos a alistarnos para la gran noche. Vestí una de mis camisas favoritas, una con tres líneas de colores: azul, verde y una gran parte de blanco, vestí el mejor pantalón que tenía en ese momento y unos zapatos marrones. Después de 1 o 2 horas, estábamos listos, arropamos a nuestros perros en sus casitas, revisamos que no se nos olvidara nada, cargamos los platillos a la camioneta y dispusimos rumbo a celebrar.
El primer destino fue la familia de mi padre. El lugar elegido fue la casa de la tía Paola, su apariencia era la de una gran casa de varias ventanas y una cochera espaciosa. Llegamos a las 9:00 pm y nos recibió la tía con gran felicidad. Entramos y nos dirigimos a la cocina donde ya había varios tíos y primos conversando. En la mesa ya nos esperaban mi tío Juancho en compañía de su esposa y mis primas, e incluso mi tío Pepe junto con mis primos Luis, Paco y Carlitos. Carlitos es un pingo y sus hermanos que son de nuestra edad, hemos pasado por muchas aventuras desde pequeños juntos, nos entendemos muy bien y con solo la mirada, soltamos la carcajada.
La cena consistió en pasta, ensalada, panecillos rellenos de queso y pavo, siendo este último un platillo bastante especial dentro de la familia de mi padre. En años pasados, esta tradición consistía en que uno de mis tíos o mi padre, le entregaba a mi tío Marcelo un pavo, él se encargaba de prepararlo y el resultado… Fue magnífico. La manera en como mi tío cocinaba ese pavo era mágica, todo un deleite para el paladar. Era un platillo en donde se notaba el amor y el cariño que toda cena de nochebuena tiene que ofrecer, está siempre fue la mejor parte de celebrar nochebuena con la familia de mi padre. Lamentablemente, mi tío enfermó gravemente y murió, por lo que aquel pavo que ahora prepara mi tía Paola, es uno de los recuerdos más preciados que compartimos.
A veces lo más bello es lo que no se puede observar a simple vista, y el amor es una de ellas. El hecho de que algo tan simple como un pavo sea un símbolo dentro de una familia y una costumbre obligatoria en un día tan especial como lo es nochebuena, refleja no solo la importancia de la familia, sino también, las marcas que una persona es capaz de dejar en quienes lo rodeaban. De esto justamente se trata la navidad, de compartir, de recordar y de agradecer los buenos actos, incluso si esas personas ya no están en el plano terrenal.
Entrada la noche, partimos rumbo hacia la casa de mi tía Lorena y mi tío Alberto, en donde nos esperaba la familia de mi madre. Llegamos y nos recibieron con los brazos abiertos y por supuesto una mesa bien preparada, con una pierna mechada, ensalada de manzana y malvaviscos. Al fondo un gran árbol con luces y moños que mis primos María, Michelle y Beto arreglaron para la ocasión.
Hacemos una hermosa actividad en familia en donde nos sentamos alrededor del nacimiento en la sala, agradecemos la llegada del niño Dios, le ofrecemos algo a cambio y lo arrullamos mientras cantamos en su pesebre. El ambiente estaba siendo contagiado por el delicioso aroma de la pierna mechada y el espagueti en el horno; la cena estaba lista y no podíamos esperar para clavarle el diente a todos esos deliciosos manjares. Pasan por nuestros ojos una gelatina, buñuelos, el pastel navideño que mi tía Lorena prepara con anticipación, y la noche transcurrió en pláticas, sonrisas, abrazos y regalos.
La nochebuena para tantas familias es un evento tan importante. Cada familia hay motivos diferentes para celebrar la nochebuena, para algunos es la fiesta de la natividad, para otros puede ser el dar y recibir regalos, la llegada de Santa Claus y para otros, el reencuentro de familias, la oportunidad de darnos un abrazó en un ambiente de alegría y felicidad, una noche para darme cuenta de lo afortunado que soy de contar con las tradiciones familiares y de poder ver lo especial que cada uno puede ofrecer a esta magnífica celebración.
La noche pasó volando y cuando menos nos lo esperábamos, ya eran altas horas de la madrugada. Nos despedimos cada uno con un cálido abrazó y todos regresamos a nuestros hogares para descansar y disfrutar de la mañana de Navidad.