La comunidad LGBT+… ¡existe!

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 Por Jaime González Rueda
 
DEL ESCÁNDALO AL DERECHO
 
A 123 años del, por mucho, mayor escándalo social relacionado con la homosexualidad en México, ¿qué tantos logros han conquistado la comunidad LGBT+? ¿Ya somos una sociedad plena en derechos para una comunidad históricamente tan atacada?
 
En 1901, en una casona de la colonia Tabacalera de la Ciudad de México, la policía llevó a cabo una redada por una fiesta que, según los estándares de la época, se consideraba de menos inmoral. Un baile donde participaron 42 caballeros. La primera particularidad del hecho es que siendo un baile ¡no había mujeres!; la segunda es que 21 de estos caballeros estaban ataviados con sendos vestidos y joyería. Esto, evidentemente, no fue del agrado de la sociedad conservadora de aquella época.
 
El problema no se reducía a la “inmoralidad” del hecho, sino que para colmo, los participantes eran distinguidos miembros de la alta clase porfiriana, y todavía para aumentar el dolor de cabeza del entonces presidente de México, Porfirio Díaz, entre los participantes, se asegura, ¡estaba su yerno!, Ignacio de la Torre y Mier, de ahí que el suceso fuera conocido como el baile de los 41, al ocultar la identidad de este último.
 
Hoy la realidad es que, desde el 26 de octubre de 2022, fecha en que Tamaulipas aprobó el matrimonio igualitario, cualquier pareja homosexual puede contraer matrimonio en cualquier rincón del país. Por su parte, una decena de estados permiten la adopción homoparental, en otros se han logrado casos debido a la interposición de recursos legales. Además nueve estados permiten el cambio legal de identidad de género. Avances hay, pero también varias piedras en el zapato para la comunidad arcoíris.
 
VISIBILIZAR EL ARCOIRIS
 
En 2021 el Instituto Nacional de Estadística y Geografía INEGI, publicó su encuesta “Conociendo a la población LGBT+ en México”, donde se refleja que el 5.1 % de la población mayor de 15 años se identifica como miembro de la comunidad LGBT, o sea, poco más de 5 millones de personas. Claro está que la cifra real podría ser superior a ese número, debido a la negativa por miedo a la discriminación de contestar una encuesta de este tipo.
 
“No me importa mostrar mi homosexualidad en la mayoría de las situaciones, mi familia lo sabe, así como mis amigos, sin embargo, en el trabajo soy más reservado, nunca hablo de ello, no sé por qué, supongo que inconscientemente es por temor a sufrir algún tipo de burla” afirma Fernando, quien labora en un el sector gubernamental en San Luis Potosí.
 
La visibilización de la comunidad LGBT+ ha tomado énfasis en los últimos años. Ante el rezago en el conocimiento de este sector poblacional en términos estadísticos, diversos organismos elaboran encuestas y estudios, con el fin de saber más sobre sus necesidades y sobre las evidentes situaciones discriminatorias sufridas. Por ejemplo, la primera Encuesta Nacional sobre Homofobia y el Mundo Laboral en México, data apenas del 2014, y fue realizada por la organización Espolea A.C y CNDH. En esta, 20% de los encuestados afirmaron que al ingresar a un trabajo fueron cuestionados sobre su orientación sexual. Además, el 55% de los participantes dijeron que pocos o nadie de sus compañeros de trabajo saben sobre sus preferencias sexuales.
 
“Existen situaciones en las que aun siento un poco de temor a ser observado, por ejemplo, evito tomar de la mano a mi pareja en la calle o en algún lugar público” dice Fernando. Por su parte, Carolina, miembro de la comunidad LGBT y trabajadora de un área de recursos humanos de una empresa de San Luis Potosí, dice que, si bien aún existen espacios  hostiles para gays y lesbianas, o cualquier otro integrante de su comunidad, los avances son sustanciosos: “Hace 10 años era mucho más difícil para mí expresar mi orientación, hoy creo que, incluso en lo laboral, todo es más sencillo, sobre todo con personas jóvenes”.
 
La normalización de ver a dos hombres tomados de la mano, o ver por la calle a un chico o una chica trans es evidente, aunque no ha sido sencillo transitar hasta este punto. La violencia todavía es una constante, así como los crímenes de odio. Según el Observatorio Nacional de Crímenes de Odio contra Personas LGBTI+ en México, entre 2019 y 2022 se tienen registro de 305 atentados contra miembros de la comunidad, casos que incluyen asesinatos y desapariciones.
 
El simple hecho de señalar estos delitos, agresiones y actos de discriminación, y que sean causa de conmoción social, es ya un avance, en una sociedad que otrora simplemente los ignoraba y hasta apoyaba.
 
APORTES DE LA COMUNIDAD LGBT A MÉXICO
 
La comunidad LGBT+ en México, como en otras latitudes, ha aportado referentes culturales y ha hecho aportaciones significativas a la riqueza de nuestro país. Figuras del ámbito artístico, científico y político son hoy referentes nacionales.  Basta mencionar a la muy conocida, Frida Kahlo, cuyas pinturas son un referente de México en el mundo. Sobra decir que también es conocida por su vida intima, la cual fue considerada subversiva para la época que le tocó vivir, pues era abiertamente bisexual.
 
Salvador Novo es otra de esas caras de la comunidad LGBT de México. Durante su prolífica carrera escribió múltiples poemas, crónicas y ensayos, siempre con un tono ácido y sarcástico. Monsiváis, otro reconocido escritor y también homosexual lo describió como “el homosexual belicosamente reconocido y asumido en épocas de afirmación despiadada del machismo”.
 
El espacio convencional de un artículo periodístico no permitiría dar mención a cada uno de los destacados personajes LGBT de la historia de México, sin embargo, los conocemos, y a su legado. En el contrastante y heterogéneo México, sabemos de la existencia de la comunidad indígena Muxe, en Oaxaca, donde se asume la existencia de un tercer género, sabemos de los escritos de Sor Juana Inés de la Cruz o del activismo de Nancy Cárdenas. Gracias a una lucha de décadas se normalizan escenas de la vida cotidiana, escenas que no terminan en un trágico desenlace como en la reciente película “El baile de los 41”, del director David Pablos, donde se exhibe algo más que un melodrama, sino lo que en otrora fue normal: la discriminación.

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