Por Ana Teresa López Serrano
Los fines de semana se supone deben ser para descansar pero no es mi caso. Como cada sábado me despierto a las 10:00 horas, lavo mi cara y bajo a la cocina para preparar mi café. No es un café normal, me gusta el chai latte espumoso y lo acompaño con un tazón de mis frutas favoritas para luego degustar mi desayuno en el jardín.
Después de desayunar, comienzo a alistarme para comenzar mi día laboral. Tomo una ducha larga debido a que me doy el tiempo necesario para preparar mi cabello dándole el cuidado que requiere, seguido de eso, uso varias mascarillas para el rostro, después de mi ducha cepillo mis dientes y me dirijo a mi camerino personal para peinar mi cabello aun estando húmedo pues dejé de usar herramientas como plancha y secador debido a que las temperaturas altas dañan mucho el cabello.
Una vez listo mi cabello, preparo los diferentes outfits que usaré durante el día: un vestido blanco, uno rosa y un conjunto negro para en la noche.
Ya que tengo listos mis vestuarios comienzo con el maquillaje. En esta ocasión elegí algunos tonos cafés, negro y un toque de brillos para hacerlo resaltar; un delineado llamativo, pongo las pestañas y estoy lista para continuar con mis cejas, que por cierto es donde me entretengo más ya que me gusta que queden de tal forma que mi mirada se vea más llamativa y coqueta.
Una vez que mi cabello y mi maquillaje están listos, procedo a ponerme mi primer vestuario: un vestido blanco, lo acompaño de accesorios de oro y unas zapatillas doradas, brillosas. Los otros vestuarios y zapatillas los guardo en mi maleta donde también llevo maquillaje de emergencia y todo lo necesario para mí día.
Antes de salir de casa, me pongo un traje de unicornio, lo uso porque en la moto hace más frío de lo normal, aparte me gusta mucho y es mi sello personal.
Avanzo al primer evento, pero antes de llegar una camioneta Jeep blanca estuvo a punto de provocar un accidente, no entiendo cómo es posible que las personas tengan tan poca educación vial. No respetan a los motociclistas y tampoco los espacios que ocupamos en los carriles. Aun con ese susto, llegué con bien a mi primer evento.
La señora Alice de Uribe me contrató para el cumpleaños de su hija Gisselle, esto gracias a que la cumpleañera dice ser fan de Annie Serrano y por eso fui su regalo sorpresa. La madre me pidió que comenzara mi show con una canción especial: “Yo te esperaba” de Alejandra Guzmán. Es una canción muy bonita la cual me hace llorar, por eso les ofrecí una disculpa antes de cantarla si es que me ganaba el sentimiento.
Afortunadamente ellos son clientes frecuentes y ya conocen cómo soy de sentimental con algunas canciones.
Lloraron, bailaron, rieron y bebieron alguno que otro shot. La fiesta fue un éxito, Gisselle me invitó a quedarme para convivir pero mi agenda aún tenía compromisos.
Después de la fiesta con la familia Uribe, me dirigí a mi segundo evento. Esta vez con “Toma Base”, un grupo de cumbia al cual pertenezco. Rápidamente me cambio de ropa y me refresco para seguir cómoda en el evento en turno.
La cita fue en Villa Magna, un cumpleaños familiar. La fiesta estuvo tranquila, la mayoría de la gente la pasó sentada pero es comprensible ya que por mala organización nos contrataron para tocar a la hora de la comida. Aunque por otro lado estuvo bien ya que nos invitaron a comer taquitos y elotes. Agradezco mucho cuando las personas nos dan la confianza de quedarnos en sus eventos.
El tercer evento fue en Jassos. Como el lugar estaba demasiado retirado, todos los integrantes del grupo nos pusimos de acuerdo para vernos en la casa de mi compañero a quien le decimos “Mascarita”. Andar en moto tiene muchas ventajas pero también muchas más desventajas, los demás conductores que van en coche no tienen respeto alguno por los motociclistas, porque por segunda vez en mi día un Jetta rojo estuvo a punto de aventarme con tal de rebasarme.
A la altura de avenida Seminario, un taxi sin direccionales quiso entrar a mi carril, yo no capté que quería hacerlo por lo mismo que no tenía direccionales prendidas, y el taxista me gritó una grosería, no conforme con eso me estaba aventando en taxi cada que podía. Cuando por fin se puso delante de mí, por irse burlando tras dejarme atrás provocó un accidente: chocó con un March gris. A eso le llamo “karma instantáneo”.
Llegando a la casa de “Mascarita”, estacioné mi moto, me cambié de ropa en el baño, cuando ya estaba cómoda y lista para el siguiente evento, “Mascarita” y yo echamos chisme en lo que llegaban los demás y yo me terminé de comer el elote que me habían dado en la fiesta anterior junto con una bolsa de dulces y una gelatina. Pude haber agarrado pastel pero no es algo que me guste comer.
Cuando los demás llegaron, nos repartimos en dos coches. Yo me fui con “Mascarita” porque siempre me deja poner a todo volumen la música que me gusta. En el recorrido estábamos escuchando a “Scorpions”, luego nos aburrimos y pusimos a “Los Vallenatos de la Cumbia”.
Ya en el tercer evento, unas personas se acercaron a saludarme. Parecía que me conocían de años, sinceramente yo no soy muy buena con las caras. Aun así les seguí la corriente, a final de cuentas por ellos soy lo que soy, por y para ellos trabajo.
Comenzamos un poco tarde ese evento ya que la camioneta del equipo de audio se metió por otra calle. Afortunadamente la gente que nos contrató es fan de “Toma Base” y esperó con tranquilidad. “Con tal de escucharlos, vale la pena la espera”, dijo el hombre que nos había contratado.
Este último evento fue de mis favoritos, la gente bailó durante toda la tocada y nos contrataron otra hora más. Como es costumbre, interactúe con las personas para hacer mi show de mujer dolida. Todo se salió de control cuando hice el concurso de baile, normalmente lo ganan las mujeres pero en esta ocasión fue un señor de alrededor de 45 años de edad. Fue épico ver cómo hacía el paso de Anita, pena era lo que no existía en su vocabulario.
Casi al final de la tocada, un grupo de mujeres me gritó “Si una vez”. Es mi tema favorito y en el que realizo un show para hacer que todos canten conmigo. La gente ya nos conocía, ya nos habían visto en varios lados. Lo sé porque ya se sabían nuestra coreografía. Siempre es mágico cuando la gente canta contigo, te hace sentir especial. Es justo en el momento donde todo vale la pena.
Terminando el evento, agradezco a las personas por recibirnos de una manera tan agradable, ellos responden con sus hermosos aplausos. No tienen idea de lo feliz que me hacen.
El señor que nos contrató nos invitó a quedarnos, nos dio una botella de whisky, una señora me regaló una botella de ron, dijo que sabía que era mi favorito y la verdad es que sí, no pude negarme.
Nos quedamos un ratito a convivir con ellos. Fue divertido y más porque pusieron el karaoke y me hablaban para pasar. Fue lindo escuchar “qué chingón canta la Motomami” (ese es mi apodo en el gremio), siempre es lindo sentirse bien recibida en los lugares.
Justo cuando nos estábamos despidiendo, las personas se acercaron a tomarse la foto del recuerdo, me encanta ese momento; hacen que mi niña interior, la cual soñaba con ser cantante, sea la más feliz del mundo. No importa que tenga a los demás esperando, nadie se quedará sin su foto.
Cuando íbamos de regreso a la casa de “Mascarita”, nos perdimos. Entramos por otra calle que no era y terminamos en la caseta de cobro. Tuvimos que regresarnos en contra, un momento que parecía eterno, pero no se asusten, es algo normal; de hecho a todas esas cosas que nos pasan las llamamos “TBventuras”.
Estando en la casa de “Mascarita”, decidimos quedarnos ahí un ratito. Jugamos “Play Station”, “Baraja” y “Turista”. Hace mucho que no nos reuníamos así, pero teníamos que celebrar que nuestro amigo “Panda” había regresado a “Toma Base” después de estar 5 meses ausente. Fue agradable volver a convivir con mis amigos. La convivencia es diferente cuando vas a trabajar que cuando estás en plan de amigos.
Cómo soy una persona de impulsos, justo cuando me aburrí decidí irme. Alrededor de las tres de la mañana, me subí a mi moto y comencé mi regreso a casa.
El regreso es mi favorito, las calles están vacías y no hay ningún loco del cual me deba de preocupar. Con mi playlist a todo volumen, manejo a mi casa, con mucho frío pero feliz porque sigo viviendo mi sueño de ser cantante, tal vez no sea tan famosa pero estoy haciendo lo que más amo. Hacer realidad tus sueños es lo que vale la pena.
Una vez en mi casa, saludo a mis gatos, les doy su cena, riego el césped, me subo a mi camerino, me desmaquillo, lavo mi rostro, cepillo mis dientes, trenzo mi cabello, me pongo mi pijama y me tiro en la cama. Esa sensación de estar cansada y regresar a tu cama es una de las mejores que existe.
Pero lo mejor para mí es estar cansada por hacer lo que más amo, que es cantar, porque conectas con las personas, les haces sentir emociones que probablemente ellos no estén viviendo en ese momento. Como cada fin de semana, me voy satisfecha a la cama porque sé que logré mis objetivos. Hacer que las personas canten, bailen, griten y/o lloren contigo al momento de interpretar una canción, es de las pocas experiencias que me llenan el corazón.